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martes, 11 de octubre de 2016

CAP.- 2º--- La gruta del musgo ---




             Se acomodaron en torno a una piedra ovalada, en cuya superficie estaba grabada una estrella de siete puntas.   Los hermanos desde una distancia prudencial observaban como el sitio correspondiente al brazo más largo, quedaba vacío.
      Después de estar un rato en absoluto silencio, cada uno de ellos, comió un poco de musgo y se dispersaron por las inmediaciones.
Hopkin.- Tú Didacus, serás el responsable del cuidado y custodia de estos pequeños. Cualquier cosa que hagan o les ocurra, solo será responsabilidad tuya.
Didacus.- venid, mejor dormiréis conmigo.   Pero antes comed un poco de musgo tierno
Blazh.- qué asco, a mi no me gusta el musgo
Didacus.- cierra los ojos, cómelo sin pensar en lo que es y te sabrá distinto
Aloys.- es verdad está buenísimo (intentando tragar sin masticar)
Blazh.- ¿estás seguro?
Aloys.- si prueba, ya veras
Blazh.- buahg, que asco
Aloys.- pues trajeló, sin que casi te roce la lengua. Algo tendremos que comer
Blazh.- yo es que ahora no tengo mucha hambre, si eso ya, mañana.
Aloys.- casi mejor que sí, estoy muy cansado

