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viernes, 19 de noviembre de 2021

Hijos del fuego .- 06

 


 

“Artículo del periódico”;

       En una reyerta callejera entre vecinos del barrio, han resultado heridos un padre y su hijo por arma blanca.

    Se cree que los agresores son otros miembros de otro clan familiar, pero no se descartan otros sospechosos;   ya que el hijo es un conocido maleante de la zona a quien muchos ciudadanos le tienen ganas.

        A los pocos días es detenido A.G.R. de setenta años de edad y tras pasar a disposición judicial es trasladado a la prisión de Badajoz.

   Al hermano Manuel le notifican que debe incorporarse a dicha prisión con objeto de colaborar con el capellán de la misma en labores docentes en geografía e historia así como  redención de almas de aquellos descarriados malhechores.

       Los presos prefieren estar en los diferentes patios en vez de instruirse para el día en que  termine su condena y puedan volver a las calles.

      Manuel pasa celda por celda intentando convencerlos de lo bueno que sería, si saliesen con algunos estudios, pero solo unos pocos acuden a su llamada.

                   El preso que ha llegado hace unos días, sigue defendiendo su inocencia y se niega a salir de la celda donde lleva a cabo una huelga de hambre hasta que se revise su culpabilidad.     Nadie le hace caso y día a día se encuentra más deteriorado. Manuel se sienta a su lado e intenta convencerlo de que deponga su aptitud y coma, luego reza un rosario por su alma.  Tras varias jornadas, consigue que ingiera un cacho de pan que lleva oculto bajo sus hábitos e incluso durante el rosario le ve mover a veces los labios susurrando, acompañando las palabras por él pronunciadas en voz baja.

     Su relación empieza a ser más estrecha, hablan de su familia, de cómo su mujer murió hace no mucho y  que solo un hijo lo espera fuera, pero que no le permiten ir a visitarlo hasta que el juez de la orden.

  Manuel, será el encargado de llevarle cartas escondidas a su hijo y entregarle a él las que este le escriba, sin que sean leídas por los guardias.

         Para no levantar sospechas utilizan el cuaderno con el que va a sus clases de historia y como todas las tardes rezan un rato en la celda para redimir su alma,  desde hace años atormentada por algo que se niega a confesar.

            Para evitar represalias en el barrio, su hijo decide marcharse a vivir a otra ciudad, la habitación de Manuel será la dirección de remite y destinatario de las cartas entre ellos;   no tienen nada que ocultar, nada que no pueda ser leído, pero bueno ya se ha convertido en una costumbre.
          Cuando dan permiso para que reciba visitas ya está lejos y las esperanzas de volverlo a ver de nuevo cada vez son más dudosas; con poca pena que le caiga, jamás volverá a pisar la calle, su salud ya no está para aguantar mucho tiempo.

     El joven de los agredidos en aquella reyerta, se ve de nuevo envuelto en otra pelea;    las pesquisas policiales sospechan que han sido los mismos agresores de antaño, que material robado es la causa de los enfrentamientos.

     Otra tarde Manuel le preguntó cómo murió su mujer y porqué había sido escogido como presunto agresor.

        .- esta policía que tenemos está comprada

.- ¿por qué dice eso?

        .- ese muchacho junto a otros cuatro, fueron los que atracaron mi tienda y mataron a mi mujer que estaba allí sola en aquellos momentos.

.- pero eso es terrible

       .- no, eso no es lo terrible; yo denuncie a la policía pero ellos se taparon los ojos, porque el padre mueve mucho y tiene bien untados a unos cuantos, yo se que jamás saldré de aquí, porque mi sentencia está firmada y bien pagada

.- entonces por eso los intento matar, para hacer justicia

       .- no, le repito que yo no fui, ni nadie que conozca, pero era lo más sencillo para quitarme del medio

.- y tras lo ocurrido, ¿no le dieron ganas de vengarse?

      .- si pero….  

-Durante un rato de quedó callado-

        .- demasiada sangre me toco ver  y mucha sangre…

                          -su el silencio se hizo interminable-

.- recemos un poco para limpiar nuestras culpas.

       .- no, hoy no.

 

    A Manuel en ese momento se le encogió el alma, pero aquel escapulario le impedía abrazarlo.

       Se fue a al cuarto de la pensión y rezó él solo, por el alma de los dos.

        En otra de las tardes salió el tema; el tormento de lo ocurrido en el pasado se lleva a cuestas toda la vida.
       Ninguno de los dos quiso desvelar sus interioridades, solo dejaron pinceladas en el aire, trazos abstractos que expresaban todo sin decir nada.

        Cuando Manuel abandonaba la celda, pero antes de que el carcelero cerrase la puerta se volvió mirándolo:

.- algún día compartiré con usted mis tormentos y en ese momento, los dos nos despediremos

          -Manuel no se imaginaba lo que estaba por venir-

   Pasado un tiempo y tras comprobar su no culpabilidad en los delitos por los que pagaba, le dieron la noticia de que quedaba libre.

       Para qué quería ahora su libertad, sin su mujer, sin su hijo, sin nada que lo esperase, en un piso vacío y las horas en una tienda decadente con la esperanza de que algún delincuente entrara a robarle y se llevase también su vida.

     -Manuel prometió pasar a visitarlo algún día-.

                   Hacía unos días que la tienda no se habría, ni se le veía salir de casa, podría ser que estuviese enfermo.  
                En el suelo de su casa yacía sobre un charco de sangre; tenía la mano derecha cerrada y entre sus dedos rígidos una caja de cerillas.

 

 


 

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