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jueves, 30 de marzo de 2023

Gorras en el armario 033


 

 

              El día de reyes a las nueve menos cuarto de la mañana estaban los seis sentados en el salón sin hacer ningún ruido esperando a que se despertase Jaime, que el día anterior ya se encargaron de que se acostase tarde y bien cansado.

     Habían colocado por el suelo todos los regalos y junto al belén una gran caja.

Ernesto.- voy a despertarlo que este ni se acuerda de que día es hoy

Paula.- es una pena el romperle el sueño

Laura.- ¡JAIME, QUE HAN VENIDO LOS REYES!

-         Saltó de la cama y fue corriendo a ver que le habían traído-

    Entró al salón y ni se dio cuenta de que estaban todos allí.  Sus ojos solo veían gran cantidad de cosas envueltas en papel de regalo.     Empezó a abrir uno tras otro; cada cual le gustaba más y cuando abrió la caja grande quedó con la boca abierta.   Un SCALEXTRIC  de cuatro coches.

Jaime.- ¿lo podemos montar y jugamos?

Ernesto.- venga, retiramos la mesa

Claudio.- yo te ayudo

Raúl.- vete sacando piezas de la pista

Laura.- vaya la que me ha caído encima

Patricia.- pero nosotras también jugamos

Jaime.- pero solo hay cuatro coches

Paula.- pues por turnos

Jaime.- vale, pero como sois tres y tres, siempre sobra un coche para mí

Paula.- claro, además tú eres el dueño

     Jugaron un rato.    Raúl y Patri se fueron a abrir el bar.

           Ellos a vestirse, tenían que ir al hospital a ver a los compañeros de la segunda planta.

       A Claudio y Paula, les tocaba recoger.

 

Jaime.- vamos en el coche de mamá, ya veréis que bien conduce

Paula.- o sea, que yo conduzco mal

Jaime.- no, tú también conduces bien

     -Llegaron a la segunda planta y todos sus compañeros tenían preciosos juguetes en sus manos;  habitación por habitación fueron saludándolos. 

        -De pronto una voz gritó su nombre en el pasillo-

    Junto al pequeño pesebre estaba Ester junto a todas las enfermeras de la planta.

Ester.- aquí hay un regalo que pone para Jaime y otro Jaime que no seas tú, no conocemos

    Jaime cogió de la mano a Paula y le hizo correr pasillo adelante.      Cogió el regalo entre sus manos y cerró los ojos con fuerza mientras rompía el papel.

              ¡Era una gorra!

Jaime.- ves, sí que les llegó la carta

Paula.- ¿eso es lo que pediste?

Jaime.- sí, esto era

Laura.- pero esa gorra es muy grande

Ernesto.- será para mí

Jaime.- no, la pedí para Samuel, a él seguro no le traen nada porque ha sido poco bueno

Claudio.- me parece muy bien, así ya tenéis gorra los dos

 

-         Volvió a casa todo ilusionado, esperando a que llegase el día ocho para volver a clase y darle su regalo a Samuel.

         

    En la comida estaba preocupado, no paraba de pensar en el error cometido.

   Habían quedado en verse por la tarde con sus amigas y sus padres.     Por pensar en Samuel, se le había olvidado el pedir algo para ellas, algo imperdonable que no sabía cómo solucionar.           Seguro que ellas lo entenderían porque también se daban cuenta que dentro de aquel grandullón solo había un niño como ellos que en realidad no tenía ningún amigo.

 

Ernesto.- vamos come, que estás en las nubes

Jaime.- papá ¿he metido la pata con pedir la gorra a los reyes?

Laura.- no seas tonto, es lo que tu pensante y ellos lo entendieron

Jaime.- ya,  pero es que me acordé de Inma y Adry

Ernesto.- los reyes son magos y muy listos, seguro que ellos saben cómo solucionarlo

Jaime.- buf, pues espero que sí

Laura.- terminamos de comer y  poco a poco nos vamos andando hasta el bar

Jaime.- ¿y llevamos los juguetes?

Ernesto.- pero todos no, solo uno

Jaime.- puedo llevar el puzle

Laura.- pues sí y así os ponéis los tres en una mesa y no dais guerra.

