Pasados unos meses, todo permanecía igual. Algunas hermanas empezaban a agradecer su
acompañamiento musical en la misa del domingo a la mañana, aunque jamás lo
demostraran. Todas las culpas y castigos seguían recayendo sobre ella. Sor
Beatriz la seguía preparando con dureza y amabilidad al tiempo, junio se
acercaba y no le bastaba con que aprobase, tenía que ser en todas las materias
la que sacase la nota más alta. Un nueve no era suficiente y juntas lo podían
lograr.
Un día llegó una carta no oficial, dirigida a la superiora, a nivel
personal. Al abrirla y después de leerla la madre
montó en cólera y se desahogó, propinándole una brutal paliza con el cíngulo de
cuero que siempre llevaba atado a la cintura de su habito, poniendo como excusa
la rotura de uno de los ángeles de piedra que custodiaban la entrada.
Ángel
que ella misma había precipitado contra el suelo de un soberbio empujón lleno de rabia.
En la carta se le comunicaba por parte del gerente de asuntos sociales (amigo
personal y cómplice activo de los desmanes económicos que allí se cometían),
que alguna de las enfermeras del hospital, junto a una asociación de derechos del
menor. Habían puesto el caso en manos de un abogado, con la pretensión de pedir
la revisión de la sentencia.
Una mujer, ingresada en la misma planta durante aquellas navidades, se
había ofrecido voluntariamente junto a su marido a acogerla en su domicilio
hasta su mayoría de edad.
El que ella fuera psicóloga. Su marido profesor. No tener hijos y su
previlejada situación económica. La hacían una familia idónea para que un juez
les concediese la tutela y educación de la menor.
Lo que debería ser una grata noticia se convertiría en una merma de
ingresos para la comunidad. Por lo que su mente
avariciosa y pervertida, se puso de inmediato a maquinar como solucionar
dicha situación. Aunque….
Tal vez la desaparición de
aquella jovenzuela del centro, haría que las aguas siguiesen su cauce habitual,
antes de que aquello desembocase en una intromisión de los medios de
comunicación, y que estos pusiesen el buen nombre de la institución en boca de
todos, lo que podía llevar a que se efectuasen investigaciones internas que no
favorecerían su gestión.
La salida de aquella machucha, aunque los trámites se demoraran en el
tiempo, se veía como irremediable e incluso inminente. Aún
podía tener tiempo suficiente para embaucar a aquella mocosa y que a su salida,
se observase la gran labor humanitaria que gracias a la tolerancia y dedicación que ejercían sobre el comportamiento de aquellas niñas adolescentes que se les habían confiado para incidir en su educación, con la finalidad
de su posterior y satisfactoria reinserción en la sociedad.
Llegó la mañana siguiente, la mandó presentarse en su despacho. Algo que jamás había ocurrido en todos los
años que podían recordar por las
hermanas que más tiempo llevaban allí.
Después de tan soberana y reciente paliza todas se esperaban lo peor.
Temblaron las hermanas. Temblaron las internas. Hasta los gruesos muros
de piedra que rodeaban el contorno del reformatorio, se estremecieron por el acontecimiento.
Llamó a la puerta.
.-pasa Angélica
Con una sensación de terror, que se extrapolaba de su pequeño cuerpo aún
dolorido, entró sumisa en el despacho
despacito, casi arrastrando los pies como forma de retrasar unos segundos lo
que se le venía encima.
.-siéntate pequeña
Su “inmaduro cerebro”, quedó aún más bloqueado. Ese tratamiento afable
con un tono de dulzura, era una cosa desconcertante. Su mente, ya se esperaba
la primera bofetada en cualquier momento.
.-quería pedirte perdón. Durante todo este tiempo he cometido muchos
errores culpándote de cosas, que por fin anoche por casualidad pude descubrir
que tu no habías hecho.
Prosiguió hablando ante la mirada estupefacta de la adolescente.
.- sé que no puedo pedirte que halles justificación a mi comportamiento,
pero lo normal es que aquí lleguen
expedientes de grado cinco, incluso seis (mentira) pero al recibir un
grado ocho, nuestro reto de recuperación, hacía más estrictas nuestras normas
con tigo.
Sacó un flagelador de esparto trenzado, con las puntas deshilachadas del
cajón y lo puso sobre la mesa. Angélica volvió a temblar. Pero no. Se levantó
la madre y se puso mirando a la pared con los brazos en cruz.
