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miércoles, 22 de enero de 2014

¿Pero quien me preguntó a mi?


         He de decir antes de que leáis nada, que esto es una pequeña, simple y aislada historia. Tiene tantos aspectos contradictorios, que cada cual se puede quedar con el que más se acerque a sus convecciones.  La opinión que quiera sacar cada uno, es propia e intransferible.

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         Todo comenzó un día de fiesta. Se acercaba la hora indicada y ella, decidió volver a casa, aunque todas sus amigas prefiriesen seguir  bailando un rato más.

       Al cruzar un descampado camino de su barrio, vio como unas luces se aproximaban a su lado. Alguien con un pasamontañas en la cabeza, se bajo del coche, solo podía ver sus ojos. La pegó, tiró al suelo, violó y dejó tirada como a un perro. Luego se burló de ella y se fue.

      Quedó tumbada, a sus quince años, un degenerado le había destrozado la vida.    Allí estuvo sin moverse, hasta que a su regreso la encontraron sus compañeras y la llevaron a casa.

       El martirio acababa de empezar, los posteriores días eran peor que lo sucedido, a cada momento, sus padres, policía y psicólogos, no le dejaban olvidar ni un momento aquellos minutos tan largos y tortuosos.

    Cuando empezaba a querer olvidar, una falta en su menstruación y la prueba de un test coloreado de rosa, le confirmaba el positivo. Estaba embarazada.

        Desde ese momento podía sentir la rabia y desprecio hacia mí. Por el cordón que me unía a ella, tan solo me llegaban partículas de odio, un odio tan intenso, que solo deseaba convertirme en un borbotón de sangre y abandonar aquel lugar y aquella situación.

      Pasó un mes, nadie excepto ella y yo estaba al tanto de lo que pasaba.  La repugnancia se empezó a mezclar con el miedo. Se aproximaba el momento de comunicarlo a la familia.

    Sus padres decidieron esperar un tiempo, era una cuestión que había que meditar. Poco a poco por el cordón, me empezó a llegar indiferencia. En su vientre estaba yo, pero en su mente solo estaba el deseo de que todo pasase y olvidar.

   Día a día según iba olvidando a ratos aquellos momentos, notaba como su mano, acariciaba suavemente su tripa aun sin forma abultada y una noche empecé a sentir la ternura de aquella niña.

      Todos estaban indecisos sobre que hacer, cuando sería el momento oportuno para tomar una decisión.    Y llegó la primera ecografía. Nada más verla el doctor vio claro que había muchas posibilidades de que naciese con una malformación, los análisis de una punción, confirmaron la sospecha. Un síndrome sin cura, por lo que tendría una vida no superior a cinco años, debido al progresivo deterioro de mis órganos vitales.

    En ese momento los padres decidieron buscar ayuda para interrumpir aquel embarazo. Pero…. Cuando ella vio aquella minúscula cosita en blanco y negro, se dio cuenta que era lo más bello que jamás había visto.   Tanto amor me llegaba, que superaba con creces todo el resto de sensaciones que anteriormente había sentido.    En esos días sentí tanto y tanto amor que el sentimiento se hizo reciproco rápidamente.

     Le comunicaron que todo estaba solucionado, habían contactado con una clínica clandestina y en una semana podrían acabar con aquel desagradable episodio.  Luego, con el tiempo todo se olvidaría y seguiría la vida como si nada hubiese pasado. 

    Entonces me empezaron a llegar sus nuevos pensamientos.  Estaba claramente decidida. Antes de perderme, se escaparía de casa, tendría que dejar los estudios, si hacía falta recurriría a la prostitución para sacarme adelante, pero no me perdería.

    Ahí fue cuando me di cuenta.  Es "imposible" entender a las personas que quitan la vida a otra por amor. Pero yo no quería arruinar su vida. Yo, por amor, estaba dispuesto a renunciar a la mía.

    Con mis pequeñas manitas a medio formar, intenté comprimir el cordón para que la sangre dejase de fluir a mi interior.  Procuré que mis pensamientos llegasen a su cerebro, igual que los suyos llegaban a mis malformadas neuronas. Nada dio resultado.  Desesperado grité y grité, pero no me escuchó.

    Las respuestas podían ser contradictorias, pero siempre había alguna para cada pregunta.  Las posturas opuestas en el seno de la familia, hicieron que a todos se les preguntase que hacer con migo.  Se consultó a: ginecólogos, psicólogos, neurólogos y demás especialistas en síndromes detectados preparto y consecuencias postparto, tanto para la madre como para la criatura.

¿PERO QUIEN ME PREGUNTÓ A MÍ?

 

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