Cuando Arturo regresó a la residencia tras pasar unos días en familia,
Rafael estaba sentado en el banco mirando atentamente su reloj y jugando con la
locomotora. Al oír que se abría la verja se incorporó y fue a recibirlo
riéndose:
.- me dijiste que hoy llegarías a las doce, y
ya, son y media
.-
muy bien, me alegra que te hayas acordado. Me ha dado recuerdos para ti el
señor Belarmino
.- y ese, quién es
.- alguien que te quiere mucho, pero bueno todo a su tiempo
.- has estado muchos días fuera. Todos echamos de menos al pequeño de la casa
.- y estas brujas ¿Cómo se han portado?
.- bien, pero como te oigan que las llamas así,
bueno… ya verás
.- nada, no pueden conmigo
.- bueno, bueno, yo no quiero saber nada
--- Entraron
y Arturo se asomó a la puerta de la cocina ---
.- Qué, como están estas mozas
.- ya está de vuelta este gamberro
.- ja, ja, ja, se acabó
la paz en esta casa
.- Dolores, guapa, a que no me preparas una tostada y un café
.- a que no pasas y te la
preparas tú
.- que te cuesta
.- que ganas de dar guerra. Ya te
la hago yo
.- gracias Reme
.- ah, que a mi Reme a secas,
pues entras y te la haces tú
.- pero si eres relinda y además lo sabes. Porfi, porfi, estoy en el
comedor con Rafael
.- tira. Que tienes más cuento…
En el
comedor por suerte no había nadie. Se sentaron junto a una mesa y Arturo sacó
el móvil.
.-
estas fotos ya las conoces. Este, eras
tú de joven
.- si claro
.- este eres también tú, pero me he enterado que te la hiciste en una
excursión a Salamanca
.- vale espera que lo apunto
Sacó su libreta y el bolígrafo y puso SALAMANCA en letras grandes
.- con esto, me vale
.- muy bien, y este no eres tú
.- y quien es
.- es Belarmino, que también estuvo ese día contigo en Salamanca
.- ¡ah! Y donde está Salamanca
.- apunta que no se te olvide su nombre Be- lar-mi-no
.- está
.-por ahora ya tienes bastante tarea que llega un olor a rico, rico
Allí
estaba ya Reme con dos tazas de café con leche y dos tostadas
.- si es que eres una preciosidad de joya, con una me había bastado
.- listo, a que se come las dos Rafael.
He traído también una para ti,
que se que te gustan (pasando su brazo por encima de sus hombros)
.- están muy ricas
.- al lío Rafael. Dale caña, antes de que llegue alguien inesperado.
Después del desayuno pasaron un momento a
saludar a Laura y subieron a las habitaciones para que Andrea supiese que ya
había llegado.
-- Rafael no se despegaba de sus
pasos --
.- bueno, ahora voy a ver a la directora para decirle que ya estoy aquí.
En ese momento, la silueta de Rafael comenzó a difuminarse pasillo
adelante. Aquel despacho no era de su
agrado. Si quería entrar que entrase él solo.
Ya en
su habitación Arturo descargó todas las fotos que había hecho en el ordenador
para luego imprimirlas y utilizó el tiempo restante hasta la hora de comer
pasando a limpio los apuntes que había tomado de esa conversación con Belarmino
y en otro “Word” los improperios vertidos por la sobrina.
Esa
impresentable de la que era mejor que ni supiese de su existencia.
En el gimnasio, en un armario bajo llave, se
guardaron todas las fotos impresas, edificios que él podía conocer. Poco a poco
cada mañana se las irían mostrando para que fuera haciendo memoria. Algunos
edificios o monumentos le parecían
intrascendentes, pero sin embargo otros le dejaban pensativo, como si algo, sí
que los recordase, aunque no los tuviera ubicados en el punto donde debían
estar.
Repetía orgulloso que había ido una vez
a Salamanca con un amigo suyo que se llamaba Belarmino. Era un gran logro el que empezase a
relacionarse con cosas ajenas a lo que estaba dentro de esos muros.
Llegó el viernes por la tarde. Andrea y Laura se iban de fin de semana y
allí estaba Rafael para despedirlas hasta el lunes.
.- a ver, el lunes a qué hora
.-
yo llegaré a las ocho
---- miró su reloj y señaló con el dedo en qué
posición deberían estar la aguja pequeña
y la grande ---
.- y tú
Laura
.- yo duermo más. A las nueve y media
---- volvió a mirar la esfera y repitió la
operación con sus dedos---
.- nueve…. y media, vale
.- hala, dame un beso que pierdo el bus.
El
sábado a media mañana, a algunos de los internos los venía a recoger algún
familiar para que pasasen en su casa el fin de semana por lo que al haber menos
gente, se estaba más tranquilo. Bueno y el fin de semana que por suerte
faltaba Justina la residencia parecía
una balsa de aceite.
Nadie
se lo esperaba, pero el domingo a media mañana llamaron al timbre.
A continuación la megafonía anunciaba:
.- Arturo, preséntese
urgentemente en recepción
----y
seguidamente algo inusual y extraño ---
.-
¡YA! Arturo ¡YA!
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