Querida tía Ascensión;
Quien te hoy por fin escribe, es aquel tirillas
de mente ilusa, extravagante vestir y gafas bajo su flequillo con la raya a un
lado.
Al que nunca le importaba soñar en voz alta,
sentado con vosotros a la hora de comer.
Siempre inventando historias imposibles y situaciones extrañas, donde representar
las hazañas de un personaje, con tal de sacar una sonrisa de aquel que se esforzaba
por mostrar su cara de gruñón.
Las imágenes de aquellos momentos, se aglutinan
en mi mente.
Los
abrazos de alegría al verme llegar, me hacen sentir tu calor.
Tantos
besos, que me hicieron sentir tu hijo, he intentar alargar los últimos minutos
antes de la partida de aquella, considerada mi casa.
Y sin embargo… Tantas
preguntas quedaron en el tintero, cuantas cosas que me gustaría haber sabido de
tu vida y que nunca me atreví a plantearte, por el temor a incomodar.
Aquel frágil pajarillo, alzó el vuelo, el viento
lo arrastró lejos, con los años la pereza fue incrustándose en sus huesos, los
deseos de pasar allí de nuevo un fin de semana, sentados juntos a vuestra mesa,
historiando anécdotas surgidas de un mundo idílico, donde la luz no deje sitio
a las sombras, tan irracionales que no se pudieran considerar como ciertas, fantásticas, ilusionantes, con
las que poder volver a ver esas caras llenas de incredulidad que aún conservo
en mi retina.
Pero que decir. Quedaron en esos
sueños que aún hoy me gusta imaginar, pensando que todo es posible, aquel niño
iluso se quedó allí, en vuestra compañía y allí sigue, con sus defectos y
miedos, pero dando la mayor virtud, su cariño.
Espero que nos veamos pronto, ya sabes, un momento
fugaz, un alto en el camino de ida o de vuelta de tierra a tierra. Un estoy
aquí, café, unas rosquillas y a proseguir viaje.
Para que cambiar una monotonía ya
asimilada.
Termino como empecé,
con tantas cosas pensadas y ninguna dicha.
Qué más
da, me conoces y sabes leer mis sentimientos.
Mi
mejor adiós, un hasta pronto. Mi gran
frase para tí:
Unos
puntos… suspensivos.
Carlos Torrijos.
Tierna y emotiva C.A.R.L. No sé por qué, presiento que tu tía no olvidará jamás a aquel niño que aún alimentas.
ResponderEliminarGracias Amiga, en realidad el olvido no existe.
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