Me sentaré frente a ti para contarte un cuento, y con el lenguaje de los signos, podrás oír mis manos.
Cuando desees escapar, no correré tras de ti, si no a tu lado, intentando coger tu mano para seguir haciéndolo juntos.
Me dejaré abrazar en cada una de tus crisis, para que la fuerza se desahogue estando yo entre tus brazos, sin temor a que se vuelva en contra tuya y te lesiones
Empujaré tu bonita silla, para pasear aprovechando los tan esperados rayos de sol de la primavera, con una mantita fina sobre tus piernas, no me vayas a coger frio.
Sobre un colchón, te moveré con cuidado, cantándote canciones alegres mientras te cambio de pañal, para que siempre estés sequita y limpia.
Jugaremos emocionadamente al avión con la pequeña cuchara, para que mantengas la boca abierta y así que aterrice el alimento con suavidad en tu lengua.
Aguantaré pacientemente a que identifiques mi voz y reconozcas mi rostro con tus manos, aunque una vez analizadas mis facciones me llames feo y te rías de la forma de mi nariz.
Permitiré que pintes en el suelo o pared, aquello que nunca podrías dibujar en un folio por falta de espacio.
Intentare aprender a escuchar la expresión de tus ojos, para saber lo que quieres y aplaudiré mis aciertos como símbolo de alegría por habérmelo indicado bien.
Te acostaré vestido con un pijama precioso lleno de animalitos de colores, para que no te encuentres solo en tus sueños.
Besaré tus manos temblorosas, para que tu ausencia de recuerdos, no incida en tu capacidad de sentimientos.
Solidificare con espesante los líquidos, para que puedas tragarlos con agrado y tu cuerpo esté bien hidratado sin que te avergüences cuando se derrama por la comisura de los labios.
Cada mañana al verte, repetiré incansable tu nombre, esperando que gires la cabeza y me regales una sonrisa al oírlo con mi tono de voz.
Cuando acabe mi jornada, me quitaré el uniforme para irme a casa a descansar; tú, te quedarás sabiendo que a tu lado, siempre tendrás un amigo; ese estimado compañero que me releva en el puesto cuando yo salgo.
Vosotros, sois especiales; nos dais fuerzas cada día para dignificar nuestra profesión. Aunque haya personas que os miren como raros, con pena, en vez de ternura o naturalidad; aunque para muchos, vuestros problemas pasen inadvertidos; aunque haya quien incluso reniegue de vosotros. Mientras nos quede un susurro de aliento, jamás os sentires solos ni os faltará atención y cariño.
(Poniendo voz a todos esos trabajadores y voluntarios de diversos centros).
Dedicado para todos aquellos pequeños, jóvenes o mayores, que por diferentes cuestiones dependen de su cuidado.
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