Esa noche ya con el pijama puesto, nada
más cenar dijo que se iba a su habitación. El sobre parecía quemarle en el
bolso, pero por otra parte, no le apetecía nada que aquello cambiase.
Andrea.- ¿te pasa algo? Te veo como rara
Soledad.- no, que hoy estoy cansada, he tenido un día…
Chus.- anda porfi, quédate un poco a ver la tele aquí y
te doy un masaje
Soledad.- no se
Andrea.- mira que eres pesada, pues si está cansada
Chus.- es que tú eres una aburrida, te sientas y te
duermes
Soledad.- vale, pero solo un ratito, no pongas una de esas
películas ñoñas que luego quieres ver hasta el final; que aparte de ser un rollo, encima te hartas
de llorar
Chus.- no, hoy ponemos una serie y así vemos los
capítulos que queramos
Andrea.- pues ir al sofá, que ya recojo yo todo antes de
irme a la cama
Chus.- túmbate que te voy a dar un masaje que te voy a
dejar nueva
Andrea.- mira que eres sobona, mucho te gusta andar metiendo
mano
Soledad.- pero da los masajes muy bien
Chus.- ves lista; ahora cuando vengas me traes la crema
Andrea.- hacer lo que queráis, tú igual que ella, el caso
es que te magree
Chus.- oye maja que yo no la magreo
Andrea.- que me olvides, a mi no me gusta y punto
Soledad.- pero no seas tan arisca, ven que te damos un
masaje entre las dos
Andrea.- dejarme en paz, que a mí el pescado no me gusta;
me voy a dormir
Chus.- hasta mañana
Soledad.- luego paso a darte un besito
Andrea.- vete a la mierda guapa
Soledad.- hasta mañana reina
Tras un par de capítulos de una serie
policiaca y bien embadurnada de crema en cada rincón de su cuerpo, se quedaron
las dos dormidas en el sofá. A las seis
cuando se levantó Andrea y ver que la televisión seguía encendida, se acercó
hasta el salón. Se limitó a taparlas con
una manta, apagar la tele y se fue a trabajar.
--La
alarma del reloj comenzó a sonar—
Chus.- vamos que ya es hora
Soledad.- me voy a la cama
Chus.- despierta ceporra, que es hora de levantarse
Soledad.- no me jodas, que hemos dormido aquí
Chus.- pues parece ser que sí
Soledad.- bueno, pues habrá que ir a trabajar
Una ducha mañanera y a vestirse. Sentía curiosidad por ver lo que había en el
sobre, pero se le hacía la hora y no quería llegar tarde. Un vistazo rápido y luego ya al medio día lo
miraría con tranquilidad.
No estaba mal la cosa; una cartilla de un
banco y una nota que no parecía ser demasiado extensa.
Para que esperar a la hora de comer, allá a las doce, se fue al servicio para
quitarse la incertidumbre de encima. La
libreta bancaria estaba a su nombre y en ella constaban dos ingresos de mil
quinientos euros. Se dispuso a leer la
nota, no sin antes guardar la libreta en el bolsillo lateral de su bolso. No entendía nada, aquellas letras solo eran
para decirle que en esa cartilla se le iría ingresando dinero, para que tuviese
unos ahorros cuando acabase su misión. (Pero qué misión; servir tras una barra
vino y cafés) Le indicaba que se
comunicaría con ella del mismo modo, poniendo una llave con un imán en la parte
trasera de la máquina de tabaco siempre a primeros de mes. Que siguiese como
hasta ahora, lo estaba haciendo muy bien y que no abandonase la ciudad bajo
ningún concepto.
Pues vaya, y ella que se imaginaba que le
iban a encomendar algo importante como infiltrarse en una banda de
narcotraficantes o algo así. Claro que es ese barrio, aparte de cuatro porreros
de mariguana, poco más había.
Luisa.- de qué te vienes riendo
Soledad.- que creo que soy tonta
Luisa.- pues vaya, ya era hora de que te dieses cuenta
Soledad.- que te lo digo en serio
Luisa.- ya, ya, si se nota
Llegó el fin de semana que daría un nuevo
vuelco a su vida. Andrea se había ido a ver a su familia, así que Chus y ella
fueron solas a cenar y luego a la discoteca. Allí se estuvieron riendo de todo
aquel que se les acercaba; cuando se creían que ya las tenían en el bote, ellas
se daban un morreo, dando a entender que habían pinchado en hueso. Roberto desde la barra las vigilaba,
riéndose de lo malas que podían llegar a ser.
