.-hola Berta
.-Matías, vete a casa a arreglarte que
tienes que ir a ver a ese…. No sé cómo llamarlo
.-ya voy, a ver qué
excusa pone hoy
.-con la cabeza bien alta y la mirada al
frente, ya sabes, a la mínima lo mandas a freír espárragos que ya nos
arreglaremos como sea
.- ¿si pudiera?, no
cambiaría este trabajo por ninguno, pero hay que ser realista y el tiempo pasa
y Lidia crece
.-cuando alguna “gran” puerta se cierra, es
porque en ese largo pasillo que es la vida, espera otra abierta más apropiada
por la que entrar
.-hasta luego, nos
vemos para comer
.-tú, no te preocupes, veras como tengo
razón, te lo dice una vieja que ha vivido bastante
.-gracias Berta
.-ánimo y suerte
Cuando terminó de vestirse decentemente para la ocasión, su mujer,
colocó sobre su cuello la bufanda de la suerte y le dio un gran beso
de esperanza al tiempo que su mirada decía: mándalo a la mierda. Después de un
abrazo emocionado a Lidia, bajó las escaleras.
Andando rápido, se dirigió a ver a don
Anselmo. Cuando llegó, haciendo de tripas corazón, se estuvo hablando un rato
con su antiguo compañero, era la manera de crear una situación que le
permitiese entrar sin crear sospechas dando un rodeo, evitando así pasar por el
arco de seguridad.
.-voy a ver que se
cuenta el jefe
.-que tengas suerte
.-ya la tengo, ahora
lo que necesito es un sueldo
Antes de llamar a la puerta, se detuvo un
rato en el pasillo, parecía que tenía claro lo que le iba a decir y como
contestarle.
.- ¿se puede?
.-pasa Matías
.- ¿Qué se sabe?
.-lo siento, pero la empresa ya tiene
contratado a todo el personal necesario, tal vez, alguna sustitución por
enfermedad o vacaciones y luego ya dentro, con el tiempo quien sabe, pero nada
más
.-me parece muy
bien, llámalos y diles que se metan las sustituciones por el culo. Ahora,
delante de mí
.-un respeto ¿sabes quién soy?
.-sí claro, lo
pone en grande en la placa de la puerta. Subdelegado del gobierno, lo que se os
ha olvidado poner es: un chupatintas
(Descolgó el teléfono)
.-seguridad, acuda a mi despacho
.-sí, mejor que ese
también oiga lo que te voy a decir
.-sal de aquí inmediatamente, ¡ya!
Matías, saco la pistola de su bolsillo y
apuntó con ella a Don Anselmo. En ese
preciso momento llegaba el esbirro
.-alto no te muevas, alto, por favor
Matías suelta esa pistola
(Por el intercomunicador interno)
.-refuerzos al despacho del señor
subdelegado, hombre armado
.-tranquilo, solo le
voy a recordar una historia
.-deja ese arma sobre la mesa,
despacito
(En un instante, cuatro, todos antiguos
compañeros le apuntaban esperando el más leve movimiento para apretar el
gatillo y así por la espalda, demostrar la hombría que les faltaba cara a cara.
A él sin embargo, ni le temblaba el pulso)
.- ¿te acuerdas de
todos tus trapicheos políticos y empresariales en los que me tocó estar
presente y callar?
.- ¿las veces que
tuve que estar fuera de casa para acompañarte y protegerte en cuestiones que
estaban fuera del ámbito y horario de trabajo e incluso de la legalidad?
.- ¿has olvidado que
tengo una cicatriz del impacto de bala
que iba dirigida a ti y no dudé en interponerme en su camino, aún pudiendo
haberme costado la vida?
.-no, claro, tu ya
no te acuerdas y vosotros tampoco os acordáis de quien dio la cara por vosotros
y vuestros derechos, de los cuales sin mover ni un solo dedo, os aprovechasteis
todos
.-cuando retiraron
los escoltas, seguisteis recolocados todos en un sitio u otro, aunque os
hicierais los tontos, supisteis por lo que estaba pasando mi familia, pero
ninguno se ofreció tan solo para darnos un poco de ánimo o ver si necesitábamos
algo, aunque fuera un mísero cacho de pan
.-ahora quien quiera
puede empezar a disparar. Claro se me olvidaba, solo sabéis chuparla, por eso
estáis aquí deshonrando ese uniforme, por eso este mierda que tenéis en frente,
solo me quería a mí a su lado, aún estando de baja y yo como un imbécil, seguía
estando allí protegiéndolo, al pie del cañón incluso con el brazo en
cabestrillo
.-di algo, en tu
defensa, estás a tiempo
.-eres un acojonado,
no puedes abrir la boca, lo mismo si la abres te cagas
.-no quiero nada de
ti, no necesito tu ayuda, pero si me pones una zancadilla en la vida, saco todo
lo que tengo guardado y te hundo. Y claro que sabes que lo tengo, fechas,
sitios, personas y cantidades. Tú, eras quien siempre, me obligaba a apuntar
todo y guardar los documentos firmados. Tanta era tu obsesión por el poder que
te olvidaste de mí, hasta para ir a pedirme el maletín negro que yo guardaba en
sitio seguro
Los vigilantes guardaron sus armas.
Matías, sacó el cargador y tras ponerlo encima de la mesa, apuntó directamente
a la frente de aquella cosa despreciable, ante la mirada atónita de las demás
que no hicieron el más exiguo movimiento
.-ahora piensa: ¿hay
una bala dentro de la recamara o no?, ¿lo comprobamos?
Entonces, comenzó a llorar pidiendo
clemencia.
.-lo veis, es un
mierda
Matías, dobló el brazo poniendo la punta
del cañón contra su sien como si se fuera a suicidar y apretó el gatillo. Solo se oyó el clic del percutor. Volvió a
coger el cargador, lo introdujo en el arma y marchó de allí, sin que nadie se
interpusiese en su salida.
.- de esto ni palabra, nunca ha ocurrido
(fueron las únicas palabras que pronunció antes de darle la vuelta al sillón
giratorio para seguir llorando de miedo sin que nadie lo viese)
Cuando llegó a casa conto parte de lo
ocurrido omitiendo lo de los documentos, guardo de nuevo la pistola en la caja
junto al permiso de arma corta, al que le quedaban aún unos meses de vigencia y
que no pensaba volver a renovar, de todas formas no tendría posibilidad de
hacerlo sin la firma de una empresa de seguridad que avalase su necesidad.
Berta, hablaba todas las semanas por
teléfono con su único hijo: Jorge. Una persona bien formada que trabajaba como
ingeniero de telecomunicaciones en una gran empresa que se encontraba a las
afueras de París.
Este, estaba al tanto de lo que sucedía en
casa. Se le estaban haciendo eternos los días que faltaban para esa tan
esperada semana de vacaciones que siempre cogía concediendo con el cumpleaños
de su madre.
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