Ernesto.- ¿has terminado ya?   Porqué hoy estás lento

Laura.- en cuanto termines vas a la habitación a ponerte las botas de agua y nos vamos

Jaime.- pero esas botas son feas

Laura.- pero está lloviendo

Jaime.- pues podíamos ir en el coche

Laura.- podíamos, pero vamos a ir andando

-         Fue hasta la habitación y sus gritos retumbaron en toda la casa-

Jaime.-  MAMÁ, PAPÁ, MIRAR;     HAY UNOS REGALOS ENCIMA DE LA CAMA

Ernesto.- ¿pero más regalos?

     -Jaime corrió descalzo con ellos hasta la cocina-

Jaime.- pone en uno para Inma y en otro para Adry; ¿miramos a ver qué son?

Laura.- no, esos regalos los tendrán que abrir ellas

Jaime.- tenías razón, que listos son los reyes

Laura.- venga a ponerte las botas

             Por la calle iba con un regalo en cada mano, se le había quitado un gran peso de encima, que buenos y que listos eras esos reyes magos, ningún año le habían traído tantas cosas y encima se habían acordado también de sus amigas.     Ese año también sería bueno y haría caso a sus padres y al doctor Jesús para pronto estar bien.

   En el bar, nada más entrar por la puerta le faltó tiempo para contarles lo sucedido a Raúl y Patri.

   Su mirada, sus gestos, sus expresiones, parecían relatar una historia fantástica con la que era imposible no viajar a la niñez y envolverse en la inocencia perdida.

Patricia.- vaya suerte, eso ha sido porque eres muy bueno y obediente

Jaime.- seguro que si dejases de rezongar tanto, a ti también te traían algo

Patricia.- me jodió; claro yo soy la mala

Jaime.- que no es eso, pero…

Patricia.- no lo intestes arreglar a ver si lo empeoras

Ernesto.- es que los reyes solo traen cosas para los niños

Laura.-  si le trajesen cosas a los mayores, solo podrían dejar una cosa pequeña para cada niño, porque oye sois muchos

Jaime.- sí, porque vosotros no sois malos y tampoco os han traído nada

Raúl.- es que nosotros ya somos mayores

Laura.- Bastante mayores, verdad Patri

Patricia.- vaya día, uno me llama mala y la otra vieja
Laura.- tampoco es eso

Patricia.- me voy pà  la cocina a llorar

Ernesto.- Jaime, vete con ella un poco para que no esté triste

Jaime.- pero si yo no le he hecho nada malo; voy y le doy un abrazo fuerte para que se le pase.

-             Llegó la algarabía cargada de juguetes;   la mesa del rincón, se vio llena de muñecas y vestidos que aún no habían ni sacado de sus cajas con plástico transparente en el frontal.

-           Jaime tardó un instante en salir y en poner cara de decepción;   le tocaría jugar con ellas, pero las muñecas no le gustaban demasiado, prefería el puzle

Laura.- diles que has encontrado en casa

Jaime.- los reyes han dejado sobre mi cama unos regalos para vosotras

        Las dos corrieron hasta la mesa de los mayores para ver sus regalos.

   Jaime se los dio con la mirada expectante mientras los abrían.

 Era una gorra para cada una plagada de flores de colores

Inma.- que bonita

Adry.-  yo la estreno ya

Inma.-  y yo

Jaime.- que bien os quedan

-               Los padres de Jaime explicaron lo ocurrido a los otros mientras los tres con su nueva indumentaria abrían  cajas y sacaban los vestidos.

Adry.- mamá mira, junto a esta camiseta también viene una gorra para la muñeca

Madre “A”.- pues Inma también tiene una camiseta parecida así que también vendrá otra gorra para su muñeca

Inma.- sí, la mía es rosa

Adry.- y la mía amarilla

Patricia.- ¿pero qué voces son esas?

Raúl.- están como locas con las gorras y las muñecas también tienen

Patricia.- pues yo me siento a jugar con ellas

Ernesto.- mira que es niñera

Laura.- verás como a la mínima vocea más que entre los tres

 

 

 






 

miércoles, 29 de marzo de 2023

LIBRE

 

       Como me parió mi madre.

