El martes por la tarde, una chica con el pelo
corto y rojizo, se sentaba en una mesa a estudiar en el ordenador, mientras se
tomaba un refresco.
Pelirroja.- ¿podrías venir un momento?
Soledad.- dime, que te apetece
Pelirroja.- ¿me podías dar la contraseña del wifi?
Soledad.- es sencilla: “LuisaBar”, la ele y la be, en mayúsculas
Pelirroja.- la nuestra también es sencilla: “tres estrellas”
Soledad.- ¿perdona?
Pelirroja.- me envía Antón, ya sabes “tres, estrellas”
--La chica se acabó el refresco, recogió
el portátil y se fue.
Las tardes siguientes, soledad estaba
pendiente de todo aquel que entraba y no era habitual, pero nada. El viernes al medio día entro uno con pinta
de borrachín, un chaval jovencito y gafitas.
Soledad.- qué, vienes ya contento antes de ir a comer
Gafitas.- mañana en la catedral
Soledad.- ¿como dices?
Gafitas.- ponme un vino con tres, tres estrellas
Soledad, ni cuenta que se daba de la
contraseña
Gafitas.- tres estrellas y pon el vino que tú quieras
Soledad.- vale, perdona,
ya entiendo
--Él se tomó el vino, pagó y se fue,
mientras Soledad, seguía atendiendo al resto de clientes
Luisa.- anda que el chaval ese venía bueno
Soledad.- ese no se ha acostado todavía desde anoche
Luisa.- si alguno vieras que se te pone pesado, me lo
pasas a mí, que yo lo enderezo en un momento
Soledad.- no, si no ha sido grosero, ni nada
--A
la tarde otra vez, la pelirroja se presentaba allí con el ordenador.
Soledad.- ¿por aquí otra vez a estudiar?
Pelirroja.- ponme un refresco
Soledad le acercó el refresco hasta la
mesa.
Pelirroja.- ¿y donde debo ir?
Soledad.- no, si aquí se está muy bien
Pelirroja.- tres estrellas (moviendo los labios sin sonido)
Soledad.- ah, eso, en la catedral.
--A
las dos horas, la misma canción. Un
hombre de mediana edad y barba se acercaba a la barra.
Luisa.- buenas tardes, ¿que desea?
Barbas.- un café de tres estrellas
Luisa.- pues me parece que de ese no tengo, pero le puedo
poner un descafeinado
Barbas.- está bien, ponga un descafeinado
--Luisa entro a la cocina riéndose
Luisa.- desde luego Sole, cada día la gente está más
tonta; viene el tío ese que hay en la barra y me pide un café de tres
estrellas. Mira al final le puse un
descafeinado
Soledad.- ¿quién dices que es?
Luisa.- ese de las barbas
--Soledad, salió un momento a la barra.
Soledad.- buenas tardes, mañana en la catedral, ¿desea algo
más?
Barbas.- ¿Cómo dice?
Soledad.- que no tenemos café “tres estrellas” mira a ver
en la catedral
Barbas.- póngame una copa de coñac y me cobra
--Soledad volvió a la cocina
Luisa.- a que te ha pedido un coñac de tres estrellas
Soledad.- solución, le he puesto el que me ha dado la gana
Luisa.- para otra vez le pones el más caro
Si estaban quedando para mañana, ya no
podía faltar mucha gente por venir, de todos modos estaría atenta, si alguien
más le pedía algo con tres estrellas a Luisa, lo mismo se pensaba que era
vacile y se armaba gorda.
Ya estaban a punto de cerrar cuando entró
por la puerta Antón.
Luisa.- nos tocó el tardón
Soledad.- pues tiene toda la pinta
Luisa.- le voy a servir, pero como tarde más de un cuarto
de hora, lo pongo de patitas en la calle
Soledad.- deja, deja, que voy yo
Antón.- me pone un café
Soledad.- ya estamos cerrando pero se lo pondré, lo quiere
de tres estrellas o descafeinado
--Luisa,
se echó a reír desde la puerta de la cocina
Antón.- el que tenga más a mano
Soledad.- mañana cerramos, pero puede ir a ver la catedral
Antón.- pues es buena idea
Soledad.- le pido que no tarde mucho, que estábamos ya
cerrando
Antón.- cóbrese y perdone, Ya sé de un sitio agradable
donde volver
Rápidamente se tomó el café y se despidió
con gesto afable.
Luisa.- eso está bien, le vacilas y encima haces un nuevo
cliente
Soledad.- cada día la gente es más rara
Luisa.- pues vamos, que hoy es viernes y es el día de
salir a dar una vuelta con las amigas
Soledad.- ¿os juntáis muchas?
Luisa.- cuatro solteronas, una cena, unos cartones de
bingo, una copa y a la cama, que estos cuerpos ya no están para muchos trotes
Soledad.- pero si estás echa una moza
Luisa.- ya, ya, y por muchos años
Mientras cenaban las tres como cada
noche, alguien abrió la puerta de casa.
Chus.- quién anda ahí
Antón.- soy yo
Andrea.- cómo tú por aquí
Antón.- nada, que he pensado en pasar la noche del
viernes con mi chica
Chus.- que romántico
Andrea.- Qué ¿tienes reunión?
Antón.- no, es mañana, pero parece que te molesta que
venga un día antes
Soledad.- que no le molesta, es que no te esperaba
Chus.- pero si queréis salir, salís vosotros solos que
dos días a la semana va a ser mucho gasto
Antón.- si no os pensábamos llevar de carabinas
Soledad.- anda qué, ten amigos para esto
Andrea.- ¿quieres cenar algo?
Chus.- no, si encima habrá que darle de cenar y todo
Antón.- ya voy yo a la cocina y me hago algo
Chus.- vaya chollo, cocina y todo, y luego te quejas
El sábado por la mañana Soledad fue
hasta la terminal a dejar la primera nota, en ella le ponía que ese día se
juntarían en la catedral, pero claro ella dejaría la llave ya el lunes y de que
viniese a recogerla y luego viese la nota, a buenas horas.
Por la noche lo de cualquier sábado y ya
en casa, se volvió a quedar en el sofá esperando hasta que llegó Antón.
Soledad.- calla, habla bajito que se acaban de acostar
Antón.- muchas gracias por lo de hoy
Soledad.- entonces que sois los cuatro
Antón.- normalmente sí, ya los conoces para siempre
Soledad.- pero en que andas metido, para tanto secretismo
Antón.- es mejor que no sepas nada, ahora me tocará venir
los viernes, que vosotras cerráis el sábado
Soledad.- o sea, que cada vez quedáis en un sitio
Antón.- cada semana lo vamos cambiando
Soledad.- pues dime un sitio y yo te lo dejo apuntado y lo
recoges el sábado cuando llegues
Antón.- ¿no quieres que venga los viernes?
Soledad.- a mí me da lo mismo. Como si quieres quedarte toda la semana
Antón.- pues sí, es buena idea, ya pensaremos un sitio
Soledad.- ¿y antes como lo hacíais?
Antón.- mejor que no preguntes, contra más sepas, más te
puedes complicar la vida y no es mi intención.
Se fueron a dormir y a descansar. A primera hora de la mañana del domingo como
era lo más habitual, Antón salía dirección a la estación del tren para volverse
a su casa.
Antes de salir de casa, entró con cuidado
en la habitación de Soledad y le dejó una nota metida en una zapatilla, para que
la viera nada más levantarse, al ponérselas para no andar descalza.
Un capítulo 3 estrellas. 🤗
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