La hora de la consulta se aproximaba nerviosa.
Caminaban sin prisas dirección al hospital con
la ilusión dibujada en su rostro.
Empezaban un largo camino llenos de
incertidumbre, obstáculos que superar uno a uno, días de risas y noches de lágrimas,
pero siempre de la mano unas apretando las otras.
Todas las salas estaban llenas de
tristeza, apatía, pesadumbre, caras enfermas de gesto resignado pero aquella,
la de oncología infantil parecía estar
pintada con los colores más lindos. Estaba separada de las demás para evitar
molestias; que pena que las risas de los niños tuviera esa consideración.
De vez en cuando pasaba
alguna enfermera con cara seria pidiendo silencio. Los padres bajaban la cabeza y los niños
callaban por un instante, unos segundos que desembocaban en una nueva
algarabía.
En aquella sala pequeña, sin
ventanas, pintada de gris y con dos grandes plafones en el techo, por muy
decaído que entrases, enseguida eras infectado por el virus letal de la
alegría.
Ester.- entra Jaime que te toca
Jesús.- me alegro de veros,
sentaros
Laura.- y nosotros de verle a
usted
Ernesto.- buenos días
Jaime.- ves doctor Jesús, si ya
lo sabía yo
Ernesto.- oye que es el doctor
Jesús.- di que sí, ¿qué es eso del usted entre amigos?
Jaime.- pero si yo lo he llamado
doctor
Laura.- calla, que no es eso
Jesús.- entonces, ¿estás
preparado para comenzar?
Jaime.- sí, ahora ya estoy
contento, el otro doctor no me gustó nada
Laura.- por cierto, el doctor
Batista nos dio recuerdos para usted
Jesús.- fue profesor mío en la
facultad y mira, tienes razón, era muy seco.
Pero enseñaba mucho y muy bien
Ernesto.- lo mismo nos dijo él de
usted, bueno de ti
Jesús.- así mejor, yo soy Jesús a
secas, no soy más que vosotros por tener un título en la pared
Jaime.- entonces, a ver: yo,
¿cómo tengo que llamarlo a usted doctor Jesús?
Jesús.- bueno eso va a ser muy
largo; cuando estemos así en familia solo Jesús, pero
cuando haya alguien más que te parezca muy serio me tienes que llamar:
Ilustrísima señor, doctor
Jesús. Que no se te olvide
Ester, apúntaselo en un papel
para que no se le olvide, lo doblas y lo llevas siempre en el bolsillo por si
acaso
Jaime.- a vale, yo me lo aprendo
- Ester no paraba de reír,
mientras intentaba escribir en un papel ese tratamiento-
Ester.- perdone, ¿cómo ha dicho
que lo llame? Es que ya no me acuerdo
Jesús.- díselo tú Jaime, desde
luego estas enfermeras
Jaime.- no se qué y luego señor
don doctor Jesús
Jesús.- ¿te das cuenta? Y sin
haber estudiado
Jaime.- pero ¿Cómo era la primera
palabra?
Jesús.- esta escríbela con
mayúsculas para que lo entienda bien; ILUSTRÍSIMA
Jaime.- sí mejor, porque su letra
no se entiende nada
Jesús.- es verdad escribe muy
raro
Jaime.- no, si me refiero a la suya
doctor Jesús
Jesús.- ahora sí que me has
apañado
Ernesto.- estos niños son…
Jesús.- el lunes comenzamos, ¿os parece bien?
Ester.- ¿el
lunes?
Jesús.- perdón el martes. Que hace tiempo que llegué al acuerdo con la
dirección de que para que la gente mayor esté más tranquila y los niños más a
su aire, los ciclos de tratamiento se les den el mismo día.
Laura.- mejor
Ester.- el martes pronto aquí en
ayunas. Te harán un análisis; y entonces ya os podéis ir a desayunar.
Cuando
tengamos los resultados te verá el doctor y después te llamaremos para que
pases a una sala donde ponerte la medicación.
Laura.- ¿yo puedo entrar con él?
Ester.- el primer día bueno, pero
después debe esperar fuera, es mejor
Jesús.- oye ¿cómo llevas el ejercicio?
Jaime.- corro todas las tardes
alrededor del parque, una vuelta o dos
Jesús.- ya hablaremos, aquí
tenemos un gimnasio muy chulo, pero eso para más adelante
-Jaime a eso, ya no puso
tan buena cara-
-Jesús se levanto del
sillón y estiró su brazo-
Jesús.- ¿sigue el trato hecho?
-Jaime, intentó abarcar la mano con sus pequeños dedos para apretar con
fuerza-
Jaime.- ¡prometido!
Jesús.- para casa y ya sabes,
para los análisis en ayunas
Ernesto.- muchas gracias por todo
Laura.- eres una joya de persona,
gracias Jesús; y tú también Ester
Ester.- hasta el Martes familia
Poco a poco la sala se iba
quedando vacía y en silencio.
Cada una de las familias, se
llevaban para casa una pizca de ilusión y un puñado de bondad.
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