"Ver con los ojos cerrados" 17
Tras un par de días, a la hora de cenar,
Manuel esperaba impaciente que llegasen y estuviesen todos sentados a la mesa.
El estar de vacaciones del instituto, era
un no parar de recorrer la ciudad con los amigos viendo los adornos navideños y
belenes puestos en distintos sitios; aparte de las visitas a bares y fiestas
diversas.
Manuel.- atender bien, tengo que hablar una cosas muy
seria con vosotros
Verónica.- no nos asustes
Manuel.- cambio de planes para Nochevieja
Samuel.- venga, que ya sabemos que hoy es el día de los
inocentes, pero dentro de nada son las doce y ya no vale
Verónica.- pues casi me la das
Manuel.- nada de inocentes; la noche de Nochevieja, no
hagáis planes hasta las doce y media
Lourdes.- pues yo he quedado en ir a tomar las uvas a la
plaza con mis amigas
Manuel.- pues lo anulas
Samuel.- yo también he quedado
Manuel.- pues ya sabes, queda anulado
Lourdes.- porque tú lo digas
Manuel.- pues mira sí, porque lo digo yo
Verónica.- no te parece que te estás pasando, ya está bien
de tanta tontería; si quieres que comamos las uvas este año con ellos, pues nos
vamos también a la plaza y ya está
Manuel.- no, esta Nochevieja, vamos a cenar todos juntos
en el comedor social, luego allí tomaremos las uvas y después quien quiera que
se vaya de fiesta
Samuel.- entonces por fin ¿vamos a conocer a tus nuevos
amigos?
Manuel.- esa es la intención, a ellos y a sus familias
Lourdes.- claro, y no había otro día
Verónica.- no me parece bien que no hayas avisado a los
chicos antes, pero me parece una idea excelente, veréis que bien lo pasamos
Lourdes.- desde luego, como soy la pequeña, aquí mi opinión
no cuenta
Samuel.- ¡oye! que yo también he quedado con mis amigos,
pero me parece que esto es importante
Lourdes.- pues nada, se jodieron los planes; me voy a la
cama que ya no tengo hambre
Manuel.- siéntate y cena
Lourdes.- que te he dicho que no
Verónica.- déjala, que luego hablo yo con ella
Manuel.- es que es cabezona la tía
Samuel.- vale eh, que tiene a quién parecerse
Manuel.- pues se parecerá a su madre
Verónica.- para el carro que te estás metiendo en terreno
resbaladizo
Samuel.- ¿y cómo has pensado que lo hagamos esa noche?
Manuel.- los padres vamos a las seis a preparar la cena y
a las nueve ya aparece la gente joven; me han dicho que ninguno va arreglado, llevan
la ropa y se cambian allí, para salir de fiesta después de tomar las uvas y
brindar juntos.
Después los padres nos quedamos allí un rato
hablando y luego recogemos para el día
siguiente estar todo en orden para la comida.
Samuel.- ¿y van ellos por la mañana después de la noche de
fiesta?
Manuel.- y quién va a ir sino, en días de fiesta también
llora el estómago
Samuel.- la verdad es que son dignos de admirar
Verónica.- cuando los conozcas te vas a llevar una sorpresa
Samuel.- no me extraña que tú los valores tanto
Verónica.- terminar que me voy a hablar con esta mocosa
Samuel.- no, déjame que voy yo, es normal que ahora esté
un poco enfadada
Manuel.- dile que antes de irme a dormir, paso a darle un
beso
Samuel.- pero con cuidado, no te clave las uñas
Verónica.- tampoco será para tanto.
Samuel estuvo bastante rato en la
habitación con Lourdes y la puerta cerrada para que no se oyese lo que
hablaban.
Manuel y Verónica, esperaban pacientes
sentados, para ver con qué cara salía, y si les hacía algún gesto que les diese
una pista de cómo estaba la fierecilla.
Samuel.- todo arreglado
Verónica.- ¿ya lo ha entendido?
Samuel.- no, pero ha dicho que sí, que entres a darle un
beso antes de dormir
Verónica.- es igual que tú, mucho genio y al final no sois
nadie
Manuel.- perdona que no lo haya consultado, pero según me
lo dijo Roberto, le dije que sí directamente, me acabo de enterar hoy
Verónica.- y qué somos, muchos
Manuel.- pues un montón, bueno a los padres ya los
conoces, falta por conocer a los hermanos
Verónica.- seguro que lo pasamos bien, de todas formas
nosotros, tampoco es que esa noche hagamos nunca nada especial después de cenar
Manuel.- es verdad, hace años que no salimos
Verónica.- desde que a ti te dio la tontería de encerrarte
en ti mismo
Manuel.- bueno, eso mejor no recordarlo
Verónica.- tienes razón, vete a darle un beso a tú parte de
hija y a dormir
Manuel entró despacito en la
habitación; Lourdes se hacía la dormida; se acercó a ella y le dio un beso en la frente
Manuel.- hasta mañana princesa
Lourdes.- hasta mañana, pero que sepas que sigo enfadada
Manuel.- me parece bien, que tengas felices sueños
Lourdes.- que te vayas, que te he dicho que sigo enfadada
Manuel.- hasta mañana
Lourdes.- adiós
--Entraba
en su dormitorio riéndose y negando con la cabeza—
Verónica.- que dice la fiera
Manuel.- que sigue enfadada
Verónica.- ya lo entenderá cuando crezca
Manuel.- déjala así, que no crezca muy rápido
Verónica no podía dormir, estaba
nerviosa, aunque sin motivo aparente; tal vez, el saber que reacción tendrían al
ver a esos chavales y chavalas, y como les impactaría el que todos fueran
diferentes a lo que podían imaginarse.
Se levantó y se fue a la cocina,
calentó un vaso de leche y se apoyó en la encimera entreteniéndose mirando las
luces de la ciudad por la ventana.
Algo brillaba a la luz de las
farolas, comenzaban a caer los primeros copos de nieve; si cuajaba, sería un incordio para andar por
la calle, pero hacía tanto tiempo que no vivía unas navidades blancas, que no
le importaría que estuviese cayendo toda la noche.
Después de un largo rato, los coches y el
asfalto comenzaron a teñirse de blanco; no tenía pinta de caer mucho más, pero para
ella eso era suficiente.
Bajó a la calle en pijama,
descalza, tan solo a hacer una pequeña bola de nieve, para después sentarse en
los peldaños de la escalera y comérsela a mordisquitos pequeños, como hacía
cuando era niña; entonces nevaba mucho más, y no era una cosa tan
extraordinaria.
Se subió de nuevo a casa y se acostó con
cuidado de no hacer ruido y no tocar a Manuel con los pies, porque los tenía
helados; estaba dormido como un niño,
soñando con algo hermoso, pues su rostro tenía un gesto risueño.