Aroma, a tomillo y romero.
Aceite de oliva regando nostalgias
que bajan del cerro entre
aliagas floridas.
Pasos que se arrastran
en la cuesta de guijarros
imaginarios,
dudando de su existencia.
Todo lo engulle el asfalto.
Todo. Hasta los senderos,
riscas y cielo.
Hasta las aguas, que turbias,
ya no lavan los ojos, ni los
pies del caminante.
Tan solo las manos negras de la
avaricia.
Fuerte escrito para hacer repensar a todos en pensamiento y acción. Al avaro no le importa no le importa lo que haga por conseguir su objetivo.
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