Con la noche llegaron
las contradicciones a su mente y con las dudas, los sueños que se adelantaban a
lo leído en las páginas del libro.
La curiosidad, le hizo
esperar unos días para devolverlo y el tenerlo allí, le provocó el abrirlo y
seguir leyendo.
Llegado el momento, tras cubrir los campos las
nieves diez veces.
Se volvieron a reunir en aquella
extensa llanura.
Una gran edificación se levantaba en el
centro.
Una cárcel con columnas de piedra como
barrotes, una trampa que esperaba a ser habitada por un dragón que tenia
atemorizado a los pueblos del entorno, secuestrando niños y arrasando sus cosechas.
La vieja druida del clan,
había vaticinado la inminente presencia de un guerrero que vencería al leviatán
terrestre y que aquella cárcel seria la morada de él y su ejército por los siglos.
Aquella llanura, campo de batalla escogido
para redimir disputas, estaba cubierta de armas y cuerpos yacentes.
Mientras dormían, APACOH (el dragón), se
abalanzó sobre ellos.
Dubracko despertó, empuño una espada
y atravesó con certeza el corazón de Apacoh.
Los lugareños a modo de festejo, le abrieron
en canal para esparcir por la llanura sus restos, mientras en alabanzas gritaban
el nombre de Dubracko.
En sus entrañas se hallaba una cría a punto
de nacer.
Cuando Dubracko cegado por la
euforia, se disponía a seccionarle el cuello y así acabar con aquella estirpe,
el resplandor de un rayo, cegó sus ojos.
.--- (Has faltado a tu palabra, jamás debías empuñar un arma.
No solo has robado una vida, si no que estabas dispuesto a repetir la
acción)
El sol se eclipso, la tierra tembló y un
rugido estremeció los cielos y todos huyeron despavoridos a refugiarse en sus
casas.
Dubracko, como precio a pagar por
su desobediencia se quitó la vida.
Después de ser enterrado por los suyos, lo
cubrieron con sus túnicas y una pesada lápida.
Tras aquellos barrotes de piedra, junto a la cría de dragón, lo velarían
hasta que el sol volviese a lucir de nuevo.
Entonces,
el defraudado Menghormati,
decidió cubrir aquella edificación con piedras y arena, formando allí un gran
monte.
Después, deslizó sobre el poblado un manto de olvido perpetuo, para que
nunca nadie recordase lo allí sucedido.
Pasaron unos días y una
noche Dulce se levantó y fue de nuevo a hablar con Luis.
Dulce.-
Luis despierta, tengo que hablar contigo
Luis.-
déjame en paz
Dulce.-
¿por qué no quieres hablar de ese libro?
Luis.-
por favor, es mejor olvidar
Dulce.-
pero… olvidar qué
Luis.-
pues eso, nada
Dulce.-
a ti te pasa algo y no me lo quieres contar
Luis.-
lo que me pasa, es que tengo sueño y tú eres muy pasada
Dulce.-
vale duérmete, ya lo averiguaré yo
Luis.-
pues eso, averígualo tú.
Dulce.-
hasta mañana, que eres más tonto
Luis.-
que sí, que me olvides.
Dulce volvió a su
habitación enojada con su hermano. Tendría que terminar el libro, para
encontrar la respuesta.
Una
doncella, acompañada por valiente caballero que porta espada como rayo de luz,
se adentrará en una gruta penetrando entre las fauces de las rocas y tras
descender al limbo de los eternos olvidados, serán dirigidos en plenilunio al pequeño
y oscuro habitáculo donde descansa Dubracko.
Siete puntos de luz se unirán formando una
estrella. La losa cobrará vida y se retirará, dejando
salir la esencia que en ella habita, portando las armaduras de los sumisos
guerreros.
Tras esto, varias
páginas amarillentas, vacías, sin letras, dibujos, ni caracteres de ningún
tipo.
No, no, así no podía
terminar esto. No hay derecho.
Enfadada, al día siguiente se fue a ver al librero, seguro que
había algún libro más.
Dulce.-
vengo a por el otro libo
Librero.-
¿Qué otro libro?
Dulce.-
tiene que haber otro
Librero.-
que yo sepa no
Dulce.-
pues vaya una mierda
Librero.-
no te entiendo, explícate
Dulce le contó la
historia completa.
Tenía que estar escondida una segunda parte
por el almacén. Seguro.
