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jueves, 28 de noviembre de 2019

Minutos de Vida (25)





     A las ocho y media en punto, estaba Arturo en la puerta del bar esperando a que el dueño abriese.
         .- mucho a madrugado
  .- tampoco tenía sueño, la incertidumbre me desveló
          .- esta juventud
.- y qué ¿hay gente a primera hora?
          .- nada cuatro gatos, pero por no faltar al horario.             Yo ya estoy acostumbrado a venir a esta hora y el colchón se cansa de aguantarme. Antes, hace años abría a las siete de la mañana, entonces si había gente, antes de que abriesen los comercios ya había vendido yo unos cuantos litros de aguardiente del de verdad.  No estas mingadas de ahora.
 .- pues cuando se caliente la cafetera, me pone un café, pero ahora con leche, para mojar unas magdalenas de estas que tienen buena pinta
        .- cómo que magdalenas, esto no vale para nada, a saber de que las hacen, usted espere que vamos a desayunar como marqueses.
              Entró para la cocina y al rato salió.
         De dentro salía un olor a plancha estupendo. Puso dos copas de vino en la barra y volvió para dentro.
       Un chisporrotear se dejaba oír suavemente.
               Al volver, portaba en cada mano un plato con una rebanada de pan de pueblo tostado a la plancha junto a unos huevos fritos cubiertos por una loncha de jamón un poco pasado por el aceite.  
      Qué maravilla, aquello si era un desayuno por su sitio.
             .- Aquí tiene usted, así es cómo desayunan los hombres
.- Por favor deje de llamarme de usted, mejor Arturo
            .- bueno, pues entonces a mí, mejor José
.- esto está riquísimo
             .- joder, es que si no, luego la mañana hasta la hora de comer se hace muy larga.
     Luego hizo unos cafés cortitos y cremosos y puso un sobre de azúcar entre ellos.
.- ¿usted no toma azúcar?
            .- vamos Arturo no me jodas, con este sobre tiene que haber suficiente para los dos y sobrar. Esto es un señor café y no se puede maltratar.
   Cuando terminaron de paladear aquella delicia, José puso dos vasitos sobre la barra y los llenó hasta el borde con un aguardiente que tenía escondido en un armario bajo la cafetera.
         .- este es de los que resucita a los muertos
.- sí, o entierra a los vivos
          .- vamos Arturo de un trago y sin pensarlo. Al entrar puede que rasque un poco, pero luego te deja entonado para toda la mañana
.- Dios nos coja confesados  --vertiendo de un golpe su contenido en la boca y tragándolo sin pensar---
         .- Qué, a que tiene garras
.- ¿garras? Bufff, y llenas de afiladas uñas
         --- Al momento llegó el señor Belarmino ---
             .- buenos días, como le prometí, aquí a primera hora
.- ¿le apetece algo?
               .- ahora no, acabo de desayunar
       .- a cualquier cosa le llaman desayunar
                .- si me tomé una taza de leche con cacao en casa de mi hija
     Ante la mirada atónita de Belarmino, los dos rompieron a carcajadas.
                .- ¿qué pasa?
.- nada, nada perdone. José que es muy de pelo en pecho
          .- sentaros si queréis en esa mesa que da el solecito a primera hora, que con la puerta abierta se agradece
.- pues al lío
             Se sentaron frente a frente, Arturo sacó un bloc y un bolígrafo donde ir apuntando  y comenzó la charla esperada.
               .-.-.- apunta, apunta.   Nacimos en Montencinas. Él, el dos de febrero y yo el nueve.  Al ser vecinos, pasamos toda la infancia juntos, pues cuando no estaba yo en su casa, estaba él en la mía y cuando aprendimos andar, casi todo el tiempo jugando en la puerta, que era lo que se hacía antes.
   En nuestro pueblo, no crea usted que era como ahora, allí no había maestro. Una vez se cumplían los tres años, cualquier madre nos agarraba a todos y nos bajaba por la mañana a la casa del cura.  Él era quien nos enseñaba malamente a sumar y a escribir.    Poca cosa porque en cuanto valíamos para cargar con la hortera del almuerzo ya andábamos a días, “más no que sí” entre las clases y el huerto.
      Rafael y yo siempre fuimos los raros del pueblo, tal vez porque yo no tuve hermanos y él solo una hermana que encima nos hacía de lado. Así que ya ve, siempre andábamos juntos en la calle sin preocuparnos casi de lo que hacían los demás.    Claro que nos daba envidia de ellos.     Pero cada vez que nos juntábamos, no tenían más gusto que reírse de nosotros y con tantos no nos atrevíamos a pegarnos.
         Nuestra juventud fue igual que nuestra infancia, bueno la juventud no existió más allá que trabajar de sol a sol en el campo  y hablar un rato en las noches de verano al fresco. Hasta los domingos íbamos a regar mientras los demás estaban en misa. Todo cambió cuando en nuestra casa se presentó la guardia civil, para decirnos que teníamos que ir a cumplir el servicio militar. Vamos la mili, que entonces era obligatoria.
