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miércoles, 8 de febrero de 2023

Gorras en el armario 009

 

 

 

        Laura esa tarde vuelve a pasar por la oficina, nada le apetece hacer en otro sitio. Le vendrá bien distraerse un poco.    A partir de las cuatro no suele haber nadie y casi siempre quedan cosas que hacer.       Carpetas sobre las mesas que no se colocan en su sitio por desidia.

   Jaime sale del colegio       .- que extraño, mamá no está apoyada en el árbol, ¿Dónde se habrá metido?, lo mejor será ir hasta el bar a ver si saben algo.

Jaime.- ¿sabes por qué no está mi mamá esperándome?

Raúl.- me parece que iba a la oficina y seguro se habrá entretenido, quédate aquí conmigo hasta que aparezca.

Jaime.- ¿puedo ir un rato a jugar con mis amigas?

Raúl.- pero solo un poco, dentro de media hora aquí, que tienes que hacer los deberes

Patricia.-  he oído tu voz desde dentro, pasa  ¿te apetece ayudarme a limpiar pescado?

Jaime.- qué asco, mejor me voy un poco al parque

Raúl.- pero mira que eres

Patricia.- deja, que vaya a jugar

 

        Ya ha anochecido.  Dando un paseo, pasan frente a la oficina D. Matías (el jefe de ella) acompañado por su esposa Irene. Les extraña que haya luz en las ventanas y suben a ver quién hay.

Matías.- pero ¿qué haces aquí a estas horas?

Laura.-  si es tardísimo, se me ha ido el santo al cielo

Irene.- donde tendrás la cabeza

Laura.- pues estaba pensando en que tengo que hablar con usted

Matías.- y no puede esperar a mañana

Laura.- contra antes mejor

Irene.- me estás preocupando

Laura.- voy a dejar el trabajo, mi hijo va a necesitar todo el tiempo y cuidados del mundo y yo no doy para todo

Irene.- cuando nació, nos pediste estar a media jornada y nos pareció bien, pero dejarlo del todo, yo no lo haría y más ahora que ya está crecidito

Laura.- Jaime está enfermo y no es una cosa de cuatro días

Matías.- y porqué no lo has dicho antes;      ¿es que no tienes confianza con nosotros después de tantos años?

Laura.- ni yo me lo quería creer, pero ya está confirmado

Irene.- pero que tiene

Laura.- leucemia y el tratamiento será largo

Matías.- bueno pues me tocará despedirte, para que al menos tengas alguna ayuda y lo del finiquito llegamos a un acuerdo

Irene.- ¡tú estás tonto! Aquí no se despide a nadie.

      Tú, encárgate de tu hijo el tiempo que necesites.

     Sé de sobra que con unas horas que pases por aquí a la semana, te ganas más tu sueldo que todo el resto de empleadas, así que no te preocupes de nada, ahora el dinero también os vendrá bien y yo vendré de vez en cuando a echar una mano en lo que tú no puedas estar.

Laura.- pero yo no sé cuanto podre venir ni cómo me las arreglaré

Irene.- ¿te he dicho yo que tengas alguna obligación de cumplir algún horario o venir algún tiempo a la semana?

     Tú pasa por aquí cuando puedas, a la hora que quieras que para eso tienes las llaves o cuando estés estresada y necesites un rato de tranquilidad o volver a la rutina

Laura.- pero…

Irene.- no hay peros.   Es que él, ya no se acuerda cuando empezamos aquí los tres juntos, no había para más, él en el despacho, claro, tú y yo con los cuatro primeros casos, preparando todo el papeleo no teniendo ni idea de por donde andábamos.        Cuantos días hasta las diez de la noche dejándonos la vista en aquellos folios, los que no sabíamos ni como ordenar.

Laura.- es verdad,  después de colocados,  volvíamos a revisarlos por si estaban mal y D. Matías nos reñía

Irene.- entonces éramos dos jóvenes secretarias que no pintábamos nada, pero…  ahora yo soy su mujer y tú la persona que más ha trabajado en esta empresa

Matías.- pues ya está dicho, el que no pinta nada ahora soy yo

Irene.- que sabrás tú de lo que se trabaja fuera de ese lujoso despacho y tú Laura ya te estás marchando, que estará Jaime preocupado sin saber dónde estás.

