Don Anselmo había comprendido exactamente
las consecuencias que podrían acarrear un paso en falso.
No tenía ni idea de quién podía ser
aquel tipo francés que entregó aquel sobre, pero eso quería decir que la información
estaba compartida con más gente y la visita de Gloría le preocupaba más que el
ir a la cárcel. Su tono de voz, no podía olvidarlo ni dormido,
en sueños le hacían despertar sudando.
Había demasiada gente importante implicada
fuera de su control. Él, sería la cabeza de turco, solo podía contar con la
dilatación en el tiempo, el archivo de la causa por ausencia de pruebas o la
falta de interés por parte de todos a que saliese la mierda que había bajo las
alfombras de muchos despachos.
Un lunes sonaba el teléfono
insistentemente a las siete de la mañana.
Gloría se levantó y recibió la fatal noticia: Matías estaba ingresado en
estado crítico tras salirse de la carretera a consecuencia según testigos de
ser envestido por otro vehículo que se dio a la fuga inmediatamente.
Cuando llegó al hospital, se encontró a
su marido en coma. El pronóstico era de posible irreversibilidad debido a las
lesiones producidas por un traumatismo en la cabeza. Tan solo un milagro, podía devolverle la consciencia
y caso de ser así, las secuelas posteriores podían ser fatales.
Gloria asumía lo que tenía que hacer, cumplir
su promesa. Lidia, con Berta quedaría
bien atendida y orgullosa de su madre.
Ya oscurecido, abandonó el hospital,
después de pasarse el día entero mirando en silencio el cuerpo quieto de Matías
tras el gran cristal que los separaba.
En la salida, se topó de frente con un coche
que la esperaba. Ante su mirada atónita, de la parte trasera bajó don Anselmo.
.-señora, lo siento, pero le juro por
mis hijos, que no he tenido nada que ver y que haré todo lo que esté en mi mano
para que se esclarezca este desagradable incidente
.-perdona, pero no tengo ganas de hablar y
menos con tigo
.-aparte de nuestras diferencias, por
favor. Si algo pudiera hacer por ustedes en estos momentos, aquí tiene mi
número de teléfono.
.-a buenas horas mangas verdes
No es que le hiciera mucha gracia encontrarse
con ese individuo, pero por lo menos le quitó de la mente las prisas por
cumplir lo que tenía previsto a primera hora del día siguiente.
Día tras día, con la mirada borrosa esperaba
a ver el mínimo movimiento de sus pestañas, o de una falange de los dedos de
sus manos, pero ese momento nunca llegaba.
Jorge, pidió unos días de permiso y volvió a
casa, no podía fallarles en tan duro trance, intentando que Gloria, pasase
algún tiempo en casa, aunque no llegó a lograr que se separase de aquella
ventana.
Cuando el reloj marcaba las nueve, se iba y
cenaba en casa, para acostarse con su pequeña, despertarla a primera hora,
vestirla, llevarla con Berta al cole y otra vez a esperar un imposible, con el
que poder conciliar el sueño.
A Lidia por el momento, le habían dicho que papá estaba de viaje, un largo viaje de
negocios. No sabía por qué, pero su pequeño perro Bol, se empeñaba en
convencerla todos los días con gemidos, que tal vez no regresaría.
Su estado físico y mental, se apreciaba
cada vez más decrépito, pero nadie podía hacerle cambiar su rutina diaria.
Se encontró un coche a pocos kilómetros
del lugar del siniestro. Allí estaba despeñado en el fondo de un abrupto
barranco. Coincidía con el color y modelo que algunos testigos presenciales
habían descrito y a unos metros de él, se encontraba un cadáver. El cuerpo del conductor, según el informe
habría salido despedido debido a la cantidad de vueltas que había dado el
vehículo y la posibilidad de que no llevase anclado el cinturón de seguridad;
para qué complicarse más la vida. Caso
cerrado.
Todo se hubiese quedado en agua de
borrajas, a no ser porque la coincidencia quiso que el fiscal volviese a llamar
a declarar a Matías para cotejar lugares, fechas y horas, con las de otros
testigos, lo cual lo haría pieza principal de la acusación en el proceso.
Esto hizo que el accidente saltase a los
medios de comunicación. Su relevancia
en la instrucción del sumario, propició que alguien por el precio acordado,
filtrase a la prensa el informe pericial y análisis forense del conductor hallado
en el terraplén.
Había
detalles muy trascendentes que habían sido obviados extrañamente en la valoración
policial.
Según el perito, no se habían encontrado
ningún tipo de marcas como: frenadas, derrapes,
giros bruscos de las ruedas de tracción. Lo que podía avalar la hipótesis que
posiblemente el vehículo hubiese sido empujado al vacío desde el exterior.
