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domingo, 12 de junio de 2016

Cándida Rosa




            Y aquella mujer rebelde,  con el símbolo de paz y libertad tatuado en su hombro. La que cantaba en la playa alrededor de una hoguera a los sueños idílicos, acompañada por su guitarra, un cartón de vino y una pipa de hierba.
                  Libremente decidió concebir su primer hijo y libremente aceptar las normas repudiadas hasta ese momento, la palabra había cambiado de concepto y significado, la lucha seguiría por conseguirla, pero la suya había pasado a un segundo plano.

    Tuvo, varios retoños y a todos educó por igual para que fueran libres.

         El mayor, nada más cumplir los catorce años, buscó su libertad en la independencia económica, uniéndose de por vida a un horario inflexible en una actividad que odiaba.
              La segunda, pretendió alcanzar su libertad en la esclavitud de los estudios, y una vez terminados, se casó dejando sus alas colgadas en un armario.
                    La tercera, también decidió estudiar. Esta, montaría su propia empresa para no ser esclava del horario y seguiría soltera para no perder su independencia. Viviendo encarcelada en el miedo a encontrar el amor.
                            El cuarto la buscó obviando lo terrenal, encomendando su alma a lo más alto, sumido en la introspección de lo mundano, entre unos muros, de los que nunca salió.
                    El más pequeño tras analizar a sus hermanos mayores, decidió deambular por el mundo sin normas ni ataduras, mendigando para comer y utilizando los bancos del parque para dormir.  Hasta que una noche, aún siendo joven, murió preso del hambre y el frio, con la soledad como única compañía.
               Cuando llegó a su destino, buscó el libro de las palabras sagradas. Aquella palabra no existía en aquel gran diccionario. Se afanó en buscar alguna palabra parecida a lo que su madre les había inculcado.
            Un señor con alas se acercó a él para preguntarle que buscaba con tanto ímpetu.  Le dijo que buscaba el significado de la palabra libertad y este se quedó extrañado, ¿qué palabra sería esa? Tantos habían pasado por allí y nunca la había escuchado.
            .-Libertad, esa palabra no existe, espera, buscaré en el libro de los tontos.
      Mira aquí si viene, y nos remite a la palabra conciencia.

             Ca, Ce, Ci, Co, Con…    Conciencia.-   Opción de elegir las cadenas que se asirán a los grilletes.      Manera de aceptar los errores cometidos.  Búsqueda procurada de la piedra filosofal, que no es más que otra quimera a la que suelen llamar felicidad.


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