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lunes, 13 de enero de 2014

Angélica-3 .- camino al infierno


           De inmediato avisada por el guardia que custodiaba la puerta.
             Se presento la enfermera jefe de la planta en la habitación.
         .- perdonen ¿Qué hacen ustedes aquí? Esta señorita aún no tiene el alta médica
               .-traemos una orden judicial
        .-pues mientras no esté firmada el alta, esa orden me la paso yo por donde ustedes se imaginan
              .- ¿sabe que esto puede traerles graves consecuencias?
       .-1º Angélica, está bajo protección vigilada de la dirección general de seguridad. 2º la responsabilidad temporal, recae en el personal del hospital y 3ª las consecuencias que usted dice me las trae por escrito
              .-está bien, volveremos
       .-pues eso, a tomar por saco de esta habitación
.-gracias, que valiente has sido
         .-toma unos folios, sobres y un bolígrafo. Escribe a quien quieras, yo me encargaré personalmente de que las cartas lleguen a su destino
         Primero escribió a todas sus amigas y en el sobre puso la dirección de una de ellas.
        Luego unas líneas de agradecimiento al dueño del teclado.  Lo recogió con mimo y lo guardo.  Sobre el estuche depositó el sobre con la dirección donde debía ser entregado.
         .- ¿has terminado ya?
.-si
         .-vístete.   No espera.  A ver esas muñecas
.- ¿para qué?
            Le quitó los vendajes y examinó minuciosamente las cicatrices
       .-si están bien.   Coge unas gasas y empápate los puntos para que se ablanden.  Ahora vuelvo
       Con cuidado de no hacerse daño, fue mojándose las cortaduras, como le había dicho.
       .-tranquila, que te voy a quitar los puntos.  Prefiero hacerlo yo.  Si alguno te tira un poco, me lo dices y lo dejamos para después.
.- ¿pero a qué viene tanta prisa?
       .-sabiendo cómo funciona esto y conociendo al cacique que tenemos como jefe de servicio, seguro que no tardan en volver
         Efectivamente. Poco tardaron en subir de nuevo con el alta firmada.
             .-aquí tiene el alta firmada
       .-Angélica vístete.  Que agiles son cuando quieren
             .-es nuestro trabajo
     .-y una mierda, aquí hay algo más.  Alguna mano poderosa que no tiene cojones a dar la cara
           .-bueno, mejor cállese
     .-anda a la mierda.  Y se fue a ayudar a vestirse a Angélica
          Una vez vestida, se abrazó a ella con fuerza. Con la voz entrecortada por la emoción y los ojos llenos de lagrimas: .-lo siento me niña, no puedo hacer más
.-tranquila, ya has hecho bastante, gracias por todo
       La esposaron con las manos hacia delante, como a una vulgar criminal.  Luego taparon los grilletes con la camiseta que quedaba sobre la cama.
       El guardia que la vigilaba, quedó sentado en su silla, inmóvil, en silencio, con su conciencia encarcelada por su uniforme y su boca sellada por el miedo a sus mandos superiores.
      Al final del pasillo mientras esperaban al ascensor, unas voces se oyeron a sus espaldas:
       .-sin vergüenzas
           .-cobardes
              .-mira que esposar a una niña
                 .-sois unos hijos de puta
     Al oír esa frase se volvieron.  El pasillo estaba lleno de enfermeras, celadores y enfermos. Todos aquellos a los que le quedaba un resuello de aliento para incorporarse.    
     Un anciano apoyado en el carrito que portaba el suero les replicó: .- ¿Qué miráis chulos de mierda?
       .-cumplimos órdenes
             .-órdenes miserables y fascistas. ¿Órdenes? Pues rapidito, no sea que antes de salir por la puerta os tengan que ingresar en traumatología
       Se abrieron las puertas, entraron y al cerrarse, frente a ellas, quedó la impotencia contenida de toda una planta de aquel centro hospitalario.