       En la estancia de las hojas secas, se tumbaron sobre la piel de Demelza aprovechando así el calor que desprendía, siendo acunados por su relajada respiración.
Aloys.- ¿podemos hablar un poco?
Didacus.- sí pero muy, muy bajito
Aloys.-  usted ¿porqué sigue teniendo forma de persona?
Didacus.-  siempre respeté las enseñanzas de Dubracko, nuestro emérito general.
Blazh.- ¿y porque manda más el duendecillo?
Didacus.- Hopkin fue su primer escogido y en su ausencia es a quien se le debe obediencia
Blazh.- ¡ahhh!
Aloys.-  ¿Qué edad tiene?
Didacus.- ¿Quién? ¿Hopkin?
Aloys.- no, usted
Didacus.- no lo sé,  ¿y vosotros?
Blazh.- yo tengo seis años
Aloys.- y yo once
Didacus.- ¿años? ¿Qué es un año?
Aloys.- un año, trescientos sesenta y cinco días
Didacus.- no entiendo
Blazh.-  ya sé.  Un día es desde que sale en sol, hasta que se  oculta y luego viene la noche que es desde que sale la luna hasta que vuelve a salir el sol
Didacus.- sí, eso aún lo recuerdo, me gustaba ver salir el sol, ¿pero y el año? ¿Por qué trescientos sesenta y cinco?
Aloys.- yo se lo explico…   En la primavera, se deshiela la nieve y salen las flores, todo se vuelve verde y luminoso. Luego viene el verano, hace muchísimo calor, se secan y se cosechan los campos.  Cuando las hojas de los árboles se ponen amarillentas y cubren el suelo, eso es el otoño.   Y después, aparece el invierno, con mucho frio y de nuevo se cubren las cumbres de nieve.    Pues entonces, cuando todo está pintado de blanco, ha pasado un año y otra y otra vez se repite la historia
Didacus.- entonces tú, has visto salir las flores once veces
Blazh.- ¡claro! y yo seis.
Didacus.- pues yo, estando aquí me lo perdí, pero debería haberlas visto nacer muchas veces,  tantas como patas tiene un sinphyla.
Blazh.- ¿Qué bicho es ese?
Aloys.- se debe referir a algo como una escolopendra
Blazh.- ¿una qué?
Aloys.- un, cien pies
Didacus.- me alegra que estéis aquí
Blazh.- no se enfade, pero… ¿Cuándo podremos marchar?
Didacus.- eso es complicado, pero cuando llegue la hora, todos volveremos por fin a lucir nuestras galas junto a Dubracko, para reunidos bajo el firmamento de Slacko, cumplir con nuestro cometido.
        Las antorchas fueron debilitando su luz hasta quedar extinta.    En la extrema oscuridad se oyó un susurro.
Didacus.- Ssssss… es la hora de dormir.
      El tiempo se transformó en infinito, la respiración cesó y el corazón de los pequeños fue desplomando sus latidos hasta quedar en incondicional reposo.
    El silencio, ahogo incluso el tintineo de las gotas de agua que se desprendían del techo de la gruta impactando contra el suelo.
     De pronto, las bisagras chirriaron, molestando el sueño de  Demelza.  Su leve sacudida, hizo parpadear a Didacus.
Didacus.- niños, niños, despertad
       Aloys  y Blazh, permanecían sumidos en un intangible desvanecimiento.
    Didacus, lleno de contradicciones, entre su deber y su querer, se incorporó y ascendió por la estrecha escalinata para cerciorarse de que la puerta estaba de nuevo abierta.
     Deslizó su mirada entre la vegetación y pudo ver una estrella que llenó su mustio pecho de luz.
Didacus.- niños, despertad, la puerta se ha vuelto a abrir
    Los niños no despertaban.  Primero cogió a la niña y la puso en sus brazos. En silencio, con la espalda pegada a los muros, volvió a subir los empinados escalones y la depositó en el exterior.
  Cuando volvió a bajar, quedó desvanecido sobre Demelza, su respiración era jadeante, tumbado junto al muchacho.
 Didacus.- despierta por favor, despierta, a tu hermana ya la he puesto a salvo, pero ya no me quedan fuerzas, necesito que pongas algo de tu parte, para hacer lo mismo contigo.
Despierta por favor, despierta.
      Todo su intento no daba resultado.   Lo puso sobre sus espaldas y a gatas, lo llevo hasta el principio de la escalera.
Didacus.- despierta, despierta,
          Lo zarandeó una y cien veces, le mojó la cara con sus manos empapadas, pero el chiquillo no respondía.
       Con su larga barba, anudó sus muñecas y arrastrándolo peldaño a peldaño, logró dejarlo cerca de la entrada.    Solo le quedaban unas míseras fuerzas, para empujar con los pies  a Aloys al otro lado de la abertura, lanzando un gemido en su último esfuerzo.
Hopkin.-  ¡Quien anda ahí!
                   Kazimir dio un chillido agudo y escalofriante, cerrándose bruscamente la puerta de nuevo y segando a la mitad las barbas de Didacus.
     Las antorchas se encendieron. Demelza en su sobresalto, hizo temblar toda la gruta.       Todos, excepto Didacus que estaba agotado,  se dirigieron a buscar protección junto al sarcófago de Dubracko.
Kazimir.- que también sobre él, caiga un castigo ejemplar por la desobediencia
Hopkin.- ¿Qué has hecho, insensato?
Didacus.- no por favor, no, clemencia para este pobre viejo
       A Hopkin, se le encendieron los ojos, estiró su brazo y por sus uñas, salió toda la furia que contienen mil Azraeles.
              Didacus cayó desde lo alto precipitándose al vacío convertido en un sapo de color grisáceo, con la piel  llena de pústulas y aspecto repugnante.
Kazimir.-  ¿Quién es ahora el traidor?
Larkin.- ¡cállate! Esto no habría ocurrido si tú no hubieses cerrado la puerta.  Se habrían ido sin más
Kazimir.- nadie les mandó entrar
Rohesia.- la podías haber cerrado cuando se aproximaban
Kazimir.- yo estaba dormida, al igual que vosotros
Noll.- mentira, tú estabas como siempre cerca de la entrada, esperando al acecho
Kazimir.- ¿yo?
Noll.- sí, yo también merodeo cuando entran los primeros rayos de luz para coger algún insecto y tú siempre estás ahí, esperando a que el aire haga entrar algo que degustar
        Las voces, terminaron despertando a Demelza y en su intento de jugar, hizo caer la gran lámpara, lo que provoco algo similar a un seísmo en la ladera de la  montaña bajo la cual estaba la gruta
Hopkin.- ¡silencio insolentes!, ¡quieta Demelza!, no es hora de jugar
Rohesia.-  ven pequeña, hay que ir a dormir.     Pero qué bonita eres, túmbate aquí con tu amiga Rohesia
Hopkin.-  ahora vamos hablar muy seriamente, nunca jamás se volverá abrir esa puerta
Didacus.- y cuando llegue el momento esperado ¿por dónde entrará Dubracko?
Hopkin.- por donde salió
Noll.- entonces nunca volverá
Hopkin.- ¿dudáis de su palabra?      El dijo que vendría y que en su luz traería el mensaje de Slavko. O acaso lo habéis olvidado
Larkin.- no pero ¿por dónde entrará su luz?
Hopkin.- no lo sé, no lo sé, pero ahora es un peligro tener esa puerta abierta, los niños pueden volver.
Didacus.- creo, que esos niños, jamás regresaran
Kazimir.- los teníamos que haber retenido hasta su muerte, ahora todo está en peligro, vendrán más, destruirán  lo poco que queda en pie y  saquearán los restos de Dubracko
     (Didacus, lanzó un esputo a la cara de Kazimir)
Didacus.- cuando por fin estemos en presencia de Slavko, recordadme que le corte la lengua a esta rata
          Kazimir, erizó el pelo de su lomo y se agarró con las uñas, preparada para saltar sobre Didacus
Hopkin.- quieto Kazimir, o seré yo quien te la corte junto con ese rabo asqueroso que te persigue en todo momento.



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