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viernes, 24 de marzo de 2023

Gorras en el armario 030

 

 

 

   Los días pasaban y llagaban las vacaciones de navidad, Jaime estaba deseando que llegasen para descansar de las clases y dedicar el tiempo a descansar y pasar ratos sueltos con sus amiguitas.

         Como cada año, montarían el pequeño belén sobre el mueble del salón, la noche de Nochebuena Patri y su madre harían la cena, Raúl cerraría a las ocho y media y luego cenarían y cantarían villancicos hasta las tantas los cinco (bueno este año lo más seguro seis)

       -En la cocina a Laura se le veía muy pensativa y algo despistada-

Patricia.- ¿se puede saber qué te pasa?

Laura.- nada

Patricia.- coño que has cogido dos veces el tarro de la sal y aún no le has echado al caldo ni una pizca

Laura.- lo siento, no me he dado cuenta

Patricia.- pues menos mal, porque peor habría sido que le hubieses echado dos veces

Laura.- mira ya está, voy a llamar por teléfono

Patricia.- pero a quién

Laura.- tú sigue cocinando, luego te cuento

      -Marcó el número y espero a que se lo cogiesen-

Laura.- ¿donde andas?

       .- pero estás tú sola

       .- pues ven a casa que te esperamos

       .- si no vienes me enfado contigo

       .- aquí no molesta nadie, además te invito yo a cenar y se acabó la conversación

      .- venga que te esperamos,   PERO YA,    que hay que ayudar a hacer la cena

          -Laura volvió a la cocina con otro ánimo-

Patricia.- ya traes mejor cara, jolín me estabas asustando

Laura.- he invitado a cenar a una persona muy maja

Patricia.- que sepas que ya le he echado yo la sal,   no metamos la pata y haya que tirarlo

-Al rato sonaba el timbre y Laura corría a abrir la puerta y Jaime salía de la habitación a ver quién era.

Jaime.- ¿pero qué haces aquí?

Paula.- tu madre que me ha invitado a cenar esta noche con vosotros

Jaime.- vaya bien ya somos siete

Paula.- cómo siete si vosotros sois tres

Laura.- calla, vamos a la cocina, hay que hacer la cena.

    Tú a tu habitación que estorbas

Jaime.- ¡Jo!

Paula.- vamos, obedece

Laura.- te presento a Patri, ella es Paula, la señora que te he dicho que es como la madre de todos los que van a tratamiento

Patricia.- ya tenía yo ganas de conocerla

Laura.- la que manda en cocina es ella, así que aquí a obedecer en lo que mande

Patricia.- pues tú Paula, ponte a empanar estos filetes que ya están adobados

Paula.- ¿y el resto de gente?

Patricia.- Ernesto pasa a recoger a mi marido cuando cierre el bar y me imagino que ya estará allí Claudio y vendrán los tres juntos

Laura.- su marido se llama Raúl y Claudio es el celador del hospital

Paula.- a vale, uno de cada madre

Laura.- pues eso, es una noche para no estar solos

        -Las ocho y media de la tarde; la cena preparada, la mesa puesta a falta de servir y en la mesa de la cocina las tres junto a Jaime jugando un parchís para hacer tiempo-

    - Jaime tenía todas las posibilidades de ganar.

 Ellas estaban más pendientes de la conversación que de las fichas o cuantas se contaba.

Paula.- vaya suerte que tienes, ya me has comido otra vez

Jaime.- te quedas a tiro, a ver contado con la que tienes por detrás

 -Ya se abre la puerta de la calle y los tres entran directos al comedor a dejar las botellas de vino y licores.

Ernesto.- ¿hay alguien en casa?

Laura.- no vengáis, sentaros que tenemos una sorpresa

Jaime.- vamos que te vean

-La mandan al comedor a Paula sola,    lo mismo Ernesto ni se acuerda de ella.

Paula.- yo soy la nueva ayudante de cocina me llamo Paula

Raúl.- yo soy Raúl, el marido de una de esas brujas

Claudio.- a mí ya me has visto más veces, soy Claudio

Ernesto.- vaya que sorpresa más agradable, verás que bien lo pasamos esta noche

         -un vinito hasta que se haga la hora, charla amena en el sofá y el reloj de la pared suena dando las diez-

Laura.- vamos a sentarnos, nosotras nos ponemos aquí y así vamos trayendo cosas sin amontonar encima de la mesa.

Ernesto.- un momento, antes de cenar tenemos todos que bajar a la calle

Laura.- otra tontería

Patricia.- venga sentaros de una vez

Raúl.- coño, que hay que bajar a la calle, que trae buena suerte

Paula.- ¿pero tanto os cuesta darles el capricho? Vamos para abajo a ver que quieren

     -Allí, justo frente a la puerta, en la acera de enfrente, aparcado un coche reluciente-

Ernesto.- toma estás son las llaves de tu nuevo coche; bueno aunque sea de segunda.   Es ese azul

Laura.- ¿pero es para mí?

Claudio.- pues claro, pues no me ha tocado dar vueltas hasta que encontré lo que quería el señorito

Laura.-  ¿tú lo sabías y no me has dicho nada?

Jaime.- que yo no lo sabía

Raúl.- a mi no me miréis que yo me he enterado hace un rato

Laura.- si es que te digo que estás tonto

Patricia.- anda boba, dale un beso que se lo ha ganado

-                  Una cena maravillosa, una sobremesa llena de alegría, brindis y villancicos.      Llegadas las dos, cada uno a su casa a descansar de tan grata velada y a esperar la ocasión para volver a cenar juntos y en buena compañía.

 

    Al día siguiente Jaime y Paula encamados hasta medio día, dándole al cuerpo el necesitado descanso.

   Claudio rebosando felicidad sentado tras el mostrador de urgencias, por suerte una mañana poco movida.

 Raúl se afanaba detrás de la barra para no hacer esperar a ningún cliente;      Ernesto recogía los vasos y platos de las mesas dejándolas perfectas para los próximos que entrasen y Laura junto a Patri en la cocina sudaban junto a los fogones dando salida a una variedad de riquísimas tapas.

    El día de Navidad había que aprovecharlo; ya vendrían peores días en la llamada cuesta de enero.

 

 


 

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