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viernes, 24 de enero de 2014

Angélica -6.- El olor a polución



      Llegaron los días en que estaban programados los exámenes. La segunda semana de junio era la señalada.
       En una semana, se concentraban todas las materias e iría todas las mañanas acompañada por Sor Beatriz a la ciudad, que se encontraba a cincuenta kilómetros de aquel recóndito, solitario y antiguo convento. Una hora y algo más de viaje, debido al estado de aquello a lo que que llamaban carretera.
     La madre, había metido en una maleta, ropa limpia, mudas y todos los libros.  El domingo, después de comer, llegó un taxi a la puerta.
          .- Angélica, Sor Beatriz, vamos aligerar el paso que el taxi espera.
     .-pero ya nos vamos
          .- ¿estáis dormidas?
.- ¿ya?
          .-otra. Me estáis poniendo.  Angélica, coge esta maleta. Usted, tenga este sobre y cuando lleguen lo abre.  Dentro están mis instrucciones para esta semana. Debéis seguirlas al pie de la letra u os las veréis conmigo a la vuelta.
        Se subieron a la parte de atrás, la sorpresa les hizo ir en silencio un largo recorrido del camino. Sor Beatriz estaba nerviosa, no podía resistir la tentación.
       .-No aguanto más. (Abriendo el sobre)
.-pero la madre ha dicho que lo abriese al llegar
      .-conociéndome, me imagino que lo diría sin ninguna convicción
        En su interior una cantidad holgada de dinero, para todos los gastos de la semana y un folio escrito de su puño y letra.
                  Me imagino que ya habrá abierto el sobre antes de medio camino, primera y espero, última falta de desobediencia.
     Cuando lleguen, digan al taxista que las lleve a una pensión modesta que no quede demasiado alejada del instituto,  pidan una habitación interior  y pensión completa.
    El lunes el primer examen, es a las doce. Nada más levantarse, vayan a una peluquería. (Reconozco que los cortes que yo hago no son demasiado estéticos).
   Luego a una tienda de ropa. Nada de faldas por encima de la rodilla, así que mejor, un pantalón, camisa, rebeca y algo de ropa interior. Ah y unos zapatos.
    Las tardes  las emplearán para repasar la materia del día siguiente, después de cenar, sus oraciones y a dormir con la caída del sol, que por la mañana tienen que estar descansadas.
   Hermana, llame usted todas las tardes a las tres en punto, para saber cómo va todo y que sean las tres.
    La ciudad ya se podía ver a lo lejos. Sobre ella una especie de nube oscura.  Meses sin saber nada de la civilización. Era un sitio desconocido, que pena no poder ver a sus amigas, pero bueno algo es algo.
    Sor Beatriz al llegar a la carretera principal puso cara de asustada. Era una autovía, toda llena de coches que parecían chocar con ellos por todos los lados. Llevaba veinte años sin salir del cerco de aquellos muros. Le faltaba la respiración.
     .-Angélica, me puedes abrir un poco la ventanilla, es que no encuentro la manivela
.-si, hermana.  Pulsó un botoncito y el cristal se deslizó suavemente
    .-qué asco, que mal huele, ¿cómo se puede vivir con este olor?
.-no se preocupe, se acostumbrará en un momento. Huele al humo de los coches, pero también a trabajo, actividad, gente, diversión….
     .-caya, caya y perdona pero huele a mierda y punto
       Cuando llegaron, todo era un tumulto. Personas que parecían tener prisa, edificios altos que no dejaban entrar el sol. Frenazos, acelerones, ruidos. Aquello era un verdadero caos.
     Al bajarse del coche, se quedó parada mirando a su alrededor con estupor.
.-vamos hermana, es aquí
      Después de rellenar la ficha, subieron a la habitación. Por suerte aunque modesta, estaba recién reformada. Sobre una mesa, frente a las dos camas había un pequeño televisor.
       .- ¿Qué es esto? Un cuadro sin nada, que raros sois en la ciudad
.-no hermana, es una tele
      Cogió el mando, la encendió y empezaron a salir imágenes en color. La hermana textualmente alucinaba. Ella recordaba un mamotreto sobre el cual había un pañito de ganchillo y unos retratos de las bodas de sus hermanos mayores. Era en blanco y negro y la imagen parpadeaba continuamente.
.-mire, le enseño como funciona este trasto.  El botón rojo es para encender o apagar
     .- ¿y esos números? ¿Qué son? ¿Un teléfono de esos modernos?
.-no. Es para cambiar de canal. En cada número puede ver una cosa distinta
    .-déjame que ya se yo
        Se sentó en la cama y empezó a pulsar teclas. Cada vez que cambiaba de canal, los ojos se le hacían más grandes.
.-Sor Beatriz ¿y si repasamos el examen de mañana?
     .-solo un poquito más, vete preparando el libro
.-que luego la madre….
      .-la madre, la madre. Perdona, tienes razón, mejor será que hagamos lo que hemos venido a hacer.
     Los nervios se iban apoderando de angélica, mucha materia para un solo examen.
.-hermana, ¿porqué no salimos a que nos dé un poco el aire? buscamos una farmacia de guardia y compramos unas pastillas para los nervios. Creo que mañana me van a hacer falta
     .-para la intranquilidad, lo mejor es la oración
.-que estoy hablando de otros nervios
     .- ¿pastillas? ¿No te pensaras drogar?
.-si y luego me tomo una botella de chupito y me voy de juerga
    Sor Beatriz se echó las manos a la cabeza.
     .-estás loca, yo que había puesto todas mis esperanzas en ti
.-que no, que es una broma
     .-pues esas bromas del demonio no se pronuncian
.- son unas pastillas relajantes, para no estar nerviosa en el examen. Como cuando le duele la cabeza y se toma un paracetamol
    .- ¿no me estarás engañando?
.-pregúntele usted a la farmacéutica
     .-no. Si pienso hacerlo.
      La casualidad, hizo que la farmacia de guardia quedase a un par de calles de allí. Con la hermana no había forma de avanzar. Se paraba en todos los escaparates. Todo eran preguntas que Angélica intentaba explicarle. Tantas cosas que jamás podía haber imaginado ni que existiesen.
     Al caer la tarde, las tiendas empezaron a iluminarse con letras de colores. .-qué bonito es todo, algo tan hermoso, no puede estar reñido con la grandeza de dios.
    Por fin llegaron a la dichosa farmacia.
.-buenas, queríamos una caja de algún tranquilizante flojo. Es que esta semana tengo exámenes y ando atacada
             .-bien, te daré este de cinco miligramos. Te tomas uno antes de dormir y luego otro media hora antes del examen. Con eso será suficiente. Pero lo más importante es que te lo sepas, si no esto no sirve de nada
      .- ¿pero esto no serán drogas?
                 .- no hermana, una es para que descanse mejor por la noche y la otra para que la presión del examen no le haga ponerse nerviosa y tenerlo que dejar en blanco.
      .-a bueno
.-vamos, no se enrolle que se nos pasa la hora de la cena
      .-gracias
             .-que apruebe usted señorita
.-lo intentaremos
      La hermana, le dio una colleja, y con genio:
      .- ¿como que lo intentaremos? Vas a aprobar todas
       Después de cenar, había que dormir, pero su fascinación por aquella pantalla no le dejaba conciliar el sueño. Cambiaba a cada momento de canal, ni veía ni dejaba ver nada.
.-deberíamos dormirnos ya
       .-no sé, es que no me entra el sueño
.-nos tomamos una pastilla cada una, apagamos la tele y listo
      .-tu duérmete, que yo en un ratito apago
.-pondré yo el despertador
         Tras tomar la pastilla, se tapó hasta la cabeza. Que a gusto sabanas suaves y una manta que abrigaba sin pesar. Cerró los ojos y sabiendo la responsabilidad que tenía al día siguiente se durmió.
        Poco a poco a Sor Beatriz se le fueron cerrando los ojos y quedó dormida a las tantas y sin apagar la tele, gracias a que estaba bajita, no se despertaron hasta que el viejo despertador sonó. 

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