Con una gorra agrietada de cuero color
marrón, caída hacia delante, intentaba disimular su mirada. Su mano derecha dentro del bolsillo de la
cazadora, empezaba a sudar nerviosa, mientras esperaba a que saliese aquella
persona indecisa que tanto tardaba, para al final no comprar nada. Todo el tiempo
en la entrada, mirando el suelo esperando que no entrase nadie más en esos
momentos.
.- ¿deseaba algo caballero?
Cerró la puerta del comercio, echó el
cerrojo interior y dio la vuelta al cartel de abierto.
.- ¿pero qué hace?
No contestó, se volvió y antes de que la
dependienta pudiese salir del mostrador, sacó la mano del bolsillo, en ella
portaba una pistola y apunto directamente al pecho a la asustada joven.
.-por favor dígame que es lo que
quiere, pero no se ponga nervioso
Él seguía sin soltar palabra. Tan solo su
nuez al tragar saliva se movía de todo su cuerpo. La chica con sus manos temblorosas, que casi
ni acertaban a abrir la caja registradora, fue sacando todos los billetes que
en ella había y poniéndolos sobre el mostrador. El hombre ni se inmutaba, ella
cogió una bolsa de plástico y metió en ella todo, luego puso sus manos
extendidas a la vista.
.-no hay más, por favor cójalo y
váyase
Se levantó un poco la visera con su dedo
pulgar, dejando que se viera claramente su mirada triste y rostro deslucido,
giró la cabeza y miró un expositor de huevos de chocolate.
.-coja todo lo que quiera y no me haga
nada; le prometo que no lo denunciaré; yo no le he visto la cara (mirando hacia
el suelo)
Estiró su brazo izquierdo hacia la
estantería y cogió uno de aquellos bonitos huevos. Al tenerlo en su mano, sujetándolo con
suavidad no se fuera a partir, su rostro menos serio, mostró un gesto de agradecimiento.
.- ¿era eso lo que quería?
Dejó la pistola sobre el mostrador con
suavidad, se volvió a bajar la visera y se fue de aquella tienda de regalos, no
sin antes darle de nuevo la vuelta al cartel, poniendo el rotulo de cerrado de
nuevo hacia el interior.
La dependienta respiró profundamente y
antes de poner de nuevo los billetes en la caja, envolvió el arma en un pañuelo
de seda y la guardó en un rincón escondido de una estantería de la trastienda.
Luego sacó de su bolso unas toallitas
húmedas y se limpió la cara; necesitaba refrescarse un poco para aliviar el
sofoco que había pasado. La mezcla de indignación, agradecimiento e impotencia
hacia a aquel hombre tan extraño, cuyo comportamiento no podía entender le
hicieron reventar sus emociones poniéndose a llorar con rabia como única forma
de desahogar todos los nervios acumulados.
No podía contárselo a nadie, ¿Quién la
creería? Para eso debería mostrar su única prueba, la pistola y esto llevaría a
la cárcel a aquel hombre por un simple huevo sorpresa.
Ahora el problema no era lo que había
sucedido, su cabeza tan solo se
preguntaba el por qué. Era algo insólito, con el dinero podría haber comprado
todo el expositor o directamente haber cogido las dos cosas. Le gustaría
localizarlo para saber por lo menos el porqué de aquella acción e intentar
entenderlo, ¿pero cómo?
Podía haber pedido el huevo directamente,
estaban allí como obsequio para dárselo a los niños cuando los padres hacían
alguna compra mediana como gesto de agradecimiento hacia sus clientes. Un
detalle para el niño, hacia que se fueran más contentos que cualquier rebaja en
el artículo lujosamente envuelto para regalo.
La niña jugaba entre unos muñecos viejos
encima del colchón de espuma situado en un rincón sobre el suelo, aquel rincón
donde la corriente de aire se notaba menos y donde los tres descansaban cada
noche abrazados, tapados con aquel tipo de manta hecha de retales de ropa vieja
a la que cada día se le iban cosiendo cachos nuevos para hacerla de más abrigo.
El corazón de Gloria, bajo de pulsaciones
cuando observó que se aproximaba Matías por el sendero que servía como atajo a
través de un bosquecito que separaba la nave de la ciudad.
.-hola cariño, ya estoy aquí
.- ¿pero dónde has andado todo el día?
.-traigo un regalo para Lidia para su
cumple
.- ¿Cómo se te ha dado?
.-mal, he estado toda la mañana y media
tarde en la puerta de la iglesia y solo he sacado para dos barras de pan
.-bueno pues cenamos pan. ¿Y el regalo?
.-es un huevo de chocolate
.- ¿y de donde lo has sacado?
Entre ellos no había secretos y no debía de
haberlos, así que le contó todo lo ocurrido.
.- ¿pero estas loco? ya puedes ir a primera
hora a devolverlo y pedir perdón. Encima dejas allí la pistola, te cogerán
enseguida. Ay madre, que vamos a hacer ahora
.-no pienso devolverlo, es para ella en el
día de su cumpleaños
.- ¿y cómo se te ha ocurrido dejar allí
tu pistola?
.-dejarla allí era la única manera de evitar
hacer una tontería y arrebataros esta vida de mierda antes de terminar con la
mía
.-no digas eso, estamos juntos los
tres y somos felices
.- ¿felices?
(Lidia se había quedado dormida)
.-mírala que cara más bonita tiene,
¿no la ves feliz entre esos peluches que abultan más que ella?
.-sí, es preciosa
.-pues que importa, de esta situación
ya saldremos
.-he pensado en ir a hablar de nuevo con mi
antiguo jefe otra vez, a ver si tiene algo para echarnos una mano, algún
trabajillo, de lo que sea
.-inténtalo, pero no te arrastres, no
se lo merece
.-en su nuevo puesto, tal vez pueda
colocarme
.-las otras veces no movió por ti ni
un dedo y podía hacerlo, ¿crees que ahora va a ser distinto?
.-no lo sé, pero no tengo nada que perder,
un día de estos saldremos a ver si encontramos algo de ropa y me la arreglas,
con estas pintas no me dejan ni entrar a verlo
La niña se despertó (tal vez por hambre).
Las caras de sus padres estaban iluminadas por la pequeña llama de aquella
vela.
.-hola papá
.-mira lo que te he traído, feliz
cumpleaños
.-colate dondo
.-y dentro hay una sorpresa
La madre quitó con cuidado de no
estropear el papel de plata que lo envolvía, abrió el huevo a la mitad y de su
interior extrajo una capsula de plástico que contenía una bonita y pequeña
figura de una princesita de plástico.
Lidia, la cogió entre sus manitas, miraba aquella baratija, como el regalo
más deseado del mundo.
El padre, partió un cacho de pan, lo abrió
en dos mitades y le hizo una especie de bocadillo con el chocolate.
.-ahora cómete todo y a seguir durmiendo
Ellos cenaron pan con pan antes de
acostarse cada uno a un lado de la niña, unir sus brazos sobre ella y taparse
con aquella manta que cada día iba pesando un poquito más. Lo de abrigar, era
otra historia.
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