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martes, 12 de noviembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 09

 

"Ver con los ojos cerrados" 09

 

 

   En esos días, tocaba hablar de algo distinto;

    Quería estar seguro de esa gran decisión a tomar y no pensaba tomarla solo.  Tomaría en consideración la opinión de su familia y nuevos amigos, aparte de encontrar alguna otra contraprestación, que no solo fuera económica.

   Lo que más le apetecía en ese momento en que piso la calle tras salir de la oficina, era irse él solo a pasear, pero recordando lo que pasó anteriormente decidió hacerlo avisando, y primero llamó por teléfono a su mujer para evitar preocupaciones.

Manuel.- oye, te importa si no voy a comer, me apetece pasear un rato, pensar sobre algo que me ha dicho  don Andrés

Verónica.- ¿has tenido bronca?

Manuel.- no, modificaciones en la oficina

Verónica.- y por qué no vienes, comemos con los niños y luego nos vamos los dos tranquilamente, también podemos pensar juntos

Manuel.- no, tú vete a tomar café y jugar la partida

Verónica.- anda y que le den a la partida, prefiero estar contigo

Manuel.- entonces ¿voy para casa?

Verónica.- pues claro, venga, que ya tengo la mesa puesta

  No tenía nada claro lo que hacer, sabía que el resto de compañeros de trabajo se limitaban a tramitar cinco expedientes diarios, que para ellos no eran más que un número, sin tener en cuenta la gravedad de cada situación y hay veces que aunque las normas de arriba digan lo contrario, hay que meter alguno de más, para agilizar algunas cosas demasiado dormidas.

 

Manuel.- ya estoy en casa

Samuel.- vamos papá que se te pegan los zapatos a la acera

Lourdes.- ya estamos todos sentados

Manuel.- dejadme al menos lavarme las manos

Verónica.- el día que lleguéis vosotros tarde os vais a enterar

Manuel.- mira que sois caga prisas, ni que tuvieseis hambre

Verónica.- ahora con papá delante, me vais a aclarar lo del pollo ese y la rubia

Samuel.- bueno sí, ahora vamos a comer

Lourdes.- déjalo para otro rato

Manuel.- que “jodíos”, como se hacen los tontos

Verónica.- es que resulta, que aquí la niña tiene un “roneo” con un pollo al salir de la biblioteca, y este otro anda detrás de una rubia de bote

Manuel.- a ver, explicaros

Samuel.- a mí, dejarme en paz, que es ella la que anda detrás de mí y yo no quiero saber nada

Lourdes.- tú eres muy chulo

Samuel.- y tú muy pánfila, que te vas a dar un tortazo con ese imbécil

Manuel.- quietos, a ver si ahora os vais a poner a discutir por nada

Verónica.- la que se va a enfadar soy yo, queréis que os contemos las cosas, pero vosotros no contáis nada, me parece bien, pero en esta familia todo es importante, y cualquier cosa, mejor enterarnos aquí que por boca de otros, que luego vienen las confusiones, o no

 Manuel.- venga que no pasa nada, ya lo hablaremos en otro momento más tranquilos;    ahora a comer que mamá se tiene que arreglar para irnos de paseo, que tenemos que hablar de una cosa

Lourdes.- de qué

Verónica.- de cosas nuestras

Samuel.- pero mira que eres metija, a ti que te importa

Lourdes.- no, voy a ser como tú

Samuel.- pues mira, esta tarde no voy a la biblioteca ¿os importa que vaya con vosotros a dar ese paseo?

Lourdes.- ah, pues yo también

Samuel.- desde luego, si culo veo, culo quiero

Manuel.- no me importa que vengáis, pero creo que mejor, vais a estudiar y luego en la cena lo comentamos, o no, depende de las ganas que tenga

Verónica.- ¿ha quedado claro? Vosotros a lo vuestro, que ya no quiero que me contéis nada

Samuel.- mira que eres rencorosa ¿quieres saber quién es esa rubia?