    En un trigal retozando

completamente Desnuda.

   Sin tener a quien dar cuentas

bajo el sol de primavera

sin ropas, sin ataduras.

 

    Los trigos reverdeciendo

sirven de alfombra a mis pies.

   Las amapolas que intentan

no sonrojarse a mi paso

entre cantos de jilgueros,

que van buscando sustento

para sus nidos hambrientos.

 

    La soledad en mis brazos

queriendo tocar el cielo.

          La libertad en el aire

      desde el suelo al firmamento,

     con aroma de lavanda

     difuminado en el viento.

 

                 Nadie a quien pedir perdón

            por desatar mi loKura.

     Libre como el ave, libre,

que surca el cielo volando.

    Libre como las estrellas

brillando en la noche oscura.

     Libre el cuerpo, libre el alma,

libre como el horizonte

al final de la llanura.

      Libre, libre, libre, libre.

           Como dios en las alturas.





martes, 28 de marzo de 2023

Gorras en el armario 032

 

 

    

      El día de año nuevo otra vez iban a ayudar en el bar.

          Cuando llegaron a casa Jaime estaba esperándolos sentado en la mesa de la cocina.

Laura.- tranquilo que ya estamos aquí

Ernesto.-  ¿tienes hambre?

Jaime.- no, hoy es año nuevo y quiero que vayamos a ver a los abuelos

Laura.- vengo muy cansada

Jaime.- pues que conduzca papá

Ernesto.- yo creo que Jaime tiene razón, que trabajo nos cuesta

Laura.- para que lo miren como un bicho raro

Ernesto.- no puedes pensar por un momento en que es su nieto, hazlo al menos por tu padre

Laura.- pero a la hora de cenar aquí

        

          -Conducía Ernesto, Laura se dedicaba a mirar por la ventanilla con cara de pocos amigos-

      Nada más parar en la puerta Jaime bajo corriendo y entró en la cocina:

Jaime.- abuelo, abuela, que estamos aquí

      Al entrar ellos desde el corral, Jaime se quitó la gorra.

            Los dos quedaron parados al verlo, sus latidos y respiración se desplomaron quedando como estatuas de piedra.

Ernesto.- buenas tardes

Laura.- ¿pero no le vais a dar un abrazo a vuestro nieto?

    -Pedro se agachó y Jaime corrió a sus brazos, mientras Carmen seguía inmóvil-

Pedro.- ¿estás bien?

Jaime.- sí solo un poco cansado

Pedro.- yo creo que hasta has crecido

Jaime.- aún guardo la piedra

Pedro.- ven vamos al corral a ver a la burra

Laura.- sí yo también voy por no ver a la otra burra

       -Carmen bajó la cabeza y despacio fue a sentarse sin decir palabra-

Ernesto.- Carmen, pero ni un abrazo

Carmen.- perdóname hijo, pero siempre me dio miedo abrazar, no sé, al verlo así

Ernesto.- claro, si fueran los de Alemania

Carmen.- no a ellos tampoco, a nadie

Ernesto.- ponte de pie y levanta la cabeza  ¿Qué es eso de que te da miedo?

Carmen.- ¿te puedo pedir una cosa?  Que os quedéis hoy al menos a dormir aquí

Ernesto.- no lo sé

Carmen.- voy a poner ropa en la habitación de arriba

          Carmen aligeró el paso escaleras arriba, sacaría las colchas más bonitas del armario para engalanar aquellas dos camas.   Ernesto pensaba en las palabras de Carmen mirando fijamente la lumbre donde ardían unos troncos.

Jaime.- papá, he montado en la burra

Laura.- ¿y mi madre?

Ernesto.- arriba poniendo rapa limpia en las camas

Laura.- perdona padre, pero nos vamos ya a casa

Pedro.- calla, que sois iguales

Laura.- no aguanto ni un minuto más aquí, vamos que ni un abrazo, si no ha dicho ni hola

Ernesto.- te dice tu padre que calles, pues calla

Jaime.- ven abuelo, que vamos a ver el coche que le ha comprado papá a mamá; es de segunda pero está como nuevo

Pedro.- ¿me lo enseñas?