 Se nos hicieron eternos esos meses de espera, hasta que a nuestro reemplazo le llegó la hora de incorporarse a filas.   Los dos hicimos juntos el CIR y luego por suerte nos destinaron aquí, en el mismo cuartel.      Salíamos casi todas las tardes de paseo. Sí de paseo, porque la ausencia de efectivo no daba para más que desgastar las suelas de las botas.
    Lo único que temíamos claro es que al pueblo no íbamos a volver, así que al terminar la mili buscamos trabajo y nos quedamos aquí en la ciudad.
Yo de dependiente en una tienda de electricidad y el de mecánico en un taller, ninguno teníamos ni idea pero entonces solo hacían falta los estudios de tener ganas de trabajar y aprender.
         Al poco tiempo empezamos a salir con dos amigas que vivían cerca de la pensión donde estábamos alojados. Yo enseguida hice buenas migas con Clara con la que me casaría años después.    A él la amiga no le hacía ninguna gracia, era algo tontaina, así que el día que le dijo que no quería salir con él le dio una alegría, porque no sabía cómo decírselo para no quedar mal.
           Cuando terminaron este barrio de pisos, nos decidimos a comprar uno cada uno.  Luego él se lanzó a la aventura y montó un taller por su cuenta y le fue bien. Nunca pensó en casarse y mira que Clara le insistía en que se buscase a una buena mujer, pero él decía que estaba muy bien solo.
   Aunque parezca mentira, siempre iba hecho un pincel.     Él se planchaba, se hacia la comida, tenía la casa como la patena y su único vicio era la partida del café y tomar unos vinos con la panda al acabar la jornada de trabajo.
--- Entonces por un instante cayó. Bajó su mirada y mordió su labio inferior para continuar diciendo:
        Hasta que se jubiló y vino a vivir aquí esa arpía que tiene por sobrina.
              Venía para atenderlo según ella y lo llevaba hecho unos zorros.
          Siempre quejándose de lo que gastaba en el bar.    Mecagüen… si tenía ahorrado para entoñar en billetes a cien como ella.
    Pero bueno, perdón es que me enciendo.   De la noche a la mañana lo llevó a una residencia porque decía que había perdido el norte.       Mecagüen….  Si pudiera la estrangulaba.
           .-.- Tranquilo Belarmino, tranquilo.
 .- es que….
         .- le voy a enseñar una cosa a ver que me puede contar de ella
  ---  Arturo cogió el móvil y le mostró una foto de la locomotora ---
.- hombre, que alegría. Esta máquina se la regaló su padre en un cumpleaños. Espere. Sí. El día que cumplió nueve años.  Este tren tuvo la culpa de la única vez que se ha pegado con alguien.    Estábamos jugando y un vecino grandón se la quiso quitar. ¡Ay madre!, saltó sobre él como una fiera y si no es por que llegaron sus hermanos se lo come.
         .- y este de la foto quien es
.- jolín, este es Rafael estando en la mili.  Mira que era guapo y apuesto
         .- y este
.- también. Esto fue un día que fuimos de excursión a conocer Salamanca y a buscar la rana en la fachada
        .- y esto donde es
.- anda, pero si ese soy yo.   Hace que no veía esa foto… fue el mismo día que la otra, no ve, mire esta es la fachada de la catedral
        .- pues se parecían mucho
.- Bueno, sí, eso decían
       .- y no sabe de ninguna novia que Rafael haya tenido en su vida
.- no nunca
      .- y algún perro o mascota
.- ¿Rafael tener perro? Pues tenía él la casa como para que algún chucho se la ensuciase, no jodas
      .- entonces me imagino que relación con el grifo nada.
  ---- Belarmino lo miró extrañado por aquella pregunta ---
.- ¿nada? Nada de nada, era un manitas pero lo de la fontanería era su punto débil
       .- perdón, me refiero al pájaro grifo, ese ser mitad águila mitad león.
.- no, no me suena, a ver, sé de qué me está hablando, pero no veo ninguna relación con Rafael
         --- Las horas se habían pasado volando y José ya tenía preparada la comida ---.
                    .- Dejar de cascar y a la mesa que esto se enfría
           .- vaya pinta tiene esa olla
.- pues verá cuando lo pruebe
           .- señor Belarmino, déjeme ya de llamar de usted que me siento mal
.- bueno pues nos dejamos de formalidades y le damos vida a la cuchara
                      .- coger el cazo e ir sirviendo que voy a por unas guindillas verdes en vinagre para acompañar
            .- este vino es recio
                     .- este, es vino de mi pueblo, sin etiqueta ni tonterías
.- sopla chaval que está hecho a la lumbre
         Enseguida se terminó la conversación, era plato único, pero José había preparado como para una boda. 
    --- Tras repetir con un segundo plato de alubias ---
        .- bufff yo no puedo más
.- no, si ya vas arreglado
                   .- y de postre. Que queréis.
.- con un café, quedo elegante
         .- yo también, un café
                     .- pero habrá que tomar un chupito
.- pero pequeño
          .- yo con hielo
                      .- eso es joderlo. Bueno te pondré de ese de sabor a hierbas que es chatarra
         .- de ese, de ese
                         .- que juventud

