La blanca piel en penumbra.
El blanco
pelo en la almohada.
Los ojos entrecerrados.
Para no
ver las penurias
que dibujan universos,
los meridianos horarios
por paralelos cruzados.
Un palpitar subyacente
como aguja de reloj,
los pétalos de una flor
blanca, de rojos ausentes.
El mundo
con su comedia
en escenario burlesco
y decorados de raso
acaba como empezó:
Con las
luces apagadas,
el teatro silencioso,
pues el telón se cerró.
Pero cada
madrugada
viene una nueva función.
Los cómicos
y danzantes
saldrán de entre bambalinas
haciendo brillar el sol.
Para arrancar
los aplausos,
del dormido, espectador.
Profundas letras Carlos
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