He llegado a casa
Mi padre ha ido directo a
ponerme música, sabe que me gusta y después se ha sentado a nuestro lado.
De sus bocas no sale ni una
palabra, solo me miran y me sonríen.
He debido hacer un gesto de
total desagrado. Papá ha resuelto su primera adivinanza. Se ha
levantado, ha quitado esa música tan suave y le ha puesto ritmo, salsa y
volumen al ambiente. Qué bien,
ahora sí; siento de nuevo aquellas vibraciones, las que tanto me relajaban y
junto a sus caricias, me he quedado dormida.
Esta, mi primera noche, me han acostado
entre los dos, bien tapadita y he pasado una noche súper feliz.
Ellos, creo que han dormido poco, porque al
mínimo movimiento, notaba como abrían sus ojos vigilantes y me miraban, se miraban y los volvían a
cerrar.
Se
han levantado sin hacer ningún ruido, cuando la luz entraba por la ventana, me han dejado soñando y sumida en un
profundo sueño. Pero al momento, ya estaban allí de nuevo. Arrodillados pegados a la cama, abrazados,
observándome en silencio, iluminando todo con su felicidad, esperando mi
despertar, para volver a hacer monerías y gestos antes de ponerme de nuevo al
pecho para alimentarme.
Mi
padre se limita solo a mirar como un pasmarote, mi rostro, haciendo gestos con
los labios. Mientras mi mamá, llena de
agua calentita en recipiente rosa. Él a
solas con migo, pone sus dedos en mi frente; siento un ligero cosquilleo
mientras se esfuerza por orientar hacia sus yemas toda la energía que contiene su mente para descargarla en mí.
Cuando
llega mamá para avisar que ya está el baño preparado, aparta sus dedos como si
le diera vergüenza y me acaricia las mejillas.
Mi cuerpo sumergido dentro
del agua, temperatura agradable, el contacto de la mano sujetándome la nuca,
ésa música a todo volumen, con delicadeza un exquisito paño de gamuza recorre todo mi cuerpo, me
transporto a los momentos en que estaba dentro de ella. Siento su cariño, pero ahora además la veo como
disfruta, parece no cansarse de masajearme.
Qué bien me siento en mi
hogar
rodeada de cariño,
viendo gozar como niños
y a mi lado disfrutar
los brazos que me han de dar,
amor en cada momento,
sudor para mi sustento,
envolviéndome en un manto
para así esconder el llanto
que provoca su lamento.
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