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miércoles, 20 de noviembre de 2019

Minutos de Vida (20)





         Cada pocos días, le iban enseñando una cosa nueva.    Se inventaban una pequeña historia con la que él recordase ese objeto, esa fotografía, hasta que él fuera capaz de recordar la verdad del momento y fuera quien contase aquello que sucedió en realidad.
     Arturo y Andrea aprovechaban los ratos de despiste para recordarle las historias y contárselas de nuevo junto a Bella (ella tenía mejor memoria).
    Cuando la duda abrazaba la mente de Rafael, este miraba y preguntaba.
      Siempre recibía la respuesta correcta.    Ya nadie iba a buscarlo para hacer las cosas, aunque él fuera un despistado, Bella siempre estaba pendiente de las agujas del reloj para avisarlo.
      Habían pasado dos meses.      De lo que había en la caja, tan solo quedada un objeto sin mostrar.      Por algo, nadie sabe el porqué, Laura había decidido dejarlo guardado en el cajón de su mesa.
   Esa mañana entro al gimnasio con las manos a la espalda, escondiendo algo. Se acercó y puso sobre la colchoneta la locomotora de chapa.

       Rafael casi sin mirarla bajó la cabeza, cerró los ojos haciendo “no” con la cabeza, (un gesto repetido varias veces).    Su cara mostraba una rabia inusual, al tiempo que sus mandíbulas se apretaban y temblaban rechinando los dientes.
      Después estiró su brazo con fuerza y de un manotazo lanzó la locomotora contra la pared de enfrente. Ante el asombro de los tres, Rafael se levanto y se fue sin decir palabra.
      Andrea salió a buscarlo pero en el comedor no estaba, miró en el patio, en su habitación, pregunto por él, pero no obtuvo respuesta.   Entró de nuevo en el gimnasio con la cara desencajada, con el miedo metido en el cuerpo   ¿Qué había pasado?   ¿Dónde estaría metido?   Los tres corrieron a buscarlo escudriñando cada rincón, revisando la residencia palmo a palmo. 
  Arturo miró en el patio, entre los arbustos. La puerta de hierro estaba cerrada, por allí no podía haber salido.
   Andrea rebuscó habitación por habitación, debajo de las camas, incluso abriendo armarios y nada.
  Laura recorrió pasillos y despachos (sitios poco probables) pero no se podía dejar nada sin mirar.
     Ya los tres en el despacho de Laura, sin aliento, se veían en la necesidad de dar la voz de alarma, aunque eso les obligase a dar explicaciones que arrojarían todo el trabajo hasta ahora hecho a la basura y según era la directora el posible despido por no acatar sus normas.
   Entonces se percataron que algo se movía en el rincón, entre el armario y la pared, tras un perchero lleno de abrigos, chaquetas y paraguas que Laura había ido olvidando en los días de lluvia y frio mañanero, estaba Rafael como niño agazapado con la temblorina metida en el cuerpo  y los ojos llorosos.
  --- Andrea se acercó a él levantándolo del suelo por debajo de los brazos -----
        .- Ven cariño mío, vamos al comedor a ver a Bella.
Al pasar por la puerta del gimnasio, se quedó parado mirando por la puerta entreabierta.
         .- ¿Quieres que pasemos? ¿Quieres recoger la locomotora?
         Rafael respiro profundamente y comenzó de nuevo a dar pasitos cortos pasillo adelante.     Las zapatillas se arrastraban perezosas y su mirada tristona no se despegaba de las baldosas del suelo.
    Ya sentado en el sillón levantó la cabeza  por un instante:
.- ¡ay! Bella.   Mi tren, mi tren.
                   Allí quedó con una mano cogida a la mano de Bella y con la otra acariciando a Perro, mientras Grifo sentado sobre sus zapatillas daba calor a sus pies helados.
         ---- Andrea entró de nuevo en el despacho ----:
.- se acuerda, se acuerda.
        .- ¿se acuerda de qué?
.- de su tren.    Esa locomotora tiene algún significado especial, muy, muy especial.
    .- yo no sé si estamos haciendo bien, a veces pienso que mejor dejar las cosas como están
          .- mira Arturo, esas son preguntas sin respuesta, nuestra obligación es darle una vida con un futuro de luces y para eso a veces hay que hacerle ver también las sombras
.- lo mío debe de ser egoísmo.  No me gustaría olvidarme de él, pero tampoco quiero que me olvide y que cualquier mañana me mire ya como a una persona  extraña
         .- tú eres su ángel, a ti nunca te olvidará, aun que te vayas lejos seguirás a su lado al igual que Bella
      .- bueno cada uno a su trabajo que está a punto de bajar el ogro y esta si ve algo extraño enseguida empieza a investigar.
    --- En ese momento una voz retumbó en la escalera -----:
.- Bueno, vas a subir hacer las camas o las voy a tener que hacer yo también
         Era Mercedes la compañera de Andrea, que ya estaba acostumbrada a ir limpiando por delante dejando Las sábanas limpias en las sillas para que luego Andrea hiciese las camas antes de comer.
   .- ya voy, ya voy. Que boceas más que si hubiera fuego.
       Arturo entró de nuevo en el gimnasio y recogió la locomotora.    Cerró la puerta.     Miró a un lado y a otro, como con vergüenza de que alguien lo viese (no era un hombre de creencias demasiado profundas).        Luego se arrodilló en la colchoneta con el trenecito entre sus manos y cerrando los ojos lo elevo como ofreciéndolo a los cielos, al tiempo que realizaba preguntas y preguntas al aire esperando unas respuestas que pretendía oír o simplemente sentir en eso que algunos llaman alma.
  Por su parte Laura seguía sentada en su silla meditando sobre el pensamiento de Arturo.   Su mente profesional le dictaba que la memoria de Rafael se debía de intentar recuperar ¿pero?...   Si él así era feliz, porqué no dejarlo vivir en un mundo donde a nadie hacía daño.





     


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