Llegaron los días en que estaban
programados los exámenes. La segunda semana de junio era la señalada.
En una semana, se concentraban todas las
materias e iría todas las mañanas acompañada por Sor Beatriz a la ciudad, que
se encontraba a cincuenta kilómetros de aquel recóndito, solitario y antiguo
convento. Una hora y algo más de viaje, debido al estado de aquello a lo que
que llamaban carretera.
La madre, había metido en una maleta, ropa
limpia, mudas y todos los libros. El
domingo, después de comer, llegó un taxi a la puerta.
.- Angélica, Sor Beatriz, vamos
aligerar el paso que el taxi espera.
.-pero ya nos vamos
.- ¿estáis dormidas?
.-
¿ya?
.-otra. Me estáis poniendo. Angélica, coge esta maleta. Usted, tenga este
sobre y cuando lleguen lo abre. Dentro
están mis instrucciones para esta semana. Debéis seguirlas al pie de la letra u
os las veréis conmigo a la vuelta.
Se subieron a la parte de atrás, la
sorpresa les hizo ir en silencio un largo recorrido del camino. Sor Beatriz
estaba nerviosa, no podía resistir la tentación.
.-No aguanto más. (Abriendo el sobre)
.-pero
la madre ha dicho que lo abriese al llegar
.-conociéndome, me imagino que lo diría
sin ninguna convicción
En su interior una cantidad holgada de
dinero, para todos los gastos de la semana y un folio escrito de su puño y
letra.
Me imagino que ya habrá abierto el sobre
antes de medio camino, primera y espero, última falta de desobediencia.
Cuando lleguen, digan al taxista que las
lleve a una pensión modesta que no quede demasiado alejada del instituto, pidan una habitación interior y pensión completa.
El lunes el primer examen, es a las doce.
Nada más levantarse, vayan a una peluquería. (Reconozco que los cortes que yo
hago no son demasiado estéticos).
Luego a una tienda de ropa. Nada de faldas
por encima de la rodilla, así que mejor, un pantalón, camisa, rebeca y algo de
ropa interior. Ah y unos zapatos.
Las tardes
las emplearán para repasar la materia del día siguiente, después de
cenar, sus oraciones y a dormir con la caída del sol, que por la mañana tienen que
estar descansadas.
Hermana, llame usted todas las tardes a las
tres en punto, para saber cómo va todo y que sean las tres.
Sor Beatriz al llegar a la carretera
principal puso cara de asustada. Era una autovía, toda llena de coches que
parecían chocar con ellos por todos los lados. Llevaba veinte años sin salir
del cerco de aquellos muros. Le faltaba la respiración.
.-Angélica, me puedes abrir un poco la
ventanilla, es que no encuentro la manivela
.-si,
hermana. Pulsó un botoncito y el cristal
se deslizó suavemente
.-qué asco, que mal huele, ¿cómo se puede
vivir con este olor?
.-no
se preocupe, se acostumbrará en un momento. Huele al humo de los coches, pero
también a trabajo, actividad, gente, diversión….
.-caya, caya y perdona pero huele a mierda
y punto
Cuando llegaron, todo era un tumulto. Personas que parecían tener prisa,
edificios altos que no dejaban entrar el sol. Frenazos, acelerones, ruidos.
Aquello era un verdadero caos.
Al bajarse del coche, se quedó parada
mirando a su alrededor con estupor.
.-vamos
hermana, es aquí
Después de rellenar la ficha, subieron a
la habitación. Por suerte aunque modesta, estaba recién reformada. Sobre una
mesa, frente a las dos camas había un pequeño televisor.
.- ¿Qué es esto? Un cuadro sin nada, que
raros sois en la ciudad
.-no
hermana, es una tele
Cogió el mando, la encendió y empezaron a
salir imágenes en color. La hermana textualmente alucinaba. Ella recordaba un
mamotreto sobre el cual había un pañito de ganchillo y unos retratos de las
bodas de sus hermanos mayores. Era en blanco y negro y la imagen parpadeaba
continuamente.
.-mire,
le enseño como funciona este trasto. El
botón rojo es para encender o apagar
.- ¿y esos números? ¿Qué son? ¿Un teléfono
de esos modernos?
.-no.
Es para cambiar de canal. En cada número puede ver una cosa distinta
.-déjame que ya se yo
Se sentó en la cama y empezó a pulsar
teclas. Cada vez que cambiaba de canal, los ojos se le hacían más grandes.
.-Sor
Beatriz ¿y si repasamos el examen de mañana?
.-solo un poquito más, vete preparando el
libro
.-que
luego la madre….
.-la madre, la madre. Perdona, tienes
razón, mejor será que hagamos lo que hemos venido a hacer.
Los nervios se iban apoderando de
angélica, mucha materia para un solo examen.
.-hermana,
¿porqué no salimos a que nos dé un poco el aire? buscamos una farmacia de
guardia y compramos unas pastillas para los nervios. Creo que mañana me van a
hacer falta
.-para la intranquilidad, lo mejor es la
oración
.-que
estoy hablando de otros nervios
.- ¿pastillas? ¿No te pensaras drogar?
.-si
y luego me tomo una botella de chupito y me voy de juerga
Sor Beatriz se echó las manos a la cabeza.
.-estás loca, yo que había puesto todas
mis esperanzas en ti
.-que
no, que es una broma
.-pues esas bromas del demonio no se
pronuncian
.-
son unas pastillas relajantes, para no estar nerviosa en el examen. Como cuando
le duele la cabeza y se toma un paracetamol
.- ¿no me estarás engañando?
.-pregúntele
usted a la farmacéutica
.-no. Si pienso hacerlo.
La casualidad, hizo que la farmacia de
guardia quedase a un par de calles de allí. Con la hermana no había forma de
avanzar. Se paraba en todos los escaparates. Todo eran preguntas que Angélica
intentaba explicarle. Tantas cosas que jamás podía haber imaginado ni que
existiesen.
Al caer la tarde, las tiendas empezaron a
iluminarse con letras de colores. .-qué bonito es todo, algo tan hermoso, no
puede estar reñido con la grandeza de dios.
Por fin llegaron a la dichosa farmacia.
.-buenas,
queríamos una caja de algún tranquilizante flojo. Es que esta semana tengo
exámenes y ando atacada
.-bien, te daré este de cinco
miligramos. Te tomas uno antes de dormir y luego otro media hora antes del
examen. Con eso será suficiente. Pero lo más importante es que te lo sepas, si
no esto no sirve de nada
.- ¿pero esto no serán drogas?
.-
no hermana, una es para que descanse mejor por la noche y la otra para que la
presión del examen no le haga ponerse nerviosa y tenerlo que dejar en blanco.
.-a
bueno
.-vamos, no se enrolle que se nos pasa la hora de la
cena
.-gracias
.-que apruebe usted señorita
.-lo intentaremos
La
hermana, le dio una colleja, y con genio:
.- ¿como
que lo intentaremos? Vas a aprobar todas
Después
de cenar, había que dormir, pero su fascinación por aquella pantalla no le
dejaba conciliar el sueño. Cambiaba a cada momento de canal, ni veía ni dejaba
ver nada.
.-deberíamos dormirnos ya
.-no
sé, es que no me entra el sueño
.-nos tomamos una pastilla cada una, apagamos la
tele y listo
.-tu duérmete,
que yo en un ratito apago
.-pondré yo el despertador
Tras
tomar la pastilla, se tapó hasta la cabeza. Que a gusto sabanas suaves y una
manta que abrigaba sin pesar. Cerró los ojos y sabiendo la responsabilidad que
tenía al día siguiente se durmió.
Poco a
poco a Sor Beatriz se le fueron cerrando los ojos y quedó dormida a las tantas
y sin apagar la tele, gracias a que estaba bajita, no se despertaron hasta que
el viejo despertador sonó.
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