He
de decir antes de que leáis nada, que esto es una pequeña, simple y aislada
historia. Tiene tantos aspectos contradictorios, que cada cual se puede quedar
con el que más se acerque a sus convecciones.
La opinión que quiera sacar cada uno, es propia e intransferible.
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Todo comenzó un día de fiesta. Se
acercaba la hora indicada y ella, decidió volver a casa, aunque todas sus
amigas prefiriesen seguir bailando un
rato más.
Al cruzar un descampado camino de su
barrio, vio como unas luces se aproximaban a su lado. Alguien con un
pasamontañas en la cabeza, se bajo del coche, solo podía ver sus ojos. La pegó,
tiró al suelo, violó y dejó tirada como a un perro. Luego se burló de ella y se
fue.
Quedó tumbada, a sus quince años, un degenerado
le había destrozado la vida. Allí
estuvo sin moverse, hasta que a su regreso la encontraron sus compañeras y la
llevaron a casa.
El martirio acababa de empezar, los
posteriores días eran peor que lo sucedido, a cada momento, sus padres, policía
y psicólogos, no le dejaban olvidar ni un momento aquellos minutos tan largos y
tortuosos.
Cuando empezaba a querer olvidar, una falta
en su menstruación y la prueba de un test coloreado de rosa, le confirmaba el
positivo. Estaba embarazada.
Desde ese momento podía sentir la rabia
y desprecio hacia mí. Por el cordón que me unía a ella, tan solo me llegaban
partículas de odio, un odio tan intenso, que solo deseaba convertirme en un
borbotón de sangre y abandonar aquel lugar y aquella situación.
Pasó un mes, nadie excepto ella y yo
estaba al tanto de lo que pasaba. La
repugnancia se empezó a mezclar con el miedo. Se aproximaba el momento de
comunicarlo a la familia.
Sus padres decidieron esperar un tiempo,
era una cuestión que había que meditar. Poco a poco por el cordón, me empezó a
llegar indiferencia. En su vientre estaba yo, pero en su mente solo estaba el
deseo de que todo pasase y olvidar.
Día a día según iba olvidando a ratos
aquellos momentos, notaba como su mano, acariciaba suavemente su tripa aun sin
forma abultada y una noche empecé a sentir la ternura de aquella niña.
Todos estaban indecisos sobre que hacer,
cuando sería el momento oportuno para tomar una decisión. Y llegó la primera ecografía. Nada más
verla el doctor vio claro que había muchas posibilidades de que naciese con una
malformación, los análisis de una punción, confirmaron la sospecha. Un síndrome
sin cura, por lo que tendría una vida no superior a cinco años, debido al
progresivo deterioro de mis órganos vitales.
En ese momento los padres decidieron buscar
ayuda para interrumpir aquel embarazo. Pero…. Cuando ella vio aquella minúscula
cosita en blanco y negro, se dio cuenta que era lo más bello que jamás había
visto. Tanto amor me llegaba, que
superaba con creces todo el resto de sensaciones que anteriormente había
sentido. En esos días sentí tanto y
tanto amor que el sentimiento se hizo reciproco rápidamente.
Le comunicaron que todo estaba
solucionado, habían contactado con una clínica clandestina y en una semana
podrían acabar con aquel desagradable episodio.
Luego, con el tiempo todo se olvidaría y seguiría la vida como si nada
hubiese pasado.
Entonces me empezaron a llegar sus nuevos
pensamientos. Estaba claramente decidida. Antes de
perderme, se escaparía de casa, tendría que dejar los estudios, si hacía falta
recurriría a la prostitución para sacarme adelante, pero no me perdería.
Ahí fue cuando me di cuenta. Es "imposible" entender a las personas que
quitan la vida a otra por amor. Pero yo no quería arruinar su vida. Yo, por
amor, estaba dispuesto a renunciar a la mía.
Con mis pequeñas manitas a medio formar,
intenté comprimir el cordón para que la sangre dejase de fluir a mi interior. Procuré que mis pensamientos llegasen a su
cerebro, igual que los suyos llegaban a mis malformadas neuronas. Nada dio
resultado. Desesperado grité y grité,
pero no me escuchó.
Las respuestas podían ser contradictorias,
pero siempre había alguna para cada pregunta.
Las posturas opuestas en el seno de la familia, hicieron que a todos se
les preguntase que hacer con migo. Se
consultó a: ginecólogos, psicólogos, neurólogos y demás especialistas en síndromes
detectados preparto y consecuencias postparto, tanto para la madre como para la
criatura.
¿PERO QUIEN ME PREGUNTÓ A MÍ?
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