Una mera ilusión
Estoy hasta de ver a gente
de bata blanca, cada poco tiempo, lo único que hacen desde que tenía dos meses,
es ponerme nerviosa, hacerme cosas que no me gustan.
Aparentemente estoy un poco
mejor y hago algunos progresos dentro de mis limitaciones. Voy Moviendo mis ojos siguiendo con la
mirada las cosas y personas. Intento
balbucear sonidos. Pequeñas cosas
parecen ir dejando el miedo para dar paso a una luz de esperanza de que algo
pueda suceder para que simplemente me pueda comunicar con ellos.
A papá, le gusta
acariciarme la lengua, para que al volverla a juntar con el paladar, de mi boca
salga algo parecido a la palabra annna. Yo, cuando él aplaude el resultado me
rio y se siente agradecido por tal regalo.
Este verano, mamá ha
vuelto con la orquesta, y esos días que no están me quedo con mis abuelos.
Soy la reina de la casa. Mi
abuela no me deja ni a sol ni a sombra. Me
saca de paseo toda orgullosa de la nieta que tiene, le gusta pararse con toda
la gente para que vean lo hermosa y guapa que soy.
A mi abuelo parece que le
da miedo cogerme por si me cae, pero cuando llega a casa del huerto; después de lavarse, se sienta en el sillón muy
callado, esperando a que mi abuela se acerque y me ponga encima; allí él se siente seguro y me hace judiadas.
Es muy marrano y me chuperretea la cara
y yo me rio.
Se emociona cuando con mis
manitas cojo sus dedos. Cuando me acaricia con sus ásperas manos, lo hace con
mucho cuidado para no dañar mi suave piel.
Pobrecitos, me
ha dado la primera crisis y mis abuelos se han llevado un susto tremendo. Han
llamado a mi tío y me han llevado a urgencias, allí temblando de miedo han pasado
toda la noche.
Hoy después de cenar, les
he dado una gran alegría. Estaban en silencio, viendo la tele. De repente han oído una palabra de mis labios:
ALO. ¿Qué se han pensado? que estaba llamando la
atención de mi abuelo, porque mi abuela siempre me dice que llame a Lalo. Sus
caras no podían reflejar mayor satisfacción;
para ellos era el mejor regalo
que habían recibido en toda su vida.
Cuando
han llegado mis padres, era la gran noticia, ese punto de esperanza que a todos
les hacía falta para empezar a creer que algo iba evolucionando, en verdad así
és, aunque no tanto como ellos se piensan.
Quisieron entre las nubes
construir una mansión
con cimientos de esperanza
y paredes de ilusión.
Amueblarla con sonrisas
por mis labios regaladas,
y embellecer con cortinas
la ventana de una boca
llena de bellas palabras.
Quisieron cerrar los ojos
para no ver más allá,
Levantar los pies del suelo
y olvidar la gravedad,
elevarse a las alturas
y en la mansión habitar
con su linda criatura
que siempre niña será.
Podrá derribarse el sueño
a la hora de despertar
pero esos meses preciosos
nadie se lo quitará.
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