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martes, 28 de enero de 2025

Tres estrellas - Cap.-07


      Cuando llegó a casa, dejó el paquete en la habitación antes de ir a la cocina a ver que estaban haciendo de cena.   Olía muy rico, seguro que estaba cocinando Andrea, que tenía una mano especial.  Cuando cocinaban Chus o ella, era noche de tortilla francesa o embutido; sus conocimientos culinarios no daban para más.

  Estaba nerviosa; algo le decía que en aquella caja encontraría una sorpresa agradable, por lo que nada más cenar dijo que estaba muy cansada y se iba a dormir.

 

Chus.- donde andarías anoche de pingo, que estás cansada

Andrea.- mira que es mala, sale todos los miércoles y nunca cuenta nada

Chus.- tendrá algún amor escondido

Soledad.- sí, sí, qué más quisiera yo

Andrea.- oye y no suelta prenda la tía

Soledad.- ya os he dicho mil veces que me voy a pasear yo sola y que ese momento es solo mío

Andrea.- anda, mala amiga, que esta noche dejas también sola a Chus viendo la tele

Soledad.- pues quédate tú con ella

Andrea.- ya me quedé anoche y no se puede ver nada con ella; entre los llantos y que no calla, ver una película con esta es un suplicio

Chus.- tranquilas, que al pan vendréis

Soledad.- vale, me voy un rato a mi cuarto mientras recoges y salgo a ver una peli contigo

Andrea.- que maja es la Sole.  Esta noche masaje

Chus.- cállate envidiosa

Andrea.- yo me voy a dormir, a mí no me pilláis entre vuestras manos, que parecéis pulpos

   

      Andrea se fue a su cuarto a dormir, era la que más madrugaba y Chus se puso a recoger la cocina y fregar todo.  Desde luego que Andrea cocinaba muy bien, pero manchaba un montón de cacharros para cuatro mangadas que hacía, por lo que estaba el fregadero lleno.

     Soledad ya en su habitación, abrió el paquete que le tenía intrigada.   Dentro una nota y varias prendas de cuero.   Abajo había unas cajas más pequeñas.  Dentro de ellas un casco y unas botas.     Sobre la cama, una cazadora, unos pantalones y unos guantes, por lo que se dispuso a leer la nota.

      Que sorpresa, era un regalo de Roberto; pegada con celofán, iba una llave con la que arrancar la moto que estaba en una plaza de garaje cerrada cerca de su casa, para que en sus encuentros, nadie la pudiese reconocer.

     En un momento, ella en su mente se imaginó como hacerlo.  Bajaría a la plaza de garaje, allí se cambiaría de ropa y saldría con la moto, llegaría luego al garaje del apartamento y subiría en el ascensor.  Luego a las tres horas el camino inverso.

 

Chus.- vas a salir de una vez o te has dormido

Soledad.- ya voy, estaba colocando unas cosas

Chus.- vamos tardona, que como me hagas entrar a buscarte…

Soledad.-  que ya voy, vete escogiendo la peli

      Una noche como tantas otras de masaje, película y al final quedarse dormidas en el sofá.

 

       Por la mañana, aprovechó que Andrea y Chus ya se habían ido al trabajo, para bajar al garaje que estaba justo a dos portales y dejar allí el traje, las botas y el casco.

   La plaza era amplia (como para un coche grande) allí pondría en la pared un perchero y un armario pequeño.  La moto era preciosa, tal vez demasiado grande para ella, pero en un par de noches ya la tendría dominada.     Ahora tenía que irse a trabajar; iba más contenta que unas castañuelas canturreando acera adelante.     Con aquella moto y la vestimenta, solo le faltaba pedirle un arma al tal “Agustín” y ser una agente secreta de esas que salen en las películas.

 

         Ese viernes el primero que llegó por sorpresa fue el “barbas”.  Ya lo consideraban un cliente más y Luisa siempre le vacilaba con ponerle un café con tres estrellas; Él se reía y le seguía el juego, además se encontraba allí muy a gusto y siempre pedía un par de consumiciones antes de marchar.

        A media tarde llegaba el “gafitas”.  Luisa aprovechaba ese momento para meterse a la cocina para dejarlos solos a los dos.  Este era más sosainas, tomaba lo que pidiera ese día, hablaban un rato y se marchaba.

