Me
disfracé de tigresa
para ocultar
mi estatura
por no
sentirme pequeña
entre personas
de altura.
Y me mantuve de pie
en la columna
apoyada
mientras que
todos sentados
oían a quien
hablaba.
Yo que esperaba un discurso
de relevante cultura.
Vi como un hombre muy serio
leía punto por
punto
lo que en un
papel ponía.
Sin entender el porqué
en los
silencios pausados
junto con un
sorbo de agua
el público le
aplaudía.
Al terminar el evento
llovían
felicitaciones
con reverencia
incluida.
La gente se fue marchando,
la sala quedó
vacía.
Allí quedó el hombre solo
recogiendo los
papeles
que sobre el
atril había.
Tras recorrer el pasillo
cuando a mi
lado pasó
se le ocurrió
preguntarme
que tal me
había parecido.
Yo le conteste que: bueno.
Pues siendo una simple gata
disfrazada de
tigresa
para ocultar
mi estatura,
esperaba de un
león
siendo el rey
de los felinos
un sermón de
más altura.
.- tan pendiente del disfraz
has estado tú,
gatita,
que no has
visto que sentados
tan solo había
ratones.
Los señores
con sombrero,
las señoras
con tacones,
y les he
contado un cuento
que les llene
de ilusiones.
Entraron siendo mendigos
y han salido, ricachones.
Muy bien retratada una gran realidad. Te felicito.
ResponderEliminarBien planteada una de las tantas ironías de la vida. America Santiago.
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