Cada
pocos días, le iban enseñando una cosa nueva. Se inventaban una pequeña historia con la
que él recordase ese objeto, esa fotografía, hasta que él fuera capaz de
recordar la verdad del momento y fuera quien contase aquello que sucedió en
realidad.
Arturo y Andrea aprovechaban los ratos de despiste para recordarle las
historias y contárselas de nuevo junto a Bella (ella tenía mejor memoria).
Cuando la duda abrazaba la mente de Rafael,
este miraba y preguntaba.
Siempre
recibía la respuesta correcta. Ya
nadie iba a buscarlo para hacer las cosas, aunque él fuera un despistado, Bella
siempre estaba pendiente de las agujas del reloj para avisarlo.
Habían
pasado dos meses. De lo que había en
la caja, tan solo quedada un objeto sin mostrar. Por
algo, nadie sabe el porqué, Laura había decidido dejarlo guardado en el cajón
de su mesa.
Esa
mañana entro al gimnasio con las manos a la espalda, escondiendo algo. Se
acercó y puso sobre la colchoneta la locomotora de chapa.
Rafael casi sin mirarla bajó la cabeza,
cerró los ojos haciendo “no” con la cabeza, (un gesto repetido varias veces). Su cara mostraba una rabia inusual, al
tiempo que sus mandíbulas se apretaban y temblaban rechinando los dientes.
Después estiró su brazo con fuerza y de un
manotazo lanzó la locomotora contra la pared de enfrente. Ante el asombro de
los tres, Rafael se levanto y se fue sin decir palabra.
Andrea salió a buscarlo pero en el comedor no
estaba, miró en el patio, en su habitación, pregunto por él, pero no obtuvo
respuesta. Entró de nuevo en el
gimnasio con la cara desencajada, con el miedo metido en el cuerpo ¿Qué
había pasado? ¿Dónde estaría metido? Los tres corrieron a buscarlo escudriñando
cada rincón, revisando la residencia palmo a palmo.
Arturo
miró en el patio, entre los arbustos. La puerta de hierro estaba cerrada, por
allí no podía haber salido.
Andrea
rebuscó habitación por habitación, debajo de las camas, incluso abriendo
armarios y nada.
Laura
recorrió pasillos y despachos (sitios poco probables) pero no se podía dejar
nada sin mirar.
Ya
los tres en el despacho de Laura, sin aliento, se veían en la necesidad de dar
la voz de alarma, aunque eso les obligase a dar explicaciones que arrojarían
todo el trabajo hasta ahora hecho a la basura y según era la directora el
posible despido por no acatar sus normas.
Entonces se percataron que algo se movía en el rincón, entre el armario
y la pared, tras un perchero lleno de abrigos, chaquetas y paraguas que Laura
había ido olvidando en los días de lluvia y frio mañanero, estaba Rafael como
niño agazapado con la temblorina metida en el cuerpo y los ojos llorosos.
---
Andrea se acercó a él levantándolo del suelo por debajo de los brazos -----
.- Ven cariño mío, vamos al comedor a ver a
Bella.
Al pasar por la puerta del gimnasio, se quedó
parado mirando por la puerta entreabierta.
.- ¿Quieres que pasemos? ¿Quieres recoger la locomotora?
Rafael
respiro profundamente y comenzó de nuevo a dar pasitos cortos pasillo adelante.
Las zapatillas se arrastraban perezosas
y su mirada tristona no se despegaba de las baldosas del suelo.
Ya
sentado en el sillón levantó la cabeza
por un instante:
.- ¡ay! Bella.
Mi tren, mi tren.
Allí quedó con una mano cogida a la mano de
Bella y con la otra acariciando a Perro, mientras Grifo sentado sobre sus
zapatillas daba calor a sus pies helados.
---- Andrea entró de nuevo en el despacho ----:
.- se acuerda, se acuerda.
.- ¿se acuerda de qué?
.- de su tren. Esa locomotora tiene algún significado
especial, muy, muy especial.
.- yo
no sé si estamos haciendo bien, a veces pienso que mejor dejar las cosas como
están
.- mira Arturo, esas son preguntas sin respuesta, nuestra obligación es
darle una vida con un futuro de luces y para eso a veces hay que hacerle ver
también las sombras
.- lo mío debe de ser egoísmo. No me gustaría olvidarme de él, pero tampoco
quiero que me olvide y que cualquier mañana me mire ya como a una persona extraña
.- tú eres su ángel, a ti nunca te olvidará, aun que te vayas lejos
seguirás a su lado al igual que Bella
.-
bueno cada uno a su trabajo que está a punto de bajar el ogro y esta si ve algo
extraño enseguida empieza a investigar.
--- En
ese momento una voz retumbó en la escalera -----:
.- Bueno, vas a subir hacer las camas o las voy
a tener que hacer yo también
Era
Mercedes la compañera de Andrea, que ya estaba acostumbrada a ir limpiando por
delante dejando Las sábanas limpias en las sillas para que luego Andrea hiciese
las camas antes de comer.
.- ya
voy, ya voy. Que boceas más que si hubiera fuego.
Arturo entró de nuevo en el gimnasio y recogió
la locomotora. Cerró la puerta. Miró
a un lado y a otro, como con vergüenza de que alguien lo viese (no era un
hombre de creencias demasiado profundas).
Luego se arrodilló en la colchoneta con el trenecito entre sus manos y
cerrando los ojos lo elevo como ofreciéndolo a los cielos, al tiempo que
realizaba preguntas y preguntas al aire esperando unas respuestas que pretendía
oír o simplemente sentir en eso que algunos llaman alma.
Por su
parte Laura seguía sentada en su silla meditando sobre el pensamiento de Arturo. Su mente profesional le dictaba que la
memoria de Rafael se debía de intentar recuperar ¿pero?... Si él así era feliz, porqué no dejarlo vivir
en un mundo donde a nadie hacía daño.
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