Verónica.- que no, que no lo quiero saber

Samuel.- pues cuando lo quieras saber me preguntas, me voy a la biblioteca

Verónica.- pues eso, a estudiar mucho

Lourdes.- espera Samuel que voy contigo

          ---Verónica cogió por el brazo a Lourdes según salía de la cocina---

Verónica.- quién es la rubia

Lourdes.- yo no te voy a decir nada, pregúntale a él

Verónica.- vale, a ti te espero yo traidora

Manuel.- déjalos en paz, no ves que están en la edad de tontear

Verónica.- tú cámbiate de ropa

Manuel.- sí, ahora mismo, ve cambiándote, que recojo la mesa y voy

 

     Esa tarde de otoño no estaba demasiado apacible, por lo que directamente se acercaron hasta su sitio preferido, y allí sentados tranquilamente disfrutaron de un café calentito pensando en la propuesta de Andrés.

Verónica.- hombre, pensándolo bien, en atención al cliente se están menos horas y si al final vas a ganar más

Manuel.- sí bueno, a partir de las dos, la verdad es que se cierran las puertas y el que está en el mostrador, no tiene nada que archivar ni revisar para el día siguiente

Verónica.- yo creo que a ti eso se te daría bien, de no ser así, no te lo habría ofrecido

Manuel.- la verdad es que desde que voy al comedor, el trato que tengo con la gente ha cambiado mucho, ahora frente a mí, ya no veo solo un número de expediente, sino a una persona, una familia, una situación, y hay veces que tienen que dar mil vueltas de despacho en despacho, con lo sencillo que es mandarlos directamente al sitio adecuado y que vayan con los documentos bien rellenos y ordenados.

Verónica.- pues yo creo que vas a estar en el sitio adecuado

Manuel.- pero no sé, la burocracia no va a cambiar

Verónica.- pero puedes hacer que para algunos, sea un poco más llevadera

Manuel.- y si cambiase de puesto ¿te importaría que algún día a la semana no fuese a comer?

Verónica.- que estás pensando ya

Manuel.- que los días que tú vas al café, puedo salir a los dos e ir a echar una mano al comedor

Verónica.- ya me parecía a mí, pero, eso si te deja esos días salir a las dos

Manuel.- yo creo que sí, si se lo pongo como condición

Verónica.- no juegues con fuego, a ver si te vas a quemar

Manuel.- el no ya lo tengo, pero si dice que sí

Verónica.- inténtalo, por mí no tengas problema;  yo sabiendo dónde estás y que estás bien

Manuel.- me fastidia el dejar de comer dos días más con los niños

Verónica.- de todos modos, sabes que llegan y se van a la carrera

Manuel.- yo después de dar las comidas, te llamo todos los días antes de que salgas de casa y si es necesario porque pasase algo, (que espero que no) a las tres y pico, estoy en casa y os pillo comiendo. Y si hace falta antes también

Verónica.- ya les diré yo a estos que días tienen que llegar antes para comer tranquilos, que siempre se van con la comida en la garganta.

 

     Se terminaron el café en silencio, mirándose de vez en cuando, sonriéndose con las pestañas en un parpadeo sumiso, que acompañado por una mueca de la comisura de labios daba resplandor a la curvatura de sus pómulos rosados.

  Sus manos frías se unían sobre la mesa con un tacto suave de las yemas de sus dedos contra la piel de las palmas marcadas por las líneas de la vida.

Manuel.- parece que al final se ha quedado buena tarde y no parece que vaya a llover.

Verónica.- seguro que hoy, el atardecer va a ser precioso

Manuel.- ¿te apetece que vayamos a sentarnos en nuestro banco?

Verónica.- pues sí, vamos. Vamos al banco a verlo con los ojos cerrados.

 


 

 

viernes, 8 de noviembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 08

 

"Ver con los ojos cerrados" 08

 

 

     Tardaron un rato en quedarse dormidos entra charla y risas; comentaban lo sucedido por la tarde, el susto que les había dado,  lo decididos que eran esas personas sin temor a mojarse con tal de encontrarlo,  lo que se preocupaba de todos Roberto, y también el cabreo que tenía Lourdes por no poder soltar unas espantadas, dando coces,  ante las malas lenguas.

          Llevaban ya un rato dormidos cuando Lourdes entró en la habitación.

        Se acercó despacio a la cama por el lado de su madre, se puso de rodillas junto a ella y le tocó la cara con suavidad.

Verónica.- qué pasa

Lourdes.- Ssssss.  Nada

Verónica.- ¿quieres algo?

Lourdes.- tú, ¿sabes ver con los ojos cerrados?