Ernesto.- yo también voy

       -Laura se sentó viendo aparecer las piernas de su madre por la baranda de la escalera-

Laura.- no te da vergüenza

            -Carmen se sentó frente a ella-

Carmen.- tienes un chico precioso, un marido estupendo y  eres una buena madre, algo que yo nunca supe ser

        -Laura ni contesto con un simple gesto-

    Fuera Jaime le contaba a su abuelo como era el sitio del hospital, decía uno por uno el nombre de sus nuevos compañeros, hablaba maravillas del doctor Jesús, Ester, Fernando y como no, de Paula y de Claudio.

  Le relataba con pelos y señales lo ocurrido en el colegio con Samuel y lo bien que lo pasaron la Nochebuena en casa.

-Pedro bajó la mirada con un suspiro-

Pedro.- voy adentro a ver si están las aguas calmadas

     -Allí seguían las dos frente a frente, serias, sin hablar ni mirarse a la cara-

Pedro.- ¿vais a hacer la cena o qué?

Carmen.- hazla tú, me voy a encerrar las gallinas que se hace de noche

Laura.- vamos Madre que te ayudo  

      -Esas palabras hicieron a Pedro rebosar de alegría-

Pedro.- chavales, hoy nos toca hacer la cena

Ernesto.- ¿como está la cosa?

Pedro.- no lo sé, pero no está mal

       -El abuelo cogió una cacerola, la lleno de agua y la puso al fuego-

Jaime.- ¿qué vamos a hacer?

Pedro.- unas sopas que me salen de miedo, vosotros vais a ser mis ayudantes.         Tú Ernesto vete pelando estos tomates y picándolos.    Tú Jaime, con cuidado vas haciendo cachitos este pan, pero con mucho cuidado no sea que tengamos un disgusto y yo mientras empieza a hervir el agua me encargo de los ajos.

      -pusieron los platos y cubiertos en la mesa, pasado un tiempo, las llamaron para cenar-

        “La cena digamos que estaba poco comible”

Laura.- esto es un asco

Carmen.- pero si no tiene ni sal

Pedro.- eso es culpa de Jaime

Jaime.- ¿Mía?

Pedro.- claro, te dije que le echases sal

Jaime.- que no, que a mí no me has dicho nada

Ernesto.-  Pedro, esto no se lo comen ni las gallinas

Jaime.- y decía que le salían de escándalo

 Pedro.- pues la primera vez que me pasa

Carmen.- si la culpa es mía, desde luego ¿la primera vez? ¿Pero cuando has hecho tu nada en la cocina?

Pedro.- pues eso la primera vez

Laura.- voy a hacer unos huevos y por lo menos que cenemos algo

Carmen.- y yo a sacar unas costillas y chorizos de la orza que va a ser lo más rápido

      Terminaron de cenar y no se veía en las caras muchas ganas de conversación;    Así que se subieron a dormir.

            -En la habitación una cama de uno diez y otra de ochenta-

Jaime.- mamá  ¿nos podemos acostar tú y yo en la grande y papá que se acueste en la pequeña?

Laura.- pues claro, así estamos más calentitos

       Ya estaban acostados cuando entró la madre en la habitación; traía en sus manos una bolsa azul de goma llena de agua caliente.

Carmen.- venía a subirle al pequeño la bolsa para que entrase antes en calor, pero como ya está contigo, pues que se la ponga Ernesto.   Pero cuidado no te quemes

Jaime.- hasta mañana abuela

Carmen.- dame un beso de buenas noches, pero no te destapes

Ernesto.- hasta mañana

Carmen.- adiós hija

Laura.- hasta mañana

 

            Enseguida quedaron dormidos, allá al rato Laura se despertó a causa de la discusión que mantenían sus padres en la alcoba; no cambiarían nunca, algo que era habitual cuando ella era pequeña.

De madrugada ya estaba harta de dar vueltas en la cama, así que se bajó a la cocina.     Allí estaba su madre de pie frente a la lumbre, atizando con el badil unas ascuas ya casi consumidas.

