Hoy
les contaré una historia de las que solo un niño puede recordar durante un
breve espacio de tiempo al despertar o a veces hasta que otra historia parecida
capta su atención.
Por suerte
carca de un niño que empieza a curiosear con su mente, a veces se encuentra
cerca una madre con paciencia, tiempo, papel y bolígrafo. Para recopilar todo
aquello digno de recordar junto a él, cuando crezca.
Era la noche de reyes. Una vez
todos los pequeños dormidos, el padre fue a sacar los regalos de la despensa y dejarlos
en el salón-comedor donde los envolvería en papel de regalo, poniendo en cada uno de ellos la respectiva tarjeta
con el nombre del afortunado.
La madre
fue hacia la cocina a colocar en una bandeja tres vasos de agua, tres mazapanes
y un cuenco con piñones y pasas para que los tres magos repusieran fuerzas para
el resto del camino.
Una voz que
nunca había oído parecía decir el nombre de su niño. A toda prisa se dirigió hasta su habitación,
abrió la puerta y allí estaba, sentado en la cama, a oscuras hablando con la
nada.
.- ¿Qué haces? Venga
a dormir
.- espera. Estoy hablando con él
.- si no hay
nadie
.- Sí, está ahí de pie, como muchas noches pero ah claro,
tú no lo puedes ver
.- con una condición,
que me digas todo lo que él dice para apuntarlo
.- Mamá, pero no puedes encender la luz o dejaré de verlo
.- no te
preocupes lo aremos sin luz.
.- dice que hoy me va a contar una historieta que tú olvidaste
cuando te hiciste mayor pero que yo debo recordar
.- Para eso
estoy aquí
La madre tomó
aire, colocó el bolígrafo sobre el cuaderno y…
El padre entró y
dio la luz para ver qué pasaba.
El niño lo miró fijamente y gritó:
.- --- Por Qué, porqué has hecho que se marche.
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