Rosales que
están marchitos, bajo cruz desmoronada.
Maderas del
cobertizo, que huelen a cera vieja.
Viento que
sopla del norte, ungiendo los pedernales.
ha dejado de salir, el humo en la chimenea.
La luna
sale llorando tras el vaho de los cristales.
Las
estrellas apagadas el cielo visten de luto.
Sobre ese
frío camastro- el laurel se vuelve ocre.
Acompaña su
agonía- una almohada solitaria.
Cabecera de
barrotes con pomos de bronce negro.
Las manos
llenas de llagas y el corazón con termitas.
Añoranzas
de otros tiempos y de ilusiones malditas.
Se subió
hasta la colina- a maldecir un nogal.
Bajo el se
hicieron promesas que quedaron en olvido.
Una rama de
aquel árbol abrazó con una soga.
Al otro extremo
su cuello, con un nudo corredizo.
Subido sobre
una piedra manteniendo el equilibrio.
Las ultimas
oraciones renegando de su ser.
Las
alimañas esperan para saciar su lujuria.
Sus pies
resbalan de pronto quedando el cuerpo colgado.
En ese
preciso instante- el nogal es bautizado.
Por ser testigo
presente de promesas incumplidas.
Ahora todos
lo conocen como el árbol del ahorcado.
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