       El guardián se levanto de su asiento y paso entre todos ellos con la cabeza baja, pidiendo perdón por no haberse levantado antes y se dirigió lentamente hacia las escaleras.  Antes de bajar el primer peldaño, el silencio se rompió por un global y fuerte aplauso agradeciendo su decencia.
     En la calle. En la parte trasera. Aparcado en la puerta de urgencias, un coche celular esperaba para llevarla muy lejos.
       Tras unas horas de viaje, pararon frente a una verja metálica, anclada a unos muros de piedra altos y gruesos. Difícil  saber lo que se escondía tras ellos. Desde dentro, imposible volver a ver el exterior.
      Una monja abrió sus chirriantes hojas y les mandó pasar.
       .-buenas tardes, aquí les traemos otra joya sin pulir
            .-bueno, pues habrá que sacarle brillo
    Le quitaron las esposas.- toda suya
            .-buen viaje de regreso, ya me encargo yo de esta andrajosa.
.- ¿como se llama este sitio?
         .-aquí no se pregunta, solo se responde.
     Ya estaba anocheciendo.  Al entrar en el edificio el cambio de temperatura era inexistente. Que frio.
     .-has tenido suerte, es justo la hora de cenar.  Pasa y siéntate.
      Era un comedor con meses alargadas y bancos corridos a ambos lados. Cuatro mesas con capacidad para unos veinte comensales en cada una y con chicas de clase diferente agrupadas en ellas.
     En la más cercana a la cocina. Llena casi por completo, las de etnia gitana.    En la siguiente unas cuantas, no más de diez niñas  que por su aspecto eran naturales de los países del Magreb.   En la siguiente una quincena de payas.   y en la más alejada, una negrita de ojos grandes, sentada en la esquina opuesta  a la que ella ocupaba, donde le había ordenado sentarse.
      Sor malacara, se le acercó por detrás.
        .-si quieres cenar, acércate a la cocina, coge una bandeja, cubiertos, pan y un vaso y allí te servirán.  Aquí no somos vuestras criadas.
     Atravesó todo el comedor sin levantar la cabeza. Cogió lo aconsejado y puso la bandeja en la encimera gastada de un ventanuco.
     Al otro lado, una mujer de aspecto  poco agraciado. De consistencia extremadamente gruesa y con el labio superior, cubierto de abundante bello oscuro.
    Puso en la bandeja, un plato de puré y otro de una bazofia, que tenía pinta de estofado de carne. De postre una manzana pequeña y con la piel rugosa.
     .-espero que los platos queden que no haya ni que fregarlos, o mañana te tendré que acortar la ración.
   Volvió a su sitio. Se empezó a oír un tímido ronroneo, al instante, un fuerte golpe. Un bastonazo sobre una mesa.
     .-mientras cenáis, debéis dar gracias a dios por poner a nuestro alcance un día más alimentos que llevar a la boca.  En silencio. No cuchicheando para invitar al ser de las tinieblas a nuestra mesa.
      La monja, hizo sonar la campanilla que portaba en su mano izquierda. Todas se levantaron, recogieron sus bandejas y los depositaron en un enorme fregadero. Después en fila, desaparecieron de allí  con paso rápido y firme.
     Solo quedaron ella y la negrita, a la que se dirigió para decirle: .-ya te puedes subir a dormir, ya tienes sustituta
      Una vez a solas le explicó: .-esta es tu tarea nocturna hasta que una nueva cruce esta puerta.  Deberás fregar y colocar todo. Una vez hayas terminado, apagas la luz y subes las escaleras.  En la primera planta, a la derecha, está el dormitorio. En la cama de debajo de la primera litera, te he dejado una manta para que te tapes.  Al fondo están los baños, por si necesitas utilizarlos, pero recuerda que después de que suene el timbre, no se puede encender la luz ni hacer el mínimo ruido. ¿Te ha quedado claro?
.-si
    .-si, hermana. Y acostúmbrate a no levantar la mirada mientras se te esté hablando.
          Hasta mañana. Espero que este comedor quede como la patena.               

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