Pues sí. En estos días, algunas personas que entran en
mi blog, me han mandado la dirección del blog de algunos familiares suyos.
Estoy dejando
pasar un poco de tiempo para macerar una idea clara que plasmar, intentando
corregir ciertas carencias en mi escritura (aunque no creo que lo logre).
Ya que nunca he
sido un gran lector (nulo), me dedico a ver esos blog. Mi primera intención
egoísta fue el no intentar aprender a hacerlo bien, si no como decía mi padre:
ver lo que está mal, para no hacerlo.
Pero..... ¿Quién
soy yo para decir que está mal? Así que solo lo leo, eso sí, intentando
entender lo que quien escribe quiere transmitir. Luego pienso: ¿me gusta? y ahí
está el problema, que me gusta lo que leo, sobre todo aquello que tal vez por
su largura, me resulta ameno y esas cositas con los que me identifico. Luego están los que son un poco más técnicos
y escritos con minuciosidad, los que me provocan admiración y leo unas cuantas
veces aunque sean más largos para encontrar palabras y culturizarme un poco.
Otro problema es
que me gusta poner algún que otro mínimo comentario, aunque solo sea para que
se sepa que alguien se ha preocupado de leerlo. Pero luego pienso: van a pensar
que eres un pesado, ¿a quien le importa mi opinión?
Tal vez puede que
sea, que desde hace un tiempo cada vez que publico algo, a cualquier hora del
día o de la noche, automáticamente se conectan unos cuantos que están ubicados
en las costas este y oeste de EE.UU. Me
imagino que simplemente la empresa que les suministra el acceso, tiene en esa
zona del mundo su domicilio, pero me gustaría saber de ellos, no pretendiendo
saber quiénes son, sí para saber su opinión, a mi si me importa.
Tengo que ver la
manera de subtitular mis historias, ya que el protagonista sin quitarle su
importancia, no es nada más que el hilo conductor para hacer una crítica o
alabanza de otro u otros personajes del relato. Por ejemplo: Clara, me parecía
una excusa perfecta, para criticar (bajo mi punto de vista) a esas madres que
quieren mandar en todo, queriendo imponer su conservadurismo por encima de las
ideas de los demás. Al tiempo que dar
relevancia al amor de los padres, que no solo son capaces de dar su vida por la
felicidad de sus hijos, también, parte de su muerte antes de ir hacia la luz.
En el coballa,
Francisco siempre estaba, pero quien quería que realmente impactase era Carmen,
esa madre que conduce el carruaje de su casa y su familia echando mano del
látigo si hace falta, para que todos los potros que tiran de él no se salgan
del camino y la lleven con la cabeza muy alta al mismo trote.
Me es complicado
entender la forma de actuar de la gente, sin conocer su entorno, el que casi
siempre adjunta una serie de secuencias que justifican sus actos.
Sé que la paja a
veces sobra por no decir siempre, pero es el único camino que conozco para
llegar de la tierra al grano y por el trayecto ir fijándome en los nudos del
tallo, las hojas y algún que otro insecto alojado en ella, para que se haga más
llevadero.
En
fin, seguiré leyendo alguna que otra cosa: las explicaciones de caligrafía de
Ferdinando. Los recuerdos y vivencias
del mayor de la juanita. Las reflexiones
de Cristina con H. Un puzle que refleja la vida de una adolescente. Las
publicaciones actualizadas del blog del telecentro de la localidad donde vivo y
otros cuantos en los que alguna que otra vez, aunque no asiduamente gano o
pierdo unos ratitos.
Escribir sobre y
para los míos, me es cada vez más difícil por la obsesión de no repetirme
demasiado. Así que en cada historieta pretendo
retratar a alguno de ellos, evitando su nombre pero intentando plasmar su
esencia. Haciendo un esbozo de cómo creo
que es o quizás de cómo me gustaría que fuese.
En algún personaje
me gusta verme a mí mismo en alguna de las distintas etapas por las que mi vida
ha transcurrido, dibujando un poquito de mí sin tener porque ser yo.
Como el encabezado de este blog resalta:
Lavarle
la cabeza a un burro, es perder agua, tiempo y jabón.
No sé si podré cambiar o adaptar mi modo de
escribir, ni pretendo que lo que escribo
me cambie. Tan solo que quien quiera y
lo crea conveniente, desde la distancia me conozca un poquito más y al
tiempo tenerlo guardado y releerlo cada
vez que termina el año para ir
conociéndome yo.
Debido a mi
paupérrima cultura, escasa formación en caligrafía, gramática y ortografía,
tengo que dar las gracias al que se le ocurrió la idea de poner a nuestra disposición
el corrector de faltas y el buscador de sinónimos, a ese que llamamos Word.
Como le dije hace
poco a una persona: yo no sé escribir, tan solo intento poner música a lo que
pienso. Hacerlo de forma que cuando
vuelva a leerlo otro día, pueda sentir esas sensaciones que sentí al
escribirlo.
Ya no os aburro
más. A todos vosotros: Gracias por
perder un ratito de vuestro preciado tiempo.
¿Sabéis qué será
lo próximo?
Yo tampoco.
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