Laura.- ¿Qué haces aquí?

Carmen.- no podía dormir

Laura.- ¿y padre?

Carmen.- roncando como un cochino

Laura.- vamos a dar una vuelta en el coche

Carmen.- no me apetece, por no vestirme ahora

Laura.- a estas horas ¿quién nos va a ver? Vamos Madre

       Camino adelante en silencio; Laura con cuidado pues había mucho barro y ella llena de orgullo contemplando el amanecer.

  Llegaron al lado del puente junto al arroyo y se bajaron.

Laura.- ¿te acuerdas cuando de niña bajábamos aquí a lavar la ropa?

Carmen.- pues claro que me acuerdo

Laura.-  tú siempre te acercabas como para darme un beso y me lamias toda la cara

Carmen.- y tú te ibas corriendo al lavar gritando ¡qué asco!

Laura.- es el mejor recuerdo que guardo de mi infancia

       Laura la rodeó con sus brazos; Carmen hizo un  gran intento en levantar los suyos pero no le fue posible.

 Se tuvo que limitar a sacar un poco la lengua y arrimarla a su mejilla.

            En el suelo mojado, sobre un cacho de plástico estuvieron sentadas un rato largo recordando aquellos lejanos años

     En el camino de vuelta ni una palabra más, como si el tiempo volviese al presente y el pasado solo hubiese sido un sueño.

-         Al entrar de nuevo en la cocina-

Carmen.- parece que ya estáis todos levantados

Ernesto.- ¿Dónde habéis ido?

-ninguna contestó-

Laura.- vamos a desayunar que así salimos pronto para casa

Pedro.- ¿pero no os vais a quedar a comer?

Ernesto.- No, yo tengo que ir a la tienda aunque sea un poco más tarde de lo normal

       -Laura se puso a preparar el café, Jaime salió con el abuelo al corral a echarle a los animales y Carmen desde la puerta llamó con un gesto a Ernesto-

    -Carmen cogió las manos de Ernesto y en ellas dejó dos mil pesetas-

Ernesto.- no hace falta Carmen

Carmen.- hijo no seas tonto, esto es para que le compres algo a Jaime para los reyes y a ver si venís más a menudo

Ernesto.- ¿y me darías un abrazo?

Carmen.- hoy no, a ver si la próxima vez…

Ernesto.- estate tranquila “Cogiéndola suavemente por los hombros para darle un beso”

    -Entre tanto, el abuelo había terminado de llenar los comederos-

Pedro.- recuerda de no perder la piedra que te di

Jaime.- la tengo en un cajón, pero los días que voy al hospital antes de salir la meto en el bolsillo

Pedro.- muy bien y te quiero volver a ver muy pronto para que me cuentes cómo va la cosa

Jaime.- ahora que tenemos coche, otro día les digo de venir

Pedro.- no tardéis mucho que tu abuela y yo no estamos para muchos trotes y a la burra le queda una primavera

            -los tazones ya estaban en la mesa-

Laura.- vamos que se enfría

-No tardaron nada en desayunar o quizás el tiempo se les hizo demasiado corto-

Jaime.- un beso abuela que yo voy montando en el coche

Laura.- adiós madre

Carmen.- hasta pronto hija

       -Pedro salió con ella, le cogió la mano y le puso dos mil pesetas-

Pedro.- esto para los reyes del chaval

Laura.- ¿no dirá nada madre?

Pedro.- ni se va a enterar

Carmen.- bueno hijo, hasta pronto; yo no salgo que no me gustan las despedidas

Ernesto.- quítate esas rarezas de la cabeza, que lo único que hacen es daño, a ti y a los tuyos

Carmen.- ya va a ser tarde

Ernesto.- dame tus manos

         -Las rodeó a su cintura y apretó con fuerza-

Ernesto.- ves, no pasa nada

Carmen.-  gracias hijo y venga vete que se os hace tarde

Pedro.- bueno Ernesto cuida mucho de ellos y ya les he dicho, que volváis pronto

Ernesto.- no te preocupes y cuidaros mucho también vosotros.