Comienza el viaje a ninguna parte.
La apatía sujeta el volante
sin fuerza, mientras la triste mirada,
se pierde en las pocas líneas que desquebrajadas, quedan en el asfalto.
El humo de un cigarrillo
da densidad al aire, el habitáculo acristalado subyace envuelto por el murmullo
de una suave música, solo interrumpida por una sintetizada voz de mujer,
sonoridad lineal que anuncia la próxima rotonda y la salida que se debe coger, hacía
el destino programado.
Tal vez, el aburrimiento, la
soledad, hace que la mente se relaje y sumerja en pensamientos de los llamados
insanos, que no por eso menos ciertos.
Una gran recta entre los girasoles discurre ante su vista, prolongándose
hasta alcanzar el horizonte.
La pantalla del GPS,
muestra una frase escrita en mayúsculas.
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
Y la voz avisa;
.- Vía de segunda, velocidad máxima permitida,
noventa kilómetros hora.
La pantalla, vuelve a
mostrar el mismo cartel.
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
La retrospectiva de lo ya
vivido, da la razón al inhumano mensaje.
El pie derecho incrementa la
presión sobre el pedal del acelerador. La aguja del cuentakilómetros, se desliza
paulatinamente a valores elevados poco seguros y recomendables.
La voz vuelve a avisar;
Su
velocidad, es de ciento cuarenta kilómetros hora. Reduzca su velocidad.
Y acto seguido la pantalla
vuelve a mostrar:
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
El final de la recta, aún no
se divisa claramente, la presión de aceleración se sigue incrementando, la
velocidad aumenta considerablemente y ahora la mente atenúa los reflejos, dejándose
llevar por la desidia.
Conoce
esa ruta, sabe que al final, allá al fondo, una vieja cantera abandonada
esculpe un precipicio descarnado, un infinito y sereno vacío, alfombrado por la niebla baja que
atrapa el valle en los amaneceres de primavera.
La voz insiste;
Su velocidad, es de ciento ochenta kilómetros
hora. Reduzca su velocidad.
Y la pantalla sigue mostrando:
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
Al fondo unas flechas
de direccionalidad, se perciben a cada instante con más precisión.
Se desabrocha el cinturón de
seguridad, y agarra ( ahora sí ) con fuerza el volante, manteniendo el pedal
del acelerador pegado a la alfombrilla.
La voz no deja espacio entre mansaje y mensaje;
.-
velocidad máxima setenta kilómetros hora.
.-
curva peligrosa a la izquierda
.- velocidad máxima cuarenta kilómetros hora.
En el despegue, Cuando las ruedas sienten perder contacto con el asfalto,
sus necias pupilas quedan ancladas en la pantalla… Entonces, cuando ya no hay remedio, esta
parpadea….
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
¿Y LA OTRA?
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
¿Y LA OTRA?
ESTA VIDA ES
UNA MIERDA
¿Y LA OTRA?
Loca me has dejado Carlos. Que esta vidita tiene lo suyo, lo sabemos, pero ahora no haré más que pensar...... y la otra?
ResponderEliminarLa Duda, eso que no nos deja escoger.
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