Copa tras copa, allá a las tres ya se encontraban algo perjudicadas y la
prudencia les aconsejaba que mejor irse para casa antes de cometer alguna
tontería. Mejor llamar a un taxi, que ir
dando tumbos o agarrándose a las farolas por la calle.
Al llegar a casa su cuerpo no daba para más,
así que directas a la cama. Chus no se
permitió ni el lujo de desnudarse, cayó sobre la cama como una piedra de
mármol.
A soledad se le movía toda la habitación. Se
levanto a lavarse la cara y se quedó en el sofá sentada a ver si era capaz de
mantener en su sitio los muebles que la rodeaban dando vueltas. Por
fin, pudo quedarse dormida.
Entre sueños sintió como alguien la
abrazaba y la apoyaba sobre su pecho.
Unos labios rozaban los suyos, era algo agradable a lo que no prestar
atención, seguro que era Chus, que estaba mimosa a cuenta de la borrachera.
Cuando la luz empezaba a entrar por la
ventana, se llevó una gran sorpresa: Allí, abrazado a ella, mirándola, estaba
Antón el novio de Andrea. Volvió a
cerrar los ojos, aquello no podía ser.
Los volvió a abrir.
Soledad.- se puede saber que haces
Antón.- nada, pensando una cosa
Soledad.- ¿y para pensar me tienes que abrazar?
Antón.- y porqué no
Soledad.- creo que te estás pasando y no sabes a lo que
estás jugando
Antón.- te tengo que proponer algo
Soledad.- mira, quien me de masajes ya tengo y para un achuchón me sobran
Antón.- no me refería a eso
Soledad.- que me da igual, haz el favor de soltarme y
olvidemos que esto ha pasado
Antón.- vamos a la habitación, no sea que se levante Chus
Antón se puso de pie y le tendió la mano
para que se levantase. Soledad no estaba segura de lo que hacer, era una decisión con sensaciones enfrentadas.
Soledad.- mira, pensándolo bien, no me merece la pena
Antón.- lo que te voy a proponer, no se lo digas a nadie,
ni si siquiera a estas dos
Soledad.- no me propongas nada, que te va a dar igual
Antón.- al menos escúchame. Estoy buscando una persona, que haga de
correo entre unos compañeros a los que no se les puede ver juntos
Soledad.- ahora sí que me he perdido
Antón.- simplemente piénsalo, alguien iría al bar y te diría
algo, al rato llegaría otra persona, y con una frase acordada, tú se lo repetirías
sin más
Soledad.- esto me suena a ilegal
Antón.- pues sí, pero nunca nadie sabría nada de tu
participación
Soledad.- ¿y yo que saco de eso?
Antón.- podríamos vernos a solas en otro sitio, sin que
nadie se enterase y… bueno ya sabes
Soledad.- mira, sal por la puerta e imaginemos que hoy no
has venido por aquí
Antón.- bueno, tú piénsatelo
Soledad no se lo podía creer, el
novio de su amiga era un cerdo; le daba igual a lo que se dedicase, incluso le
habría ayudado, aunque solo fuera por tener algo de actividad, pero esa
chulería machista. Pero que se había
creído, ella no necesitaba a ningún tiparraco para darse un revolcón.
Mejor olvidarlo, le hacía sentir incomoda
el pensar que por un momento había
estado a punto de coger su mano e ir a la habitación; Habría sido un gran error
que por suerte no se había producido.
A mediados de mes volvió de nuevo el
señor enigmático por el bar a dejar otra llave tras la máquina.
.- qué coño, pinta este por aquí ahora
(pensó Soledad)
Luisa.- Sole despierta, que te duermes
Soledad.- ya van esas tostadas
Luisa.- qué te ha pasado, por un momento pensé que te
estabas mareando
Soledad.- y por qué
Luisa.- te has quedado pálida como la cera ¿estás bien?
Ni que hubieras visto un fantasma
Soledad.- nada, no pasa nada, ha sido un lapsus
Luisa.- si te encuentras mal, siéntate un rato que yo me
las apaño sola
Soledad.- tranquila, vamos, que a estos los aviamos en un
momento
Esperaría hasta la tarde para salir a dar
un paseo y pasar a recoger el nuevo mensaje.
Dijo que pasaría a primeros, así que esto debía de ser importante, o tal
vez no, esto cada día era más raro.