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viernes, 23 de junio de 2017

Resurrección. "05"



     Como por arte de magia,  a la llamada de un fuerte silbido, toda la tripulación se agolpaba en el pasillo, esperando a ver despierto al amasijo de huesos.
Por suerte, aquellos variopintos maleantes  de diferentes nacionalidades  y  con el común denominador de ser proscritos cada uno en su origen, chapurreaban a su manera cualquier idioma.
   Weza se acercó lentamente con un tazón en sus manos y se sentó en el camastro.   Estiró sus brazos ofreciéndole de beber.  Samuel acerco sus manos al tazón, pero todo quedó en el intento, sus dedos no eran capaces de sujetarlo y llevárselo a la boca sin ayuda.
Weza enseñó de nuevo su dentadura esbozando una sonrisa – tranquilo, yo te ayudo – un punto de inflexión entre ambos, que a Samuel le hizo dejar de temer a aquella mole de piel oscura.
    Descorriendo la cortinilla, la luz entró en el camarote.
.- ¿Dónde estoy?
      .- en el Bahamas, un barco sacado de un desguace, y dedicado a negocios turbios, tripulado por intrépidos deshechos y al servicio de las personas honorables de cuello duro y corbata.
.- no entiendo
    .- ya lo entenderás.  ¿Y tú? ¿Tú quien eres?
                   Samuel se quedó pensando.
.- no lo sé. Soy a quién atacan las gaviotas, una y otra vez
     .- lo que tú digas ¿y cómo quieres que te llamemos? ¿Tal vez Gaviota?
.- no se por qué,  pero me gustaría que me llamaseis Samuel
.- yo me llamo Weza y ahora descansa
    .- ¿y esos?
.- son los compañeros, pero no te preocupes por ellos, ahí donde los ves, son buena gente.

      Al día siguiente por fin empezó a ingerir alimentos sólidos.  (Weza, se preocupaba de partírselo en cachitos pequeños y luego tritúralo con un tenedor para que no le costase tragarlo).  Poco a poco se lanzó a dar sus primeros pasos sin miedo a caer. Aquel genio lo sujetaba con la fuerza de un león y la ternura de una madre.
Había vuelto a nacer. Las gaviotas ya no atormentaban su sueño, pero aún así las dudas, no le dejaban dormir tranquilo.
.- oye perdona ¿Quién soy?
     .- no lo sé, te encontramos en el mar moribundo. No estoy seguro si fue por humanidad o aburrimiento, pero el caso es que dos hombres se lanzaron desde la cubierta para rescatar tu cuerpo y ahí comenzó lo que conozco de tu historia.
.- ¿y si nunca consigo recordar quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Quién es mi familia?
      Weza dobló su antebrazo poniendo su puño cerrado en el pecho como un gladiador romano.
    .- eres Samuel, mi hermano y consigas recordar o no, así será siempre
.- ¿pero tú tendrás familia?
       .- tú eres mi familia, mis amigos los hombres que aquí viven y mi patria el Bahamas. Vendemos nuestros servicios al mejor postor,  nuestra ley está regida por la supervivencia y para eso tenemos que estar unidos.



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