Verónica.- es solo una frase, pero estoy aprendiendo, bueno, por ahora solo se chocarme con las farolas

Lourdes.- pues vaya, entonces  ¿lo has intentado?

Verónica.- claro, y es alucinante

Lourdes.- y qué se ve

Verónica.- Como te digo, por ahora nada, primero tengo que saber oír

Lourdes.- y qué se oye

Verónica.- muchas cosas, cosas que hasta hace poco, nunca había escuchado

Lourdes.- ¿pero vas andando?

Verónica.- no, por ahora estoy empezando a practicar sentada en el banco del parque, pero el primer intento, hay que hacerlo caminando, para darse cuenta de lo que se puede lograr

Manuel.- qué pasa, habéis comido lengua o qué

Verónica.- caya y duérmete

Lourdes.- me voy a la cama, ya os dejo dormir

Manuel.- qué le pasa a esta ahora

Verónica.-  nada, mira que está tonta tu parte de hija

Manuel.- ¡ya! Tu parte es muy lista, voy a la cocina a tomar un vaso de agua y vuelvo

    -- Samuel que también estaba intranquilo, al oír movimiento se levantó a ver qué pasaba---

Samuel.- ah, pensaba que era mamá

Manuel.- pues soy yo

Samuel.- me voy hacer leche con cola-cao

Manuel.- al final no hemos cenado casi nada

Samuel.- oye   ¿Pero tú de verdad estás bien?   Mira que nos has mentido muchas veces y al final…

Manuel.- estoy mejor que he estado nunca

       ---A verónica le extrañaba que tárdese tanto ---

Verónica.- ¿qué hacéis aquí los dos?

Samuel.- nada, llenando un poco la tripa

Manuel.- ¿te apetecen unas galletas?

Verónica.- mira, pues sí

Samuel.- que me decía a mí, no a ti

Verónica.- pero ya que las saca, aprovechamos todos

Manuel.- entonces ¿preparo un vaso de leche con cola-cao para ti también?

Verónica.- no, yo mojo en el vaso de este

Samuel.- prepárale uno a ella, que es una torpe y se le caen la mitad de las galletas dentro al mojar

Verónica.- ¿me estás llamando torpe?

Samuel.- estoy diciendo que luego lo que queda de leche, me gusta bebérmelo sin tropezones

       Un ruido se oyó por el pasillo  (un jarrón decorativo rodaba por el suelo)

Manuel.- ¡Quién anda en el castillo!

Samuel.- algún fantasma

     ---Lourdes apareció en la puerta de la cocina---

Samuel.- qué;  parece que ataca el hambre

Lourdes.- que no, que no soy capaz de ver con los ojos cerrados

Verónica.- que no hay que tener prisa

Samuel.- te digo yo, que no están bien las cabezas

Lourdes.- inténtalo tú, que eres muy listo

Samuel.- pues es bien sencillo

Lourdes.- vamos demuéstralo

Samuel.- cuando termine la leche

Verónica.- verás como al final me joden el jarrón

Manuel.- vamos pasa, tú también querrás comer algo

Lourdes.- pues ya que te pones

  La noche tenía la pinta de ser larga;  bromeaban y se preguntaban sobre cómo iban de amoríos esos dos, que no daban ninguna explicación.

Entre pregunta y silencio, ellos se interesaban por esa gente del comedor, pero Manuel no soltaba prenda. De los que allí trabajaban no quería dar detalles por ahora y de los que iban a comer, mejor preservar su identidad en el anonimato no se les fuera la lengua, y era algo muy delicado como para lanzarlo a cuatro vientos.  

      Lourdes quería enterarse de aquellos que había comentado que andaban embargados, “por si tenía que poner a alguna en su sitio”, pero como buen profesional su respuesta era el silencio.

     Al final se fueron a dormir tras una noche llena de preguntas y  respuestas ausentes.

        Acostados, todos cerraron los ojos y en el silencio escucharon el latir de su corazón, la candencia de su respiración, y el sonido de la oscuridad invitándolos a soñar con algo bonito.

       A la mañana, aun habiendo dormido poco, según iban sonando las distintas alarmas, se levantaban como si hubiesen dormido diez horas.    El sueño había sido corto pero reparador.   Manuel hacía rato se había ido al trabajo, y los tres mientras desayunaban comentaban lo bien que lo habían pasado esa noche.