Librero.-
lo siento, pero yo no he visto nunca nada, tal vez se tiró, cuando se hizo la
reforma
Dulce.-
me siento engañada, defraudada. No volveré a empezar ningún libro
Librero.-
piénsalo bien pequeña, te has adentrado en un mundo maravilloso, has conocido a
unos personajes con una misión celestial, has puesto en tus manos una ilusión,
la esperanza de saber más
Dulce.-
si… y me he llevado una desilusión
Librero.-
te dije, que este libro te haría pensar
Dulce.-
pues ya no quiero pensar
Librero.-
también te dije que pensar es muy duro. En tu mano está buscar, investigar y encontrar
su final
Dulce.-
pues muy bien, vaya ayuda de mierda
Librero.-
no te desanimes, solo tú puedes lograr resolver el enigma que te atormenta
Dulce.-
ya puede poner el libro de nuevo en el almacén
Librero.-
no, este libro es tuyo. Llévatelo. Estoy
seguro que lo volverás a leer y en él encontrarás respuestas.
Dulce.-
tenía razón mi madre, otro trasto al que limpiar el polvo.
Todas las tardes, iba
a la biblioteca, ninguno de los que allí trabajaban, sabían darle
respuestas. Buscaba en internet algo
que hiciera referencia a ese libro o alguno de contenido parecido, pero nada.
Cuando estaba a punto
de tirar la toalla, una noche, en sueños, vio a dos niños bajando unas
escaleras hacia unas profundidades cubiertas de columnas derruidas.
¿Qué significaría eso?
Volvió a releer el
dichoso libro, para encontrar aquello que había pasado por alto. Tal vez el final estaba en los dibujos de las
láminas. Pero… por qué los guerreros de los dibujos llevaban armaduras y
espadas cuando el libro solo hablaba de túnicas blancas.
Tal vez, sería un
punto de partida por dónde empezar a buscar de nuevo.
Su profesora de
historia, era una persona que desvariaba mucho.
Tenía tanto conocimiento de la materia que a veces se remontaba a
tiempos inmemorables para dar base a un hecho contemporáneo.
Sí. Debía
de hablar con ella de ese libro, además seguro que a ella le encantaría.
Dulce.-
profe, quisiera preguntarle sobre un libro que he leído
Profe.-
¿cómo? ¿Qué has leído un libro? ¿Tú?
Dulce.-
sí, yo
Profe.-
¿y qué libro es ese?
Dulce.-
SLAVKO
Profe.-
Slavko, no me suena
Dulce.-
mire lo tengo aquí
Profe.-
a ver, nunca lo había visto, espera, recuerdo haber oído hablar de él, pero
donde
Dulce.-
piense profe, piense
Profe.-
es que no sé, ahora que lo dices ese nombre me suena, o no, será algo parecido
Dulce.-
en qué quedamos sí o no
(La profesora se puso
la mano en la frente y cerró los ojos).
Profe.-
no logro recordarlo
Dulce.-
vamos profe, que usted es un coco
Profe.-
no sé, no sé. Ahora mismo no logro recordarlo
Dulce.-
bueno, que se le va hacer
Profe.-
mira déjame el libro y tal vez leyéndolo recuerde algo. ¿No te importa, verdad?
Dulce.-
no, no, si yo ya lo he leído varias veces
Profe.-
te prometo leerlo este fin de semana y el lunes por la tarde quedamos y te
invito a un zumo en mi casa
Dulce.-
hecho
Profe.-
no sabes la alegría que me acabas de dar, nunca hubiera esperado esto de ti
Dulce.-
ay que ver, personas de poca fe
Profe.-
ja, ja, ja, vamos bruja, que es hora de volver a clase
Aún sin ninguna
respuesta, Dulce se sintió aliviada, la persona que más sabía de historia, le
iba a ayudar. Esa tía era un coco, lo
que no supiera ella no lo podía saber nadie.
Pasó el fin de semana y
como habían quedado, el lunes por la tarde Dulce se presentó en su casa para hablar
del tema.
Profe.-
buenas tardes, entra, vamos a la cocina, pelamos la fruta y preparamos juntas
los zumos
Dulce.-
¿ha averiguado algo?
Profe.-
es un libro muy raro, he buscado algo sobre él y no encuentro nada en ningún
sitio, pero sin embargo creo que logré recordar algo que tal vez te pueda
ayudar.
Dulce.-
¿qué es, qué es?
Profe.-
tranquila, que tenemos toda la tarde
Era de esperar, para
explicar algo siempre daba mil y una vueltas, pero al final lo soltaba. En fin, habría que tener paciencia.
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