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viernes, 6 de julio de 2018

Dulces sueños




         La niña se ha levantado, ha bajado las escaleras y tras abrir la puerta que da a la calle se ha sentado en el peldaño de cemento conde su madre tiene los geranios floridos.
    El suelo aún caliente le hace encorvar la planta de sus pies. La brisa de la noche refresca sus desnudos brazos y mueve con dulzura ese tupé despeinado que cae sobre su frente.
            Con los ojos cerrados, sigue en su sueño de nubes y arco iris, a la grupa de ese caballito blanco y alado que la transporta a los lugares más deseados, inexistentes sitios moldeados por la ilusión inocente que su edad le permite aún conservar lejos de ataduras materiales y preocupaciones absurdas.
     Un soplo de viento provoca una corriente escaleras arriba entre la puerta y los balcones.      El ruido de un portazo en una de las habitaciones, perturba el sueño de sus padres y un escalofrío premonitorio se clava como una estaca en el pecho de la madre.
     .- la niña, ¿Dónde está la niña?
       Rauda, como un resorte se levanta de la cama para comprobar que la cama de la habitación de al lado está vacía.    Grita su nombre, pero nadie contesta.   Busca y busca, por toda la casa.  Tal es su desesperación que ni se percata de que la puerta luce su marco de par en par.
    Una mano sobre el hombro, la pone aún más nerviosa. Una voz susurrante le hace volver en sí.
.-Ssss, calla, deja de gritar que la vas a despertar.
      Sin ser consciente del movimiento de sus pies, sigue los pasos de su marido pasillo adelante.
.-mírala que guapa.  Se confunde entre las flores.  Que bonita está ahí sentada.
        Se arrodillan ante ella. La cogen de las manitas para incorporarla y cantándole suavecito, esa nana con la que tantas y tantas noches la entregaron al mundo de los sueños, la llevan de nuevo a su dormitorio.
            Un dulce beso en la frente y el sueño vuelve a sus ilimitados confines, donde los coloreados tonos pastel pintan el firmamento y las montañas.     Donde la brisa que provocan las alas blancas de su caballito, mueven las briznas de hierba que crece en los prados.


    

imagen de la red

2 comentarios:

  1. Hermoso y tierno relato. Manejas muy bien los elementos literarios para provocar el suspenso y emoción en la obra. Me encantó y felicitaciones querido amigo Carlos. America Santiago.

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