 

 Luisa.- ¿ya marchó?

Soledad.- sí, hace un momento

Luisa.- mira que es soso, con lo majo que es

Soledad.- cada uno es como es

Luisa.- pues dile tú algo

Soledad.- bueno sí, pues solo faltaría eso

Luisa.- que es muy majo y te mira con ojitos

Soledad.- que tenga cuidado no le ponga uno morado

Luisa.- con ese genio, no te casamos

Soledad.- ni con el genio, ni con la lámpara
Luisa.- si me pilla a mí con tu edad, ya te lo iba a contar yo

Soledad.- ja, ja, ja, ahora es tarde señora

Luisa.- pues sí, una pena

 

          Llegaban los de todos los días a ocupar la barra, el par de matrimonios en sus respectivas mesas de cada tarde, los jóvenes que se les notaba que hasta el lunes, no volvían al trabajo, preparando para el fin de semana algún viaje a cualquier sitio donde hubiera fiesta.

 

Luisa.- que envidia, yo me pasé tantos años sin cerrar ni un día, que nunca fui a ningún sitio

Joven.- pues vente este fin de semana, que vamos a un concierto

Luisa.- bueno sí, mira a ver si te quieres llevar a esta, que yo ya estoy para conciertos

Joven.- esta pasa de nosotros, anímate y te vienes tú, que te cuidamos

Luisa.- hay que limpiar

Soledad.- vamos valiente, que yo me encargo de hacer todo

Luisa.- anda, anda, por qué no vas tú

Soledad.- a mí no me han invitado

Joven.- date por invitada ahora mismo

Soledad.- sí, ahora que te ha dado calabazas la jefa, me invitas a mí

Joven.- mira que eres arisca Sole

Soledad.- yo no soy segundo plato de nadie

Luisa.- es arisca y tonta, ya ves, segundo plato

Joven.- nada que ya se ve, que ni la una, ni la otra

          El grupo de los vinos marchó y al rato los matrimonios, pero los jóvenes no parecían tener prisa ese día.

Luisa.- vamos que hay que cenar

Joven.- pon otras cañas

Luisa.- que no, que tengo que ir a cenar

Soledad.- una ronda de cubatas y me quedo yo a cerrar un poco más tarde

Joven.- ¿cubatas antes de cenar?

Luisa.- pues desfilando, que me esperan para salir

Joven.- para otro día, te cojo la palabra Sole

Soledad.- de acuerdo, cuando queráis, pero ahora, cada mochuelo a su olivo

       Cuando cerraron, Soledad llamó a las compañeras para decirles que iba a cenar con Luisa y que cuando acabasen la cena se iba para casa, que Luisa luego, se iba al bingo con las amigas y a ella no le gustaba eso.

     No podía contener las ansias de enfundarse en aquel traje y sentir la moto entre sus piernas.   En el garaje se enfundó el pantalón, las botas, la cazadora y los guantes; arrancó la moto y antes de salir por la puerta se puso el casco.

    Allí dentro, se sentía una mujer nueva, dio un par de acelerones y se sintió poderosa al tiempo que le vibraba todo el cuerpo.   Solo un par de vueltas a la manzana para dominar el embrague y encaminarse a la carretera, para sentir la velocidad en su cara con la visera del casco levantada.

   Cuando llegó a casa estaban las dos en el sofá esperando.

Chus.- que tal la cena

Soledad.- bien, un poco aburrida

Andrea.- ven que acabamos de poner la peli

Soledad.- voy a prepararme un vaso de leche con galletas  

Chus.- ¿pero no has cenado?

Soledad.- sí pero poco, eso del  tartar  y esas cosas no me gustan mucho

Andrea.- a mí las cosas crudas, tampoco me hacen mucho tilín

Chus.- han quedado un par de montaditos de jamón y queso y seguro que aún no están muy fríos

Andrea.- pues están buenísimos

Soledad.- pues mira, sí que me apetecen

Andrea.- tráetelos aquí y trae de paso algo de picotear, unas copas y coges la botella de diamante que hay en la nevera

Chus.- buena idea

 

 


3 comentarios:

  1. seguiremos leyendo la consecutividad de cada capitulo y su aprendizaje

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  2. Diálogo ágil y trama bien compuesta. Seguiremos sus andanzas. Un abrazo, maese.

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