Silencio
resonando en el aire.
Soledad
acompañada de vacío.
Penumbra que desilumina las pupilas.
Mesa repleta de rayas malditas.
Silla cansada de tiempo perdido.
Lápiz que se alza clamando a los
cielos,
papel
que llora por no ser querido.
Temblando en el gesto de escribir susurros,
dedos marchitos
de uñas mordidas.
Juegan las yemas en blancas y negras
lanzan
sacrilegio hacia cuerdas roídas.
Después de un sonido, otro se repite,
la nota
se expande con enarmonía,
mirando
las líneas del papel pautado.
Parpados lacios, pestañas caídas.
Un Cristo colgado en blanca pared,
a cuadros
de antaño, hace compañía.
El piano se duerme contra la humedad,
gimiendo
con rabia la triste agonía.
Revoloteando junto a las maderas,
las moscas
sin prisa junto a la carcoma,
aburren
su tiempo en la larga espera.
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