Captaciones sensoriales
Este, mi primer verano, mamá
ha dejado de ir con la orquesta donde trabajaba como técnico de sonido, para
estar con migo.
Por la mañana casi nunca salimos de casa;
pero allá a media tarde antes de que empiece a oscurecer vamos dando un paseo
hasta casa de mis abuelos, allí pasamos un rato sentados en la puerta al fresco
y así aprovechan para echar un parlao.
Me
gusta mucho cuando gente que pasa dando una vuelta, se asoman ligeramente al
cochecito y dicen que soy preciosa.
Sobre todo a mi abuelo, se le ensancha todo el cuerpo de orgullo. Es un
llorón y enseguida se levanta con la escusa de ir a beber agua.
Hay un par de vecinas de esas cotillas, que en
cuanto que oigo sus pasos me pongo a lloriquear.
.- ¿pero qué le pasa a esta
niña tan guapa?
Mira que hasta la voz la
tienen de falsas. Y yo más berreo.
Cuando ya se alejan me callo otra vez de nuevo.
Mi madre las mira con
desconfianza:
.-estas no son trigo limpio.
Abuela que es muy
cumplida:
.- ¡uy!, pero si la
quieren mucho
.-ya, pero a Raquel no la
engañan.
Mamá sabe que los niños
tenemos algo especial, que nos dice solo con oír su voz, o sentir que se
acerca, que energía desprende cada persona y a mi estas, nunca me han llenado
el ojo.
Papá, sigue de escenario en
escenario ganándose la vida. No todos los días puede venir a dormir y cuándo
lo hace llega de día. Yo espero a que se despierte. Es un bestia, me hace todas
las perrerías habidas y por haber, me lanza al aire para volver a recogerme en
sus brazos, me muerde la barriga y me hace cosquillas. Después, estando sentado, me tumba sobre sus piernas,
siempre me dice lo mismo, con su dedo índice recorriendo mi rostro:
Tiene la cara de luna
Los ojitos de princesa
Los carrillos de rosa
La nariz de conejo
Los dientes de ratón.
Y entonces pone
cara de malo, me agarra y me zarandea gritando: .- y las orejas de lobo
Pasamos pocos, pero buenos
ratos juntos. A veces, se queda
dormido y cuando nota que se le empiezan a
relajar las piernas con peligro de que se le separen por su flacidez, se
despierta en seguida para que mi cuerpo
no me escurra entre ellas. Vuelve a
jugar otro ratito y se vuelve a quedar ceporro de nuevo.
Este padre mío, es un
dormilón.
Podréis falsear al diablo
por muy astuto que sea,
podréis rezarle al señor
para que arrepentimiento vea.
Podéis poner buena cara
podéis fingir la sonrisa,
podéis no emitir saludo
simulando tener prisa.
Pero nunca engañareis
a un alma recién nacida,
a un sabio en su plenitud
ni a un viejo en su despedida.
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