Más médicos
Con seis años, resulta que le fémur se ha
salido de la cadera, cuando nos han dado consulta en el Niño Jesús, resulta que
es debido a no ponerme a caminar para que fuera haciendo la forma el hueso.
Mis padres de nuevo se suben por las
paredes. Ellos lo hacían; pero en el centro rehabilitación les dijeron que no
era conveniente hasta que tuviese una sujeción fija de cervicales. Claro y ellos pues dejaron de hacerlo por mi
bien.
Resulta que me tienen que operar para
ponerme un hierro (si de todas formas no voy a andar nunca).
Con tal de evitarme los dolores mis padres
acceden a lo que digan.
A final de verano me han ingresado. Me han
operado y me han escayolado desde la cintura hasta los tobillos las dos piernas. Que mal, que incomodidad, de nada les sirve
ya arrepentirse ya está hecho.
Los dolores no cesan, cada vez que intentan
tocarme pongo cara de susto y el asearme es un martirio para ellos y para mí.
Hoy por fin, me han quitado la escayola.
Ya el dolor no es tan intenso; pero
sin nada me encuentro como desprotegida, las piernas se me han quedado en nada, delgaditas y al cogerme se me van para
todos los sitios y me hace daño.
Han
pasado ya más de seis meses desde la operación.
Con muchísimo cuidado, van moviéndome las
piernas para que las estire. Me da miedo, pero con su paciencia voy logrando
tener confianza en ellos; gracias a eso no me pongo tensa y me duele
menos.
Anoche me dio una crisis de esas. Creo
que se llama epiléptica.
Lo
único que ligeramente recuerdo es que me madre me llevaba en brazos, y mi
hermana iba al lado. En el coche mi padre corría como nunca la
había hecho. Al entrar en la ciudad,
todas las luces estaban rojas, pero le
daba igual, no ha parado ni una vez, no ha dejado de correr hasta llegar al
hospital.
Allí
me han puesto algo y me he quedado dormida.
Hoy yo, me he despertado en mi cama, y sigo un
poco atontada, cuando he abierto los ojos les he mirado, han respirado muy
hondo, porque han notado que todo ya había pasado. Han
ido enseguida a por la pequeñaja para ponérmela encima y que viese, que estaba
bien.
Vaya
susto se debieron de llevar.
Metida como caracol
en una concha de yeso,
con un palo en las rodillas
para que estén separadas
y así mantenerlo tieso.
Para mis necesidades
una pequeña abertura,
toda llena de algodones
para evitar rozaduras,
y también en los tobillos
lo mismo que en la cintura,
y una madre sin consuelo
que con inventos pretende
cuidar de su criatura.
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