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miércoles, 24 de febrero de 2016

Oí una voz.





    De dormido,
ya sin miedo, de poder oír su voz,
lloviendo azúcar de caña,
con aroma de café,
pude oír un lindo son.

    Su letra venía de lejos
del otro lado del mar,
hablaba de tempestades
en las playas de coral.

    Las cuerdas de una guitarra
destempladas por el tiempo,
ahogan el suave sonido
de una garganta en lamento.

    No dice ni amor, ni patria,
no habla de nada en concreto,
tan solo quiere cantar
lanzando al aire un boceto,
su voz, prefiere llorar
a un recuerdo analfabeto.









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