Samuel.- esto hay que repetirlo más veces

Verónica.- sí, pero papá madruga

Lourdes.- seguro que a él no le importa

Verónica.- eso ya lo sé yo, con tal de estar con vosotros le da igual el no dormir

Lourdes.- pues yo anoche cuando nos acostamos cerré los ojos y escuché en silencio y sí que es raro, pero bonito

Samuel.- pues aunque me cueste reconocerlo, yo hice lo mismo, parecía que tenía el corazón en los oídos, latía con tal fuerza

Verónica.- qué casualidad, hicimos todos lo mismo

Lourdes.- Samuel cuidado, a ver si el que anda más pa’llá que pa’cá vas a ser tú

Samuel.- a este paso nos encierran a los cuatro

Verónica.- y qué más da; pues yo estoy muy a gusto

Samuel.- hacía tanto tiempo que no veía a papá tan feliz

Lourdes.- tengo ganas de conocer a esas personas tan especiales

Verónica.- todo a su tiempo

Samuel.- mejor dejemos que él marque los tiempos, estoy seguro que tiene muy claro cómo y cuando quiere hacer las cosas

Lourdes.- pero sin que nadie lo sepa, ¿Quiénes son mamá?

Samuel.- mira que eres pesada, a ver, cuéntale a mamá quién es el chaval ese con el que saliste el otro día de la biblioteca, que ibais tan acaramelados

Lourdes.- mira que eres payaso

Verónica.- pero eso no lo sabía yo, cuenta, cuenta

Lourdes.- me voy que se me hace tarde

Samuel.- mira como le entran las prisas

Verónica.- te acompaño a clase y me lo cuentas por el camino

Lourdes.- acompaña mejor a este parla en balde y que te cuente él, quién es la rubia de bote esa, que anda detrás de él

Samuel.- mira que eres chiflata

Verónica.- ya hablaré yo con vosotros dos

Samuel.- para otro rato que llegamos tarde

 

         --Entre tanto, en el trabajo, Manuel había sido requerido por su jefe, para tener con él, una nueva conversación—

 

Manuel.- que habré hecho ahora mal

Jefe.- que yo sepa nada, he estado pensando…

Manuel.- malo, cada vez que piensa prepara alguna y a veces gorda

Jefe.- ¿te importaría cambiar de puesto de trabajo?

Manuel.- pues sí, estoy muy a gusto donde estoy

Jefe.- sería un puesto más cómodo y lo mismo, hasta ganabas un poco más

Manuel.- y dejar a todos en las manos de estos funcionarios de dos más dos cuatro, no, no merece la pena

Jefe.- ya sé que hay muchos que solo quieren ser atendidos por ti, pero aquí también van a cambiar ciertas cosas

Manuel.- paso, yo no quiero problemas

Jefe.- bueno piénsatelo y el lunes que viene me das la contestación

Manuel.- bueno, pues me lo pienso, pero ¿Qué puesto sería?

Jefe.- estarías en atención al cliente, que es lo que a ti te gusta

Manuel.- pero ahí siempre hay un simple empleado sin experiencia y gana menos que yo

Jefe.- lo del sueldo es un problema mío y creo que el resultado sería excelente

Manuel.- me lo pensaré, pero hay expedientes que no pueden quedar por ahí dormidos

Jefe.- piénsalo, deja esos expedientes de mi cuenta, me comprometo a dejarlos tramitados yo personalmente

Manuel.- pues el lunes hablamos, que ya tengo a uno esperando

Jefe.- y porqué no envías todos por correo, como hace el resto

Manuel.- Algunos, prefiero que lo recojan aquí.  Qué sé yo que es mejor.

 


martes, 5 de noviembre de 2024

Pátina en el tiempo

 

    Como pátina en el tiempo

se trasmuta la belleza

doblando la flor su tallo.

 

    El brillo forjó el reflejo

para lucir su esplendor

en aguas claras de mayo.

 

    El dolor le seca el alma

con afilada cuchilla,

para adornar un jarrón.

 

   Ya no luce su frescura,

le arrebataron la vida

las manos de aquel ladrón.

 

Llora en un cuenco su pena.

    Se marchita en agonía

en  estante de madera,

sin luz, en una lacena.

 

Carlos Torrijos

 

 


Autora: Claudia Sanabria

País: Paraguay

Año: 2024

Título: Pátina del tiempo

Técnica: Óleo sobre lienzo

Medidas: 30 x 30 cm

 

Duraznos maduros

 

    La madurez bajo el sol

de la mañana a la noche.