     Arturo y Belarmino se volvieron a sentar en la mesa de orilla del ventanal para seguir con la charla y al momento llegó José con las tazas, los vasos y se unió a la conversación.
      Pasaron la tarde hablando de cosas más diversas. De cómo era antes la vida y de cómo está la cosa ahora.  Y ya empezando a anochecer…
.- Vaya preparando la cuenta amigo.  compañeros, uno que se va para casa a cenar y a dormir
           .- me ha encantado conocerlo. Tenga una tarjeta de la residencia
.- deja, deja, dios me libre de esos sitios
           .- que es por si algún día se anima y va a visitar a Rafael
.- pues mira eso sí, en cuanto que se lo diga a mi hija seguro que vamos.   Para ella fue un segundo padre, no había fin de semana que no cayese algún regalito para la niña.
              .- pues dele un abrazo de mi parte y dígale que estaré encantado de conocerla sin van
.- Aquí tiene, lo que sobra de propina (dejando un billete sobre la barra antes de salir por la puerta)
                       .- que gente más honrada y trabajadora.  Qué pena que después de toda la vida trabajando, ahora muchos se tengan que ver solos
          .- la verdad es que a algunas de las personas que hay en la residencia, sus familiares vienen a verlas cada poco, pero de la mayoría ni se acuerdan.    Mira si aparecen una vez al año por su cumpleaños y poco más.
                  .- hemos pasado otro día, espero que tú, si algún día vuelves por aquí te acerques a saludarme. Aunque como tardes un poco, no creo que me encuentres.
       .- Mire a ver que le adeudo. mañana temprano cogeré el autobús.  Tengo que aprovechar estos días para ir a ver a mi familia que también hace tiempo que no los disfruto.
                         .- Mientras le preparo la cuenta, a este café te invito yo.






      


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