Cuando vuelva a amanecer
cubriré mi
rostro amargo
con un disfraz
de payaso.
Y allí donde habite el llanto
realizaré mi
parodia
envuelta por
dulce brisa,
para en la
cara de un niño
dibujar una
sonrisa.
Cuando llegue la mañana
llevaré mi
hambre lejos.
Allá donde el alimento
escasea hasta
en los sueños.
Y con mis manos gastadas
haré surcos en
la tierra,
para llevar a
sus bocas
un grano de la
cosecha.
Cuando el sol salga de nuevo
mi sed dejaré brotar
en las dunas
del desierto.
Y un arroyo de agua clara
un oasis
formará,
donde
refrescar sus alas
los ángeles al
viajar.
Cuando el día nos abrace
me convertiré
en poemas
para un libro
regalar.
Y repartir por el mundo
dulzura, amor
y paz.
Ilusiones, fantasías,
palabras para
soñar.
Compromiso sin fronteras
y algo de
felicidad.
Cuando termine mi sueño,
seguiré siendo
quien soy.
Y regalaré mil besos
a los que
tengo a mi lado,
los dueños del
nuevo día,
aquí, donde siempre ha estado.
Tu bella poesía me deja un sabor amargo y dulce. Los pesares y aflicciones solemos dejarlos como plato de fondo en la intimidad de la vida y fuera de ella danzamos con una sonrisa al vaivén de las multitudes y la brisa. Te dejo un fuerte abrazo querido amigo Carlos. America Santiago.
ResponderEliminar