---- Apostar
por la vida ----
Siempre
segura de sí misma. Altiva caminaba en
su paseo luciendo un canalillo perfecto, que al igual que sus hermanas, había
heredado genéticamente de su madre.
Se sabía hermosa y sin ser provocativa, vestía con prendas que realzaban
su figura, siendo la envidia del vecindario y el orgullo de quien de su brazo
caminaba.
Pero
un intruso truncó su presente. Se aproximó
sigilosamente, sin llamar, traspasó sus puertas y como un ocupa invadió su
intimidad instalándose en su cuerpo.
No había
forma de expulsarlo. Todos los
intentos resultaban infructuosos. Tras meses de tratamiento, ya perdida su
preciosa melena, perdidas las fuerzas e incluso las ganas de vivir. Hubo que recurrir a la cirugía más
agresiva.
Ahora
ella, en total desnudez frente al espejo, cubre con sus manos la herida ya
cicatrizada de los senos que ya no existen.
Nunca más sus aureolas brindarán
al sol a través de su blusa. Las suaves almohadillas
de artificio, rellenarán las copas de esos sujetadores de puntilla que siguen llenando el cajón de su cómoda.
Sin
que se hubiese percatado. Junto al marco de la puerta, mirándola fijamente se
habían apostado su marido junto a sus tres hijos.
Los
cuatro lucían una esplendorosa y grata sonrisa llena de luz, esperanza y
gratitud.
..---- Aquí me tenéis, mutilada sin una parte de mi
cuerpo.
El
padre la miró a la cara.
…--- aparte de con los labios, nos enseñaste a besar
con las pestañas.
El hijo
mayor le miró el torso.
…--- nos enseñaste que se puede abrazar con el alma,
en caso que de estemos lejos de tus brazos.
Luego
el mediano se fijó en sus piernas.
…--- por largas que sean nunca correrán lo
suficiente, pues tú nos enseñaste a volar.
La
madre, volvió a mirarse en el espejo.
…---tenéis razón, habrá que apostar por la vida.
El
pequeño que no había abierto la boca, la recorrió con su mirada de arriba/abajo
y con una gran sonrisa le contestó:
…--- Eso mamá… y por los sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario