Ya sentadas en
el salón, Dulce estaba nerviosa.
Profe.-
el librito, bueno no está mal, cortito, soso, vamos, que no vale para nada
Dulce.-
vale, no se enrolle y vamos al grano
Profe.-
es como si a mí, me da por escribir sobre vehículos siderales
Dulce.-
ahora sí que me he perdido
Profe.-
pues eso digo yo
Dulce.-
espere, aclarémonos,
Profe.-
por cierto ¿qué tal está el zumo?
Dulce.-
muy rico, pero usted dijo que se había acordado de algo
Profe.-
a sí, mira recuerdo… pero de esto ya hace algunos años... este libro ¿de dónde lo has sacado?
Dulce.-
pues de una librería
Profe.-
¿cómo, que de una librería?
Dulce.-
si, un día paré frente a un escaparate y el librero me lo dejó
Profe.-
¿pero no es de tus padres?
Dulce.-
¿de mis padres esto?
Profe.-
ya me parecía a mí que de tus padres no era
Dulce.-
¿y qué tienen que ver mis padres en esto?
Profe.-
no sé, pero… a sí ya me acuerdo. Resulta que te iba a comentar, que sí. Sabía que ese nombre me sonaba de algo, pero
no sabía de qué
Dulce.-
y ahora ya lo sabe, así que… vamos dígalo
Profe.-
pero no entiendo que este libro te lo hayan dejado en una librería sin más
Dulce.-
si es que eso, da igual
Profe.-
no, porque si no estaba en tu casa, lo que yo creo, no puede ser
Dulce.-
¿pero que no puede ser?
Profe.-
¿te apetecen unas pastas?
Dulce.-
¡No coño, no me apetecen unas pastas!
Profe.-
¡no pienso permitir ese vocabulario en mi casa!
Dulce.-
perdóneme por favor, pero es que… es usted muy cansina, lleva una hora dando
vueltas y no dice nada
Profe.-
sí, sí, tienes razón, voy a por unas pastas y seguimos hablando
Dulce en ese momento se levanto de la silla
con la intención de mandar todo a la mierda.
Profe.-
no te levantes, tranquila, que ya las traigo yo
Esa mujer, era una
pesadilla. Imposible no desesperarse.
Profe.-
las vueltas que da el mundo y que coincidencias más raras
Dulce.-
¿perdone?
Profe.-
que ya es mucha casualidad, que fuera tu hermano Luis quien me preguntase por
ese mismo nombre hace años
Dulce.-
¿mi hermano?
Profe.-
si, además recuerdo que él no me habló de ningún libro, tan solo preguntó por
los nombres de Dubracko y Slavko.
Dulce.-
será cerdo
Profe.-
que dices
Dulce.-
nada, nada, estaba hablando sola
Profe.-
pues siento no poder ayudar más, pero esto debe ser un relato de ficción
Dulce.-
tranquila y gracias. Me ha ayudado más de lo que se imagina
Profe.-
ahora soy yo la que no entiende nada
Dulce.-
tal vez, algún día, tomaremos otro zumo juntas
O sea, que Luis, sabia
de la existencia de aquel libro.
¿Qué habría pasado para no
querer volver a hablar de él?
Cuando llegó a su
casa subió a ver a su hermano.
Dulce.-
muy listo, ósea que te ya habías leído el libro
Luis.-
yo que voy a leer ese libro
Dulce.-
y de dónde sacaste el nombre de Dubracko
Luis.-
que dices, yo nunca he oído ese nombre
Dulce.-
¿estás seguro?
Luis.-
pues claro
Dulce.-
esta tarde he estado con la profe de historia y ella me lo ha cantado
Luis.-
te ha contado qué
Dulce.-
que hace años tú también le preguntaste por ese nombre
Luis.-
pues no sé, tal vez lo oí en algún sitio
Dulce.-
dónde lo oíste
Luis.-
que no me acuerdo, ni siquiera que haya preguntado por él a nadie y menos a esa
que está loca
Dulce.-
me estás engañando, tú sabes algo
Luis.-
por favor, te rogaría que dejases ya ese tema
Dulce.-
voy a seguir buscando y como encuentre algo que demuestre que sabes algo y no
me lo quieres decir a mamá que vas.
Luis.-
déjame en paz, que estoy estudiando
Dulce.-
vale, cállatelo, pero a burra no me ganas tú a mí
A partir de aquel
día, todas las noches el mismo sueño los visitaba.
A Dulce; se le representaban aquellos dos
niños bajando por la escalera.
A Luis; le asaltaban
aquellos seres, sentados alrededor de aquella piedra en la que estaba cincelada
una estrella de siete puntas.
Dulce, se iba
aplicando en los estudios. Era afable,
más extrovertida, cada día encontraba cosas nuevas que le hacían investigar con
ansias de saber. Incluso sacaba libros de la biblioteca
referentes a astrología, esoterismo y todo lo relacionado con las ciencias
ocultas.
Sus padres no entendían aquella trasformación
y afición (teniendo en cuenta su corta edad) pero… bienvenida era aquella nueva Dulce.
Por el
contrario Luis, cayó en picado en los estudios, se volvió mal humorado, de
carácter recio, cualquier escusa era buena para no abrir un libro o ir a su
habitación dormir.
Se revelaba contra todo y nunca daba una explicación.
Solo callaba y se daba media vuelta.
La llegada de una
visita inesperada, daría un giro radical a la percepción de las cosas.
Llamaron al timbre….
Madre.-
qué sorpresa ¿pero qué haces tú aquí?
Padre.-
¿Quién es?
Madre.-
mirad quien ha aparecido, la tía Lourdes
Padre.-
coño, ya era hora de que se te viese el pelo
Tía.-
mira, que me he dicho: ya está bien, voy
a ver cómo anda esta familia y paso con ellos un par de días. Espero
que me deis cama
Padre.-
como no, y de cenar también
Madre.-
¿no os acordáis? es la tía Lourdes, la hermana de papá
Tía.-
o sea, que tú eres Luis y tú Dulce. Que grandes estáis
Padre.-
pero pasa, que nos hemos quedado en la puerta
Madre.-
y qué tal te va la vida
Luis y Dulce, se limitaban a escuchar la
conversación. Parecía tener una vida
ajetreada e interesante, mucho viaje, conociendo sitios inhóspitos y
extraordinarios.
Padre.-
hoy si os parece os invito a cenar al restaurante ese que han abierto nuevo,
esto hay que celebrarlo a lo grande
Tía.-
con una condición, que pago yo
Madre.-
si hombre, para una vez que bienes vas a pagar tú
Tía.-
bueno pues entonces mañana, me llevo a estos mozos de compras
Dulce.-
buena idea
Luis.-
a mi no me apetece
Padre.-
oye Luis, para un poco
Tía.-
va que no pasa nada, si no quiere venir que no venga, pero se va a perder unas
historias súper interesantes
Madre.-
que si va, es que últimamente está muy raro
Tía.-
tú no te preocupes, son cosas de la edad.
Mira yo cuando tenía dieciséis años, que te cuente tú padre
Padre.-
no, mejor no contarlo, lo que tuvimos que aguantar
Tía.-
pero bueno luego cambié y aquí me tienes
Madre.-
bueno, la verdad es que tardaste, porque cuando nos casamos, todavía eras de
echarse a correr
Tía.-
ja, ja, es verdad, no podía aguantar con un novio más de dos meses
Padre.-
menuda lechecilla tenía la tía
Tía.-
por eso sigo soltera y bien requetebien que estoy
Dulce.-
pero tía, tú en realidad, a que te dedicas
Tía.-
la verdad. Yo visito ruinas, analizo e interpreto sus
signos y símbolos, pero en realidad, solo es una escusa para hacer lo que me da
la gana y viajar por el morro
Padre.-
de eso puedo dar fe, morro tiene para aburrir
En ese momento, Dulce
vio, una oportunidad de oro.
Madre.-
vamos a arreglarnos y a cenar. Luis,
Dulce, dejar todo preparado, esta noche dormís en la habitación de Luis y tía
en la de Dulce
Dulce.-
y porqué no dormimos tía y yo juntas
Tía.-
a mi no me importa
Madre.-
bueno ya veremos
La cena resultó una
velada agradable. Hacía tiempo que no
veían sonreír a Luis con esas ganas y a Dulce, callada, se le iluminaba la
miraba, como si fuera ella la protagonista de sus historias.
Por el camino, en un
momento, Dulce se quedó con su tía unos pasos más atrás.
Dulce.-
tú que sabes tanto, has oído alguna vez el nombre de Slavko
Tía.-
jamás oí ese nombre
Dulce.-
Dubracko?, Hopkin?, Didacus?, Kazimir?,
Tía.-
pues no, la verdad es que no, pero ¿por qué debería conocerlos?
Dulce.-
nada, nada
Padre.-
vamos, que os quedáis atrás
Cuando llegaron a casa,
la madre sacó un viejo álbum de fotos y se pusieron a recordar viejos tiempos.
Reían de las
vestimentas que se llevaban cuando eran jóvenes. De pronto una foto de Luis y
Dulce, se deslizó y cayó al suelo. Dulce se agachó a cogerla, en ese momento
quedó pálida.
Hacía muchos años, que
no se habría aquel cajón de recuerdos de la infancia. Ya casi ni recordaba.
Dulce.-
¿de cuándo es esta fotografía?
(Los padres quedaron
mudos)
Tía.-
esta fue dos días después de que os perdieseis en el monte. Vaya susto nos
disteis, ni te imaginas lo mal que lo pasamos hasta que os encontró aquel
sabueso
La madre estaba a punto
de echarse a llorar, recordando aquel momento.
Padre.-
bueno, este es un día de alegría y agua pasada no mueve molinos
Luis.-
mira que pantalones llevaba mamá y que botas
Madre.-
pues la camisa de tu padre, no tiene desperdicio
Padre.-
jolín, que tiempos
Tía.-
veo estas fotos y me siento ridícula, vaya pelos
Padre.-
vamos a dormir que mañana es día de escuela
Luis.-
pero mañana no iremos a clase
Tía.-
mañana para vosotros es fiesta, por un día no va a pasar nada
Dulce.-
me subo a dormir
Tía.-
¿pero no íbamos a dormir juntas?
Dulce.-
no que tú tienes que descansar del viaje, si eso… mañana.
Dulce se acostó y se hizo la
dormida esperando la llegada da Luis.
Esa noche parecía no tener prisa, su madre, su tía y él, seguían
hablando en el salón. Con la
puerta abierta, intentaba poner la oreja, pero no conseguía saber de qué iba la
conversación.
Se levantó despacio sin
hacer ruido y se acercó a la escalera.
Nada que le interesase de la conversación, seguían hablando de las
vestimentas de aquellos años.
Dulce.-
qué, subes a dormir o no
Luis.-
duérmete pesada
Padre.-
venga que mañana tenéis todo el día
Luis.-
que coñazo de gente. Tía ¿me puedo acostar yo en tu habitación?
(Según asentía con la cabeza, como gesto de
conformidad)
Madre.-
calla Lourdes que te conozco, vamos tú a tu cama
Tía.-
majo es lo que hay
Luis.-
hasta mañana
Tía.-
a dormir, mañana seguimos
Madre.-
que alegría, que ganas tenía de ver así de nuevo a Luis, esto es un milagro
Tía.-
oye de milagros nada, Ssss, que yo ya no soy virgen
Madre.-
ja, ja, sí mejor lo mantenemos en secreto, no se lo digas a nadie, pero yo
tampoco
Tía.-
oye cuñada ¿y si nos acostamos hoy las dos juntas?
Madre.-
Buena idea
Luis llegó a la
habitación, Dulce se había cansado de hacerse la dormida y estaba sentada en la
cama con la foto en sus manos.
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