Y subimos a la cima
para alcanzar las estrellas,
y que el viento nos dijera
cual sería nuestro destino,
juramos amor eterno
y lo sellamos con vino.
Un amor
incomprendido,
estatus, dioses y raza
bifurcan nuestros caminos,
entre los dos, se levantan
muros de piedra y espinos.
Tiempos para no
olvidar
que el amor lo puede todo,
el triunfo exige la lucha,
no hay premio más valorado
que el que se gana en el lodo.
Logré tenerte a
mi lado,
por fin fuiste mía princesa,
paloma blanca en palacio
con las ventanas abiertas,
sin claustros que te encadenen
a la azulada nobleza.
Has tenido que
ser tú
quien rompiese la alianza,
sin avisar te has marchado,
el viento siempre te quiso,
las estrellas te han llamado,
tu dios se sintió celoso
de este pobre desgraciado,
y lo preferiste a él,
adiós, mi ángel amado.
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