El cadáver, mostraba signos de violencia
y marcas de haber intentado defenderse en alguna pelea. Pero lo extrañamente
ocultado (sin saber porqué) era que las fracturas producidas en el accidente,
todas eran postmortem, confirmaba claramente que el conductor ya estaba muerto
antes de ser empujado dentro de su coche al abismo, lo que hizo que se
reabriese el caso junto a otro paralelo por asesinato y un gran revuelo interno
dentro del anatómico forense por parte de la fiscalía.
Llegó el momento de la verdad, ese, en el
que una doctora se te aproxima para pedirte que esa vida no se pierda en vano,
que sus órganos pueden darles un futuro a otras personas que también tienen
familia que está esperando un susurro de aliento y que en tu mano, tienes su
esperanza con una simple decisión.
Ya habían pasado tres meses, el monitor,
con una persistente línea estrecha y recta, mostraba que no existía ningún tipo
de onda cerebral. Muy a su pesar,
decidió acceder a que desconectasen las maquinas de su cuerpo, que antes,
aprovechasen todos los órganos en buen estado y que pudiese descansar en paz.
No; ni velatorios, ni misas, ni entierros,
ni historias teatrales. Tras unos días, un trabajador de la funeraria, llevó a
su casa una pequeña vasija de cerámica negra con asitas y tapa puntiaguda. El
nombre y la fecha de color dorado y dentro sus cenizas.
Pasó toda la noche sin poder pegar ojo a
pesar del agotamiento acumulado en esos meses. Antes de rayar el alba, puso sus pies en el
frio suelo, se dirigió a la cocina y vertió todo el contenido de la oscura
vasija sobre la encimera.
Junto a las grises cenizas depositó la
pistola, las copias en disco y un lápiz USB que contenía la caja de encima del
armario. Luego cubrió todo con el
pañuelo de seda como señal de duelo para pensar que hacer.
Marcó el número de teléfono de la tarjeta.
Sonaba insistentemente sin que nadie descolgase una y otra vez, hasta que por
fin:
.- ¿quien llama a estas horas?
.-oye, tranquilito
.- ¿quién coño eres?
.-soy Gloria, estoy
frente a las cenizas de Matías, muy pronto las esparciremos junto a otras en
algún lugar
.-te dije que yo no tenía nada que ver
.-por eso vas a
vivir para verlo y sufrirlo en tus carnes
.- ¿eso es una amenaza a mi familia?
.- ¿amenaza? no. Que
iluso eres, eso es una promesa
Cortó la comunicación y se puso a recoger
todo lo que poco antes había depositado en la encimera de la cocina.
No quiso esperar a que nadie despertase. Abrió
su armario, después de arreglarse con sus mejores galas, se fue hasta la
redacción del periódico y en el buzón, introdujo un sobre con una copia de la
documentación a la atención del director (información exclusiva) para que así
publicasen su contenido.
Se acerco al juzgado y para no andar
esperando a que abriesen, ni dar explicaciones, metió por debajo de la puerta
otro sobre con contenido idéntico al anterior. Este para (entregar a fiscalía,
URGENTE).
En una cafetería modesta que se encontraba
frente al domicilio de Anselmo, sentada junto a la ventana, tomaba serena, un
café con leche calentito, esperando la salida de algún familiar de este. El
primero en salir, sería el agraciado del premio prometido.
De repente un gran revuelo de policía y un
poco después una ambulancia llegaba con la sirena y luces encendidas a la
entrada. Su mente obsesionada y fría no
prestaba ninguna importancia a lo que sucedía ni sus consecuencias. Más tarde o
más temprano alguno aparecería y nada ni nadie se lo iba a impedir.
A los pocos minutos, la ambulancia se marchaba
de vacío. Un vecino entraba a la cafetería y comentaba
con el camarero:
.- Vaya follón tenemos en el portal. Cuando salía esta mañana a trabajar, mi
hijo se ha encontrado a don Anselmo ahorcado, colgaba de la barandilla de la
escalera con una cuerda al cuello, estaba suspendido en el hueco que queda de los
peldaños al ascensor.
Ya le han tomado declaración, pero ahora
hay que esperar al juez para el levantamiento del cadáver.
Gloria, alzó la mirada ante tal
información, luego se acerco lentamente a la barra, pagó el café, salió a la
puerta y allí se detuvo un segundo mirando hacia el portal:
.-es lo único digno que has hecho en la
vida, doy por saldada nuestra deuda
Miró al cielo, dio media vuelta y regresó
a casa.
Se ataron los cabos por lógica, sin
preocuparse de contrastar esa información con las imágenes grabadas por las
cámaras de seguridad del exterior.
Las noticias no se hicieron esperar: El
subdelegado antes de quitarse la vida, habría optado por entregar toda la
información digitalizada en el periódico y en el juzgado.
Gloria, compraría otra furgoneta nueva
y se haría cargo del negocio desde ese momento para seguir con la labor que
había comenzado Matías
F I N
No hay comentarios:
Publicar un comentario