A la mañana siguiente; desde hacía mucho tiempo; ella ni se acordaba;
solo mamá entro a darle los buenos días. Su papá lo había hecho un rato antes,
pero estaba tan dormida que ni se enteró.
Mamá abrió la persiana; había
amanecido nublado, hacía aire y este hacía golpear las gotas de lluvia contra
el cristal. No había prisa; las dos
juntas en la cama bien tapaditas jugarían a las letras y los números. Mamá le
hacía preguntas y ella tenía que adivinarlas: como se llamaba la letra que se
parecía a la luna, que numero iba después de dos… y a cada acierto un ¡Bien! Resonaba en la
habitación.
Parchís despertó con la
algarabía y cada vez que mamá repetía ¡bien! El respondía con un miau para
captar la atención. “O sería que él también sabía que la respuesta había sido
correcta”.
Mamá le propuso a Sara que
ahora fuera ella, quien formulase las preguntas y ella respondería. A cada
pregunta, mamá daba la respuesta en voz alta y el gato respondía con un
“Miau”. Con cada uno de ellos, Sara se
quedaba asombrada. Resulta que Parchís se sabía las letras y los números, no
podía ser. Sara se frotaba los ojos; pero no, no estaba soñando. Ese gato era
especial, como siendo tan pequeño podía saber tanto.
Se levantaron y fueron a
desayunar. Sara con Parchís sobre sus piernas no podía dejar de pensar en lo
sucedido en la habitación.
-Berta.- Sara ¿No desayunas? ¿En qué piensas?
-Sara.-no puede se
-Berta.- no puede ser qué
-Sara.- que este peñajo sepa
-Berta.- pues claro que no, solo maullaba para llamar la atención
-Sara.- ya pero…
--- Era imposible, pero ¿y
si fuera verdad?
-Berta.- venga desayuna y lo comprobamos.
--- mamá dibujaba una sonrisa en sus labios,
viendo la cara de la niña ante la incertidumbre de lo que ocurriría—
Después de terminar la taza de leche y darle su ración a Parchís, como
siempre fueron a asearse al cuarto de baño. Sara se lavó la cara una y otra
vez, para asegurarse de que no seguía dormida y aquello solo había sido un
bonito sueño. Mamá la peinaba con suavidad, sin prisas; mientras a ella le
temblaban las piernecitas de los nervios.
-Sara.- mamá, ¿manos ya?
-Berta.- vamos venga, ya verás
como tengo razón.
Las dos se sentaron en el
sofá y pusieron a Parchís en la alfombra frente a ellas, dentro de su
palangana, para que no anduviese de un lado a otro y así poder tener controladas
sus reacciones.
-Berta.- a ver, dos más dos
- Sara.- ¿qué?
---Parchís seguía a lo suyo,
sin prestar atención ---
-Berta.- probemos otra vez, ¿Qué número
va después del cinco?
-Sara.- eeeeee sete
---mientras mamá hacia un
gesto de “no” con la cabeza, Parchís seguía a lo suyo, mirando cómo salir de aquel
sitio ----
-Berta.- bueno vamos a probar con
las letras; cual es la que parece un sol, porque es redonda, redonda.
-Sara.- O, eta ti la te
--- El gato quedó parado, volvió
la cabeza hacia ellas y maulló ----
Esto a Berta se le estaba yendo
de las manos. La casualidad hacía que Sara se quedase asombrada creyendo en lo increíble.
Habría que seguir con más números y letras para que Sara viera que solo había
sido fruto de una coincidencia.
Siguieron con el juego y el
azar quiso que cada vez que Sara daba la respuesta correcta el gato las mirara
y maullara. Sara cada vez estaba más convencida de que
Parchís era un genio y al tiempo Berta, no podía dar crédito a lo que estaba
sucediendo. Tenía que solucionar aquello de alguna manera, o se terminarían
volviendo todos locos en casa.
-Berta.- bueno, ¿me ayudas hacer las camas?
-Sara.- vale
Mientras Parchís quedaba en
la palangana, Berta aprovecharía para despistarla con un cuento, ese en que
sonó la flauta por casualidad. Así intentaría que entendiese que hay cosas que
no son ciertas aunque a veces lo parezca.
Tras bastante tiempo
haciendo las habitaciones con pausa, no es que Sara quedase convencida de que
el gato no era tan listo, pero al menos quedó en la duda del tal vez sí, tal
vez no.
"Mi guta". Te felicito
ResponderEliminar...Y Parchis Alfabetizado...
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