Llegaba la segunda sesión y
a Jaime aún no se le había pasado el cansancio de la primera. En esas primeras tres semanas solo había
faltado unos días a clase y las dos horas a la semana con Andrés le habían
ayudado mucho, pero temía que a partir de ahora la cosa no iba a ir a mejor y
la falta de fuerza le empezaría a pasar factura.
Laura.- ¿Qué haces tan pensativo?
Jaime.- nada
Laura.- ¿te apetece que lo
hablemos?
Jaime.- no, mejor esperamos a que
llegue papá
Laura.- me parece muy bien así
estamos los tres; vamos poniendo la mesa que estará al llegar
Jaime.- vete poniéndola tú
Laura.- vale, que no piensas
ayudarme
Jaime.- bueno vamos que te ayudo
-Cuando entra Ernesto por
la puerta, los dos sentados junto a la mesa recién puesta, están callados y se
miran a los ojos-
Ernesto.- qué ¿os estáis
confesando?
Laura.- te estábamos esperando
para comer
Jaime.- siéntate que sirvo yo los
platos
Laura.- yo pongo el agua
Jaime.- que no, que te sientes,
que ya lo pongo yo
-cuando ya está todo puesto
y Jaime se sienta. Laura espera a ver que les tiene que
contar. Ernesto empieza a comer y al alzar la vista
nota que lo están mirando con asombro-
Ernesto.- ¿Qué pasa ahora?
Jaime.- que te estábamos
esperando para hablar de una cosa
Ernesto.- y yo que sé, a mí nadie
me ha dicho nada
Laura.- es que no te enteras
Ernesto.- claro, ahora me toca ser
adivino
Jaime.- bueno da igual
Ernesto.- que no, que no da igual
dime ¿de qué quieres que hablemos? Hay
cosas más importantes que el comer
Jaime.- pasado mañana cuando vaya
al hospital me voy a quedar con la maestra y luego me vais a buscar a la hora
de comer
Ernesto.- vale ¿por algo en
especial?
Jaime.- lo mismo falto más a
clase porque sigo cansado y después de la segunda no sé yo como andaré
Laura.- tú por eso no te
preocupes
Ernesto.- tienes que ser fuerte,
pero eso no quiere decir que si estás mal lo tengas que ocultar; cada uno llega hasta donde puede. Yo se
que estos días has hecho un esfuerzo increíble, no nos has querido decir nada
pero algunas veces tu cara lo decía todo
Jaime.- era por no preocuparos
Laura.- ¿no quedamos en que en
esto estábamos juntos? Pues las cosas se dicen
Jaime.- pero yo quería seguir
como siempre
Ernesto.- ya y yo quería un coche,
pero no están los tiempos para eso
Laura.- a propósito del coche; ¿te
miró algo Claudio?
Jaime.- sí porque no habéis
vuelto a decir nada
Ernesto.- miró varios, pero bueno,
al final decidí dejarlo para otra ocasión
Laura.- y lo tienes su semana de
vacaciones mirando para nada
Jaime.- y mamá que ya se había
hecho ilusiones de tener coche
Ernesto.- yo sé lo que hacía, era
una forma de tenerlo entretenido, que el aburrimiento es muy malo. ¿Pero de verdad que tú estabas ilusionada?
Laura.- a mi me da igual
Jaime.- no mientas, lo hablaste
con Patri y te hacía mucha ilusión
Laura.- ahora no podemos meternos
en gastos
Ernesto.- ¿y por qué no lo dijiste?
Jaime.- papá, no te enteras de
nada
Ernesto.- mañana mismo me pongo a
mirar, pero uno pequeño y que no cueste mucho
Laura.- que no hagas el tonto
Jaime.- de que sí papá, mira que
sonrisita se le ha puesto
Laura.- haz lo que quieras, pero
a ver lo que compras que te conozco
Jaime.- tú míralos y luego
escogemos mamá y yo
Ernesto.- ¿no os fiais de mí?
Laura.- bueno
Jaime.- eso quiere decir que como
que no
Ernesto.- personas de poca fe
Laura.- más bien ninguna
-Los dos se pusieron a
reír de las caras que ponía Ernesto-
Ernesto.- voy a comer que esto ya
está frío y tengo que volver al trabajo y tú o te das prisa o ya no vayas al
cole esta tarde
Jaime.- no tenía ganas de ir, así
hoy me echo la siesta
Laura.- yo también me voy a echar
un rato hasta la hora de ir al parque
-
Ernesto se fue a trabajar y ellos sobre la cama recordaban aquel día en
que fueron a la gran ciudad a ver a aquel doctor-
Jaime.- mamá ¿y si hacemos una
cosa?
Laura.- dime
- Jaime le contó la idea a Laura, así que a las cinco menos cuarto se
levantaron y fueron a buscar a sus inseparables amigas a la puerta del cole-
-Laura habló con los
abuelos y quedaron en que a las seis estarían de nuevo en el parque-
Adry.- ¿pero dónde vamos?
Laura.- es una sorpresa
Inma.- ¿está muy lejos?
Jaime.- no, a ver si tenemos
suerte
Laura.- yo creo que sí
-en la parte de atrás del
colegio pararon junto a un portal y Laura llamo a un timbre-
Laura.- ahora callados
-nadie contestaba, así que
llamó a otro-
.- ¿Quién es?
Laura.- buenas tardes ¿me podría
abrir un momento?
-tras un sonido, al
empujar la puerta se abrió-
Laura.- no hagáis ruido ni os
riais
Inma.- pero dónde vamos
Jaime.- calla, verás que cosa
-al fondo del portal había
una puerta de metal, Laura la abrió y los mandó entrar-
Adry.- yo ahí no entro, eso es
muy pequeño
Jaime.- es un ascensor, yo monté
en uno cuando fuimos al médico
Inma.- eso que nos contaste que
subía y que bajaba
Jaime.- eso
Adry.- yo no sé, me da miedo
Jaime.- vamos que no pasa nada
Inma.- vamos Adry, pasa
Laura.- subimos al último y
bajamos, pero solo una vez, que no nos pille ningún vecino
-Inma y Adry cerraron los ojos y aguantaron
la respiración hasta que aquello llevaba un poquito funcionando-
Jaime.- veis, si no pasa nada
-cuando llegaron arriba,
otra vez para abajo-
Jaime.- ¿podemos subir otra vez?
Inma.- ¡sí!
Laura.- no, otro día volvemos,
tampoco hay que abusar
-salieron sin ser vistos y
aguantándose las risas hasta salir de nuevo a la calle-
-en el camino de regreso al parque comentaban
la experiencia, como si hubiesen hecho un viaje a la luna-
- no se lo contarían a
nadie (bueno a sus madres sí)
Y otro día convencerían a Laura de volver a
repetir.
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