 

         Laura salió de allí más tranquila, el sueldecillo les hacía más falta que nunca y bien sabía ella donde se encontraba a Jaime, seguro que en la cocina de Patri embadurnado en harina.

      Cuando llegó al bar se sorprendió.   Jaime haciendo los deberes en una mesa sin protestar.

Laura.- hola familia, ya estoy aquí    ¿y cómo estás tú ahí sentado?

Jaime.- hola mamá, Patri está limpiando pescado

Laura.- ya me parecía a mí raro

Jaime.- ¿dónde has estado?

Laura.- en la oficina haciendo unas cosas

Raúl.- ha sido mencionarle el pescado y ya no ha querido entrar.    Fue a jugar un poco y luego se sentó a hacer los deberes

     -Patri, salió de la cocina al oír su voz-

Laura.- ¿ya terminaste de limpiar el pescado?

Patricia.- que pescado ni que ocho cuartos, era para que se fuese a jugar tranquilo

Laura.- mira que eres

Patricia.- y tú;   vaya horitas de llegar

Laura.- ahora en cuando llegue Ernesto, os tengo que contar una cosa

Patricia.- cuenta, cuenta

Raúl.- no seas cotilla, cuando llegue Ernesto y así nos enteramos todos

Jaime.- ¿me lo cuentas a mí?

Laura.- pues claro, pero mejor a todos juntos cuando llegue papá

Patricia.- y si eso preparamos algo y cenamos aquí los cinco

Jaime.- vale yo os ayudo

Laura.- no, tú a terminar los deberes

Jaime.- pero yo solo…

Patricia.- ahora que no hay gente que te ayude Raúl, que sacaba muy buenas notas en el colegio.     Mira,  hizo la carrera del galgo, ja, ja, ja,

Jaime.- que es eso

 Raúl.- nada tonterías de estas, vamos a ver si aún me acuerdo de algo de lo que estudié, pero hace ya mucho

 

               Por fin llegó Ernesto, en la barra solo los cuatro clientes de todas las tardes después del trabajo antes de irse a cenar.     El tiempo desapacible no invitaba a nadie a sentarse en la terraza aunque siempre la montaba por si le daba por aparecer algún rayo de sol.

 

Raúl.- Jaime ¿me ayudas a recoger la terraza?

Jaime.- vale

     -Mientras colocaban las sillas en un montón-

Raúl.- tú no digas nada, pero en cuanto se vayan estos preparamos la mesa, cerramos la trapa y cenamos.

 A ver que nos tiene que contar tu madre

Jaime.- tiene que ser bueno, porque tenía cara de contenta

Raúl.- mira qué no querernos contar nada, ni una pista

Jaime.-  seguro que a Patri ya se lo ha dicho, menudas cotillas

Raúl.- seguro que sí y ahora entre tú y yo ¿Qué tal estás? ¿Te encuentras bien?

Jaime.- la verdad es que…  Pero no le digas nada a mis padres

Raúl.- que tú y yo somos amigos, esto es un secreto entre los dos

Jaime.- pues mira, estoy cagado de miedo.   Unos niños, de la consulta cuando vamos, me han dicho que cada poco tienen que ir y que les pinchan para ponerle la medicación esa, la quimio, y que es como si les pegasen una paliza y lo más seguro es que se me caiga el pelo y que esté muy cansado

Raúl.- pero tú eres muy fuerte y lo del pelo es una tontería

Jaime.- ya, pero en la escuela se van a reír de mí.

 Si antes tenía pocos amigos, ahora menos

Raúl.- pero yo voy a seguir siendo tu amigo, luego seguro que tienes muchos más.     Yo de pequeño tampoco tenía muchos amigos, pero lo importante es que los que tenía eran de verdad

-Los cuatro clientes ya se iban para casa-

   .- hasta mañana currantes

        .- a pasar buena noche

Ernesto.- termináis o qué

Jaime.- ni una palabra ¡eh!

Raúl.- cremallera

Jaime.- ya vamos que quedan un par de sillas

Raúl.- y ahora los tres a poner la mesa

Ernesto.- nos vamos a tener que venir a vivir aquí, comida, cena, solo falta dormir

Raúl.-  ¡a ver cocina! Que estoy cerrando

Patricia.- ¡pues vete poniendo la mesa! A ver si haces algo de provecho

Ernesto.- que genio tiene la amiga

Raúl.- y a estas alturas ya no cambia.

 

 


 

 

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