 

    Alimentados de tierra

abonada con sudor.

 

    Impulsando un nuevo tiempo

envuelto en su cascarón,

abrimos brazos al cielo

pues se nos rompió el amor.

 

Carlos Torrijos.

 


Autora: Claudia Sanabria

País: Paraguay

Año: 2024

Título: Duraznos maduros

Técnica: Óleo sobre lienzo

Medidas: 30 x 30 cm

El Resurgir - Cap.- 07

 

"Ver con los ojos cerrados" 07

 

    Nada más entrar por la puerta de casa, lo primero era cambiarse de ropa, “sobre todo los zapatos que iban encharcados”.     Directamente decidieron ponerse el pijama y las zapatillas de andar por casa, no sin antes darse una ducha de agua caliente para entrar en calor.

  Lo que menos les apetecía era ponerse a hacer ningún tipo de cena, por lo que pusieron cuatro tablas sobre la mesa y en el centro varios embutidos de los que ir cortando al gusto de cada uno. (Queso, jamón, salchichón, chorizo)

     Como siempre a esperar a que llegasen estos dos, que nunca parecían tener prisa por llegar.

Samuel.- hola, ya estamos aquí

Lourdes.- Qué, dónde apareció al final

Verónica.- estaba dando una vuelta

Samuel.- buena cena para desengrasar

Verónica.- sentaros y calladitos, quien no quiera cenar, hoy a dieta

Manuel.- poner el móvil boca abajo y en silencio

Verónica.- Samuel. Que dejes el móvil y atiendas

Samuel.- que le estaba quitando el volumen para que no moleste

Verónica.- eso me parece bien.

Manuel.-  ayer me pareció muy mal la forma de decir las cosas;  de lo que te dijo la cotorra esa, hay partes de verdad y partes de mentira y lo peor, es que no sé si es por maldad o desconocimiento, aunque me inclino por las dos cosas.

 Vuestra madre, ha dejado de ir a tomar café y  jugar la partida un par de días a la semana, eso es verdad, pero porque ha decidido que esas tardes son tan solo para nosotros, para salir a dar un paseo juntos que ya hacía mucho tiempo que no lo hacíamos.

Verónica.- lo he decidido yo, y bien a gusto que estoy con papá haciendo lo que nos da la real gana

Manuel.- pero no es verdad que sean cuestiones de dinero; en realidad entre ir algún día al cine, los vinos y las tapas en el bar, la cena en un restaurante con la que nos dimos un capricho la otra noche y cosas varias, nos gastamos más, de lo que le cuesta el café de todo el mes.

Lourdes.-  y por qué vas a comer a ese sitio

Verónica.- caya y escucha

Manuel.-  ves, es verdad que he comido allí algún día que otro, pero lo que tú no sabes, es que también he colocado el almacén, he sacado las bandejas, he barrido el comedor, he fregado los cacharros y sobre todo, aprendido muchas cosas que nunca podría haberme imaginado

Samuel.- ¿que tú has barrido y has fregado?

Manuel.- sí, y no se me han caído los anillos

Lourdes.- y por qué, qué necesidad tienes

Manuel.- ninguna, precisamente por eso.  He encontrado a una gente especial, maravillosa, que me ha hecho ver la vida de otra manera, que desde el primer día me tendió la mano y me hizo saber que la vida puede ser preciosa; tan solo depende de aprender a vivir

Samuel.-  ahora sí que no entiendo nada

Verónica.- ¿tú lo ves contento?

Samuel.- sí, está mucho mejor que antes

Verónica.- entonces, que más te da entender o no

Samuel.- a ver, igual, igual, no me da, pero bueno

Manuel.- que sepáis que debido a mi trabajo solo puedo ir los fines de semana; por eso me voy temprano y no vengo a comer.   Esos días sí, como allí con ellos después de que hayan comido las personas que llenan el comedor, luego juntos charlamos un rato, recogemos todo y con un abrazo nos despedimos hasta que el próximo fin de semana nos vuelva a juntar.

Samuel.- o sea que en realidad, vas a ayudar a la gente que trabaja allí

Manuel.- digamos, y ya lo entenderás algún día, que voy a dejarme ayudar

      Lourdes, parecía atenta a la conversación, pero en realidad por dentro, se la estaban llevando los demonios.

