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jueves, 7 de noviembre de 2019

Minutos de Vida (13)




             Ya anocheciendo, Andrea entró como siempre sonriendo y saludando a todos en el comedor.
                 Eso hacía que algunos se pusieran nerviosos y con risa escandalosa le devolviesen el saludo, lo que ponía del hígado a las que hasta ese momento estaban tranquilas y en silencio jugando con el móvil, mientras hacían la labor de vigilancia de cualquier eventualidad.
           ---- Qué raro, Rafael no estaba en su sitio ----.
        .- ¿y Rafael?
            .- a saberse, estará en el servicio
       .- pero es que no os dais cuenta de que no está bien
            .- anda y vete a fregar. Todo el día vamos a estar detrás de él
          En el servicio no estaba y en el patio tampoco, dónde se habría metido. Subió a las habitaciones y allí estaba. Sentado en medio del pasillo, en el suelo, intentando coger algo con sus uñas de entre las baldosas.
    Cuando iba a acercarse a él, algo paró sus pies.    Debía dejarlo encontrar lo que buscara y más tarde intentaría averiguar que era.  Por primera vez en tanto tiempo, sintió pena al ver su mirada carente de emociones.
      ---Andrea se escondió tras el tabique----
     Sabiéndose de nuevo en soledad total, inclinó la cabeza y volvió a rascar en la junta de las baldosas.
.- sal, no tengas miedo
            Sus dedos se ponían nerviosos.     La espalda se le iba inclinando cada momento más y más intentando ver más de cerca ese poro en el cemento.
Rascaba y rascaba,  con su cuerpo tumbado en el suelo, intentaba introducirse todo él por ningún sitio.      No le hacía caso, no quería salir.   Rafael sin tener consciencia de lo que aquellas palabras significaban, volvió a decir en voz alta unas frases que vinieron a su mente que comenzaban diciendo: padre nuestro que estás en los cielos. Sin saberlo rezaba. Suplicaba con voz entrecortada que saliese, pero nada abría aquella rendija, nada ablandaba aquel cemento, ni aun siendo regado por unas lágrimas que brotaban de nuevo, tras años ausentes.
      Solo, tumbado, destrozado, con los huesos vencidos y la mente derrotada, quedó dormido en medio del pasillo.
Cuando se acercó Andrea,  estaba abatido.  Las yemas de los dedos las tenía rasgadas y sobre la viscosidad de sangre y lágrimas, reposaba su cara helada.
               Temió lo peor, quedó por un momento parada en la penumbra del anochecer que entraba por la ventana. Sin temor se agachó despacio en vez de llamar a nadie. Acarició su frente y sus manos, estaban frías. No hizo nada, se quedó parada, de rodillas, mirando sin ver, callada, sin pensar.
     Entonces Rafael movió sus dedos.  Giró su cara y vio allí a su ángel.   
  Su mirada volvió a ser de felicidad al mirar a la ventana.   Sus grandes pupilas se sentían agradecidas y satisfechas.
.- Bella, Ángel, mirar, por fin salió
      Andrea seguía paralizada en el tiempo.   Para su mente todo era un sueño. Aquello, no era verdad.  No podía ser que lo hubiese dejado allí solo.   No era normal que no pudiese mover ni un músculo de su cuerpo.     Fue él quien la cogió por los brazos y ayudó a que se pusiese de pie de nuevo.    Entonces de nuevo reaccionó al ver las huellas rojas en las mangas de su uniforme.
         .- ay dios, ay dios, vamos, vamos al botiquín
.- mira, está bien. Ha salido
          .- te mato, vaya susto que me has dado
    Cogió del carro una funda de almohadón y le envolvió las manos.
         .- venga, vamos rápido a buscar a Nati que te cure estos dedos
.- tranquila, que ya ha salido
        --- Él quería ir hacia la ventana, no a las escaleras ----
           .- por favor Rafael que te tienen que curar y yo tengo que limpiar este desastre
   Aunque con reticencias, comenzaron a bajar escalones. Nati como siempre estaba liada con el móvil y eso de que la interrumpieran a mitad de la partida, no le sentó nada bien.
           .- mira que no puede una estar tranquila con estos viejos
         Andrea se mordió la lengua, por no saltar.  Mejor se quedaría a ayudar a curar esos dedos.   Una vez lavados, desinfectados y envueltos en gasa cicatrizante. Hicieron con unos guantes de látex unos dediles que le sujetaron con esparadrapo.
    --- Cuando salieron él seguía nervioso ---
.- vamos, vamos, (tirando de la mano de Andrea)
           Volvieron a subir las escaleras, recorrieron el pasillo y llegaron a la ventana.
.-mira, ya no está escondida
       .- ¿buscabas la luna?
.- ¡no! La luz
        .- Pero ¿qué luz?
.- esa
       Alzó su mano y con el dedo herido apuntó a una farola que se dejaba ver entre las ramas de los arboles del patio.
        .- tú al final me vuelves loca
.- no, loca no, ángel.    A Bella le gusta mucho ver la luz 
        .- vamos para el comedor que va siendo hora de cenar.  Contigo no gano para sustos.     Verás, mañana cuando se lo cuente a Laura, va alucinar.    


   
        

     

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