Lo único real, es nuestra
inexistencia. Somos un producto
elaborado en otra mente condicionada por la perspectiva de sus órganos
sensoriales. Un flujo de abstractas energías negativas y
positivas, discurriendo por unos canales
en donde el concepto neutro es la expiración.
Pasadizos de un laberinto que interactúan entre sí, levantando y destruyendo muros de separación,
con el fin de crear nuevas formas, adecuadas a sus ilusiones e influenciadas
por sus miedos.
Todo lo efímero se convierte en realidad
virtual una vez es depositado en el recuerdo, la fragmentación de las neuronas
de ese que nos sueña, hace que sea un condicionante ineludible lo ya guardado, cualquier mínimo detalle, puede bifurcar el camino en mil senderos,
haciéndose así la próxima sensación única e irrepetible.
Los sentidos, por empatía, aprenden a
plagiar.
Asimilan
conceptos y nombres que aplican a todo aquello que se cruza en su camino en un
momento determinado, haciendo que lo absurdo se plasme en idílico, para más
tarde pasar a un estado conservador, el que trasmitir igual que aprendimos,
para la mejor conexión entre circuitos anexos.
La interacción es esencial para
decodificar simbióticamente cada
fragmento del proceso evolutivo, tomando como referencia medidas de tiempo
referenciadas, con el fin de encuadrar
la disposición de obstáculos a superar. Así mismo cada superación debe de ser
consensuada. La disfunción en la hunanimidad, es lo que
provoca las diferentes tendencias, que dependiendo de su poder de convicción,
alteran el curso de los meandros creando un nuevo concepto racional o
pensamiento unificado, que da paso a una nueva interacción de base.
Cuando los circuitos se ven
desbordados por datos de carácter repetitivo, la propia selección, escoge un
paquete y lo sitúa en estado neutral. En
el proceso de desecho, diferentes ambigüedades confrontan en una amalgame de
los llamados conflictos emocionales. El borrado y almacenamiento, no son
compatibles, por lo que durante un indeterminado periodo se va haciendo una
selección no consensuada colectivamente, con la única complicidad de la no
emisión de energía verificada hacia ese documento concreto desde ese momento.
A
la no incrementación de caracteres por parte del resto en un archivo
determinado se le suele llamar muerte.
A la recolocación de parte del
archivo, seleccionando fragmentos para eventos exclusivos, se le denomina duelo.
Tó loca me he quedáo, Carlos, pero sabes algo? Es exactamente asi. Muy, muy bueno.
ResponderEliminargracias. eres un cielo.
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