.-Rásgame la costura trasera del hábito y azótame hasta que creas
cumplida mi penitencia, es la única manera que encuentro para enmendar todos
mis graves errores
.-no madre. Yo no soy quien para
juzgarla, conociendo su carácter, el gesto al pedirme perdón, seguro que ya le ha
costado bastante y creo que le habrá supuesto demasiada penitencia para su
orgullo
Se volvió a sentar y guardó de nuevo los cordeles en el cajón. (Su
siniestra intuición de vieja zorra, no se había equivocado)
.-las dos internas (sus siempre protegidas) que han estado realizando
estas fechorías y provocando esta injusticia, tendrán un castigo ejemplar. Para
que nunca vuelva a ocurrir
.-madre, perdone mi opinión: ¿porqué no habla
con ellas, como lo está haciendo con migo y las advierte de las consecuencias
si se vuelve a repetir, antes de someterlas a un castigo?
.- sin castigo, no aprenderán
.-pero un castigo leve. ¿Qué le parece
si se quedan ellas a fregar por la noche y así duermo yo un poquito más? (con
una sonrisa desdibujada de sus labios desde hacía ya tanto tiempo)
.-te haré caso. Pero la próxima vez no habrá ningún tipo de indulgencia
La madre se volvió a levantar. Ella también se levantó, pensando que la
reunión había terminado.
.-espera, me queda compensar tu benevolencia
Abrió la puerta. Todas las hermanas estaban en el comedor rezando o no,
esperando el desenlace. Su puerta estaba situada justo enfrente del despacho.
.-Sor Beatriz, ¿puede venir un momento? No tarde, se que está ahí
Ahora, si que la situación podía llegar a un estado excepcional. Las hermanas pasaron de rezar de pie a
ponerse de rodillas para hacer como que imploraban a dios con todas sus
fuerzas. Ninguna levantaba la cabeza por
si su rostro exteriorizaba su hipócrita sentir interno.
.-pase, siéntese junto a Angélica
.-madre. Como usted mismo me
advirtió, yo soy la única responsable de cualquier cosa que haya sucedido. Solo
yo me merezco asumir la responsabilidad
.-pues sí, como bien dice, sobre usted recaerá una nueva, pero espero agradable
responsabilidad. Sor Consuelo se
encargará desde este momento de la educación de las internas
.-mi voto de obediencia siempre a su disposición
.- el tiempo que dedicaba a dar clases en el aula, lo pasará en la biblioteca,
dedicando esas horas únicamente a preparar a Angélica para los exámenes de
junio
Se arrodilló junto a ella besándole las manos
.- ¿Qué se pensaban, que no sé lo que se cuece en esta comunidad?
Angélica se levantó de la silla dispuesta a darle las gracias. La madre,
cambio el tono de voz y con su soberbia característica.
.-vamos, fuera de mi vista, antes de que me arrepienta
Ya sola en su despacho, sacó un folio con membrete oficial y redactó un
informe favorable que mandaría al
juzgado de menores para su posible consideración, en el que ensalzaba su buen comportamiento,
la inestimable ayuda como organista en el coro, lo aplicada que era en sus
estudios y la inmensa satisfacción que en su persona producía el ver como había
crecido emocionalmente para reinsertarse con todas las garantías en la
sociedad.
Si en los exámenes libres, alcanzaba unas notas de sobresaliente, sería
un beneficio inesperado en su puesto de madre superiora. La pequeña, indeseable
y repulsiva criatura, terminaría siendo su mayor triunfo.
La falta de castigos, se convirtió en una tortura continua. Por las
noches, las compañeras las despertaban a cada momento y por el día en sus
tareas, todo eran zancadillas, ensuciar lo que ya había limpiado, intentando
poner todas las trabas posibles a su tranquilidad y concentración.
A Sor Beatriz, las hermanas la miraban por encima del hombro y la madre
superiora se hacía la ciega, hasta ver resultados, prefería no posicionarse en
ningún bando.
En las horas de estudio, se preocupaban de avanzar y eludían comentarios
sobre los incidentes diarios, los cuales en parte reforzaban su
cabezonería, dándoles la fuerza que les
faltaba a veces para llevar tan pesada cruz.
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