Lourdes.- pues mañana cuando pille a esa imbécil, le voy a cantar las cuarenta y tú con su madre deberías de hacer igual, que lo han difundido por medio barrio y todo ha salido de esas dos, que son iguales

Manuel.- de eso nada, por mucho que os cueste y os disgusten estos rumores, no me gustaría que dijerais nada

Lourdes.- pero por qué no, pues yo no me voy a callar

Verónica.- tú te vas a callar y yo también, aunque me cueste

Manuel.- esto quiero que sea un secreto entre nosotros, porque yo necesito que así sea

Lourdes.- claro y que sigan hablando de nosotros en todos sitios

Manuel.- antes de desvelar este secreto, os tengo que enseñar varias cosas y yo tengo que aprender muchas más. Sé que no lo entendéis, pero es el precio que hay que pagar para verme por fin libre de pastillas, lejos de psiquiatras y psicólogos, y sobre todo que sigáis viéndonos a vuestra madre y a mí felices del brazo paseando. Ojala que alguna de estas tardes vosotros también os apuntéis al paseo.

Samuel.- pues yo creo que merece la pena callar

Verónica.- esta tarde estuve con ellos y gracias a ellos encontré a papá, que andaba deambulando por el casco antiguo; son una gente maravillosa y que sepáis que quieren mucho

Lourdes.- ¿y cuándo voy a poder cantarles las cuarenta?

Verónica.- cuando aprendas a...

Manuel.- tranquila hija, que todo llegará, en esta vida no hay que correr

Lourdes.- pero qué tengo que aprender

Manuel.- lo primero de todo…

              ---Manuel se quedó callado, sonriendo y mirando a su mujer---

Manuel.- díselo tú, acaba la frase de antes

Verónica.- pues sí, lo primero que tienes que aprender es a ver con los ojos cerrados, por eso no hay que correr

Samuel.- tú te librarás de los psicólogos, pero nos vemos todos ingresados en un manicomio a este paso

Verónica.- que papá no está loco, que es algo precioso

Samuel.- papá no sé, pero tú vas de camino

Lourdes.- la verdad, no os entiendo; no voy a decir nada de lo del comedor, pero sin una contestación no se va,  la puta envidia que tienen de que seamos una familia normal

Verónica.- ellas también son una familia normal

Lourdes.- calla, que desde que se separaron y la hija está un mes en cada casa eso parece la selva; son como fieras, pero además los tres

Samuel.- eso a ti no te importa, allá ellos, tú estás aquí en casa y lo que pase de puertas para afuera, quien se lo guise, que se lo coma

Verónica.- muy bien dicho, que cada uno se solucione sus problemas

Lourdes.- ¿me puedo ir ya a la cama?

Manuel.- dame un besico princesa

Lourdes.- pesado, toma un beso grande

     -----Muacksssssssss----

Verónica.- descansa bien

Lourdes.- hasta mañana

Samuel.- y allí a comer, que va, mucha gente

Manuel.- más de la que te puedes imaginar

Samuel.- pues eso tiene que ser duro

Manuel.- pues creo que bastante.   Muchos toda la vida trabajando para verse ahora sin tener que comer, pero para eso está la gente especial, para regalarles un poco de comida caliente, una sonrisa al entrar y un abrazo al salir

Samuel.- pues me alegro de que pongas tu granito de arena

Manuel.- a ti también te enseñaré cosas que voy aprendiendo, tal vez te sirvan algún día en la vida

Samuel.- bueno me voy a la cama

Verónica.- hasta mañana

Manuel.- un besico mi príncipe

Samuel.- anda ya, que yo ya pincho

Manuel.- pobre papá

Samuel.- mira que eres pesado

          ---Muacksssssssss---

Samuel.- a ti también celosona

       ---Muackssssssss---

Verónica.- ven aquí mi niño

Samuel.- pero no chupes marrana

Verónica.- asqueroso, pues te lavas

Samuel.-  adiós, adiós.

  -- Se quedaron sentados los dos solos.

Manuel.- ¿tienes sueño?

Verónica.- no mucho

Manuel.- ¿te apetece un vaso de leche con magdalenas?

Verónica.- mejor leche sola en plan rapidito, que se está mejor en la cama; allí estamos más tranquilos