Cigarrillo consumido
que tirado en una acera,
consume su último aliento
hasta que lo pisotean.
Mano extendida
que tiembla
reclamando una moneda,
con que calentar la voz
que un por favor tararea.
A los que a
su lado pasan
pide presten atención,
a un cartel que entre sus piernas
está escrito con carbón.
La tarde se
ha terminado,
la noche se hace la dueña,
el alba tal vez ni llegue,
el hielo cubre los parques
con una cara risueña.
No quiero
ni imaginarme
lo que es una noche fría,
el suelo como colchón,
un cartón que haga de manta,
y de almohada un
escalón.
Por techo,
solo la luz,
de una discreta farola,
sus paredes, una
calle
por donde galopa el viento,
el largo invierno su amigo,
y la humedad, su sustento.
Imagen de la red
Muy bueno, me induce a pensar en mucho. De esas letras que humanizan.
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