El 13 de Agosto de 2015,
publicaba el nº 400. Se trataba de una sinopsis del autor y el tiempo sigue
pasando.
A primeros de año, después de reyes, cuando
este blog contabilizaba 475 publicaciones, empezó a inquietarme la idea de quién
sería la persona, cosa o motivo, que debería ocupar este nº 500.
Pensé en mi difunto suegro. La noche en el hospital, fue la primera entrada
en tiempo real de este, mi blog.
Pensé en esa encantadora ciudad
(Cuenca) la que me vio nacer hace tantos años, en la que pasé mi infancia y
parte de mi juventud… En esta otra
(Zamora) que me acogió, en la que sigo viviendo y donde formé mi nueva familia.
Pensé en cada uno de aquellos
que merecen estar reflejados y perpetuados una y mil veces en mis escritos: Mis
padres, mis hermanos, mi mujer, mis hijas, familiares, amigos; esos, nunca
hasta ahora nombrados y no por eso olvidados;
otros, que aún estando plasmada su esencia en algún personaje, tal vez
no se hayan reconocido.
Porqué no recordar a esos entrañables protagonistas de mis historias. (Francisco,
Angélica, Felipe, Flavio, Matías, Aitor, Olga, Clara, Primavera) junto al
elenco de personajes que los han acompañado. Los que
tantos buenos ratos me han hecho pasar y a los que he llegado a querer, como
no podía ser de otra manera.
Entonces me di cuenta que todo era MI. El posesivo se repetía
insistentemente. ¿Y porque no ocupar el nº 500, con un YO? ¿Pero? ¿Quién soy
yo?
Volví al mí, y busque algo dentro de mí, pero todo lo que había era yo.
Entonces, abrí el diafragma de
mi objetivo. De frente, la pantalla de mi ordenador, compañero de fatigas a la
hora de escribir. Un poco más allá, un piano
tapado con una manta, representando la música; una
amiga, a la que tantos años brindé y que fue mi compañera de viaje, por esos mundos de dios. Tomando
un café con leche, jugando en el móvil, mi queridísima esposa, la
dueña y señora, la fortaleza que todo lo abraza, el tesoro más preciado que aquel día, en mi
camino se pudo cruzar. En su habitación, ya dormida, esa primorosa adolescente,
mi
moza pequeña, la melodía que me ha devuelto muchas de las ilusiones que
había perdido por el camino y me hace revivir cada día con esperanza en el
futuro.
¿Cómo escoger solo una cosa? ¿Cómo
poner todas sobre la palma de la mano cual copos de nieve y derretirlos con el
calor de mi ser? Ya estaba a punto de
dejar pasar el tiempo y cuando llegase la hora pensar en algo improvisado.
Entonces, volví la mirada. He de reconocer, que en ella, en este aspecto precisamente,
no había pensado para este nº 500.
Ahí, como siempre a mi lado, estaba
sentada en su silla de ruedas, callada, esperando un pequeño guiño para regalarme su
gran sonrisa llena de ilusiones. Me recordó que es Ángel blanco perdido en
el paraíso. Ninfa, que con sus brillos, me ha guiado por
la oscuridad de los mundos, de los sueños. Hada de cuento, mágica bondad, que convierte
mis grises de soledad, en bosque encantado lleno de colores.
Con ella represento a todos, porque
ella, es quien los piensa y los plasma en este sitio; donde
entona sus alegrías y comparte con todos nosotros una sabiduría, la que seguro,
aún está lejos de nuestro entender.
Tú… Mi Musa,
Encantadoras
pestañas
como alas de mariposa,
que provocan en su vuelo
la brisa que ha de mover
los pétalos de una rosa,
que al aire brinda su aroma
para paliar desconsuelos
de nostalgias amorosas.
Boca
con brillo de nácar
que le da luz a la noche
cuando la luna está ausente,
recitando melodías,
arpegiando los sonidos
de pensamientos latentes.
Mirada
que reivindica
respeto, amor y pan
en este mundo de locos,
comprometidos deseos
contra las desigualdades,
derechos universales
no solo para unos pocos.
Musa
que estando a mi lado
inspiras bellas palabras,
lindas para quien escribe,
y también para el que lee,
afiladas para el alma
de quien reflexiona y piensa,
ironías que con frases,
de la vida se alimentan,
incomprensibles de aquellos
que ni siquiera lo intentan.
Gracias
musa cristalina
por enseñarme a sentir,
a interpretar pensamientos
que parecen baladí,
a pensar en prosa y verso
lo que en tus sueños yo vi,
durmiendo sobre una nube
solo... Contigo aprendí.
Contigo Aprendí... Armando Manzanero.
interpretado en la voz de SIMONE
Gracias
a: Ana Sánchez (mi esposa)
y
Lucía Torrijos (mi hija pequeña)
por
vuestro apoyo incondicional
a: Raquel Torrijos (Quely)
por
hablar con su mirada y estar a mi lado para dictarme bellas palabras.
a: Mis padres y Hermanos,
que
desde la distancia, me dan ánimos para seguir hacia delante.
a:
Los lectores de mis escritos,
que a
veces… hasta me entienden.
Gracias
Carlos
Torrijos
C